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Fundación Heinrich Böll

Por Teresa Mollá Castells

Escribo desde el impacto de lo ocurrido en Valencia. Desde el dolor, pero sobre todo desde la rabia.
Rabia por las más de 40 víctimas.
Rabia por ser gente humilde la que, una vez más ha pagado con su vida la falta de inversiones en mantenimiento de la Generalitat Valenciana.

Rabia por observar cómo la primera reacción de los políticos de la Generalitat fue echar la culpa a un error humano, cuando ellos mismos anunciaron hace poco un plan de mejora de la línea 1 del metro, que es donde ocurrió el accidente.

Rabia porque entre las 41 víctimas, 30 son mujeres. Mujeres que seguramente iban a sus casas a preparar la comida familiar y que vendrían de realizar sus compras.

Mujeres humildes que gobiernan las economías de sus casas como pueden y que utilizan el metro como medio de locomoción rápido y sobre todo económico.

Esas mujeres no viajan en limusina, viajan en metro y el metro les cegó sus ilusiones para siempre. Una vez más ser mujer y con rentas bajas es una condición ideal para que te «toque» la lotería, en este caso de la muerte.

Siento rabia porque quienes van o irán a ver la ópera en el palacio que se inauguró hace poco, seguramente no viajan en metro pero disfrutan del dinero público invertido en esa infraestructura.

Rabia porque los dirigentes del partido popular que gobiernan la Generalitat Valenciana están desviando los fondos para personas más necesitadas para construir obras faraónicas o hacer celebraciones mundiales y apenas invierten en mantenimiento de infraestructuras como el metro.

Rabia porque una vez más somos las gentes humildes, las que viajamos en metro, las que nos llevamos la peor parte.

Y sobre todo mucha rabia porque esos mismos dirigentes son los que se llenan la boca hablando de sus programas y planes para mejorarlo todo, pero en realidad sólo se preocupan de inaugurar e incluso re-inagurar aquellas obras que les interesa realzar con cargo a los presupuestos públicos y no invirtiendo apenas nada en medidas sociales que re-equilibren la riqueza en nuestra comunidad.

Hoy, mi indignación no conoce límites y les responsabilizo a ellos, a todos ellos y ellas. A todas y todos los responsables políticos de la Generalitat Valenciana de lo ocurrido, por que no es fortuito, no se lo crean.

El Comité de la empresa denunció recientemente el mal estado de las vías del metro y nadie hizo nada.

Ellos y ellas, los gobernantes del Partido Popular en la Generalitat Valenciana son los verdaderos responsables de esta catástrofe, por no actuar diligentemente haciendo lo que les corresponde ante las denuncias de los representantes legales de los trabajadores.

Ellos y nadie más son los culpables de las muertes de estas más de 40 víctimas. Yo les acuso y no les perdono su negligencia.
Desde la rabia y el dolor no puedo ni quiero perdonar.
* Periodista española, corresponsal CIMAC

06/TM/LR

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