En las ciudades de La Paz, sede del gobierno boliviano, y El Alto, no son más mil 600 las trabajadoras sexuales registradas en el Programa de enfermedades de trasmisión sexual y vih/sida, dependiente de la prefectura.
De ellas, 700 pertenecen a El Alto y cada semana se efectúan un examen en el Centro de Salud La Ceja; informó hoy aquí el responsable del programa Hugo Borda.
Esas 700 trabajadoras sexuales forman parte de 24 lenocinios, whiskerías, karaokes y «casas de masajes» legalmente acreditados; además de 16 centros nocturnos clandestinos y un número indeterminado de trabajadoras de la calle. En tanto que las 900 restantes, correspondientes a la capital boliviana, prestan sus servicios en cien centros nocturnos.
Las trabajadoras registradas en el programa reciben cada tres meses una credencial sanitaria como requisito obligatorio para trabajar. De vez en cuando, personal del programa recorre de manera sorpresiva los lugares donde trabajan estas mujeres a fin de verificar si tienen o no su carnet.
En caso de que no lo tengan, se multa con 300 pesos bolivianos al local. Esta medida, además del control ginecológico que se les practica, cada tres meses se les hace una prueba de laboratorio para conocer su estado de salud, y cada seis meses la prueba de Elisa a fin de descartar que hayan sido contagiada del virus de inmunodeficiencia adquirida.
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