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Fundamentalista la responsable del Ministerio de la Mujer

Por Rasha Khan

Durante el mandato de Burhaneddin Rabbani (1992- 1996) las mujeres de Kabul salieron a la calles sin sus burkas, para reclamar sus derechos, pero como las declararon traidoras del Islam, los fundamentalistas las condenaron a ser quemadas junto con sus casas y propiedades, recuerda Danish Hammed, encargada de comunicaciones de RAWA (Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán).

Con un cuarto de siglo (se formó en 1977), RAWA es la única organización política independiente que trabaja para restaurar la democracia, los derechos humanos y la justicia social en Afganistán, integrada sólo por mujeres. En esta ocasión, Danish Hammed rememora en entrevista aquí, en la frontera con Pakistán, parte de las situaciones por las que han pasado las mujeres en su país.

«Ellas ahora tienen mucho miedo, incluso no pueden dormir en la noche porque temen que esos grupos fundamentalistas las ataquen; por eso dejaron de asistir a las escuelas y universidades, por eso usan la burka (los largos velos islámicos que cubren a las afganas de la cabeza a los pies).»

Desde su punto de vista, en caso de que la situación se mantenga, «las mujeres sufrirán mucho en el futuro; sobre todo las de Kabul y de Mazar-i-Sharif, ciudades dominadas por tropas de la Alianza del Norte cuyas vidas peligran mientras ellos tengan el poder».

Acerca del régimen de transición que encabeza la Alianza del Norte, más particularmente sobre la designación de una ministra de la Mujer en el gobierno interino, Hammed señaló que RAWA está de acuerdo y apoya la participación femenina en el poder, pero no respalda el nombramiento de Sima Samer como viceprimera ministra del gobierno afgano y ministra de la Mujer.

«Nosotras no apoyamos sus acciones porque ella estuvo en el gobierno de los fundamentalistas; durante la época del Talibán sólo trabajó para ciertas regiones, como Hazarajaats, Bamiyan, Gor, donde vive gente de la comunidad Hazara», afirma.

Pero todavía más importante que eso es que la vice primer ministra Samer es miembro del comité central del Hizb-i-Wahdat, un grupo de la Alianza del Norte perteneciente a la etnia chiíta Hazara, quien participó en actos criminales contra decenas de afganos; sobre todo contra las mujeres.

«Sima Samer participa en un grupo fundamentalista implicado en matanzas y crímenes horrendos, entonces ¿cómo puede ella representar a las mujeres afganas? Samer ha aceptado ser miembro de un grupo que torturó a gente inocente y a las mujeres de Afganistán», dice Hammer.

Y agrega que para RAWA incluir a una mujer en el poder ejecutivo es un buen cambio, pero «nosotros preferimos a una verdadera representante de las mujeres en el gobierno, alguien que represente a los pobres y a las mujeres que sufren en Afganistán».

Igualmente precisa que «ella representa a comunidades de Hazaras, que son minoría, no a los Pashtún y Tayikos, ellos sí mayoría; sobre todos los primeros. Nosotros queremos que ella trabaje y atienda a toda la población, sin discriminación de lengua ni de raza».

La encargada de comunicaciones de RAWA recalca que «sólo Hamid Karzai es nuestra esperanza, pero no podemos esperar mucho de este gobierno si en él participan criminales».

       
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