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Habrá más menores violados si no hacemos nada

Por Adriana Varilla

Cualquiera puede ser la víctima de un negocio «altamente productivo» que genera a nivel mundial ganancias por siete mil millones de dólares. Hijas, hijos, hermanas, hermanos, nietos, sobrinos, sobrinas. La prostitución y pornografía infantil no respeta nada. Los menores son dóciles y se asustan fácilmente.

«Esto nos habla de la magnitud del negocio, pero por cada niña y niño violados en este país vamos a tener muchas víctimas más si no les ayudamos a detener esto», asegura Alicia Leal Puerta, fundadora del refugio para mujeres Alternativas Pacíficas.

«Estas niñas no han tenido opción, ni decisión en esto y tenemos que detenerlo para que no les pase a nuestros hijos, a nuestras hijas, a nuestros nietos», afirma indignada.

Mucha gente en Cancún debió intuir o saber que el pederasta Jean Succar Kuri, empresario de origen libanés de 60 años de edad, violaba a niñas y niños en complicidad con su esposa y compartiéndolos con «amigos», como él mismo lo reconoció en un video en poder de las autoridades. Hasta ahora se sabe de 23 menores víctimas del pederasta.

Esa gente se calló. El silencio y el miedo. Dos armas fundamentales que han sido aprovechadas históricamente por personajes como el hoy prófugo Succar Kuri, quien se valió de ese par de factores para hacer un negocio rentable.

«Yo te puedo asegurar que esto lo sabía mucha gente y por miedo se han quedado callados. Pero el miedo, lo único que está haciendo es darles más poder a los agresores; por eso hay que sumarnos, para no sumirnos», destaca Leal Puerta.

EL SILENCIO DA PODER A LOS AGRESORES

Con esas palabras, Leal Puerta, hace un llamado a la comunidad de Cancún para que denuncie casos de abuso sexual, de prostitución, pornografía infantil o pederastia, relacionados o no con el caso de Succar Kuri, uno de tantos participantes de una industria que al año reporta ganancias mundiales por siete mil millones de dólares.

«Yo invitaría a la gente que conozca más sobre este tipo de organizaciones criminales, de redes de delincuentes, que pudiera acercarse a los medios de comunicación serios para hacer más denuncias y que se pueda investigar más, y a los medios a cuidar que esas denuncias sean confidenciales, anónimas y que hagan investigación», afirmó.

Leal Puerta, quien encabeza el primer refugio en el país para atender a mujeres y sus hijos e hijas -víctimas de maltrato y abuso sexual- considera que el caso Succar Kuri debe ser un aprendizaje para la comunidad cancunense, pero también para México.

En esta segunda y última entrega, Leal Puerta, junto con la presidenta del Centro Integral de Atención a las Mujeres y sus hijos e hijas (Ciam-Cancún), Lydia Cacho, abundan sobre la importancia de la denuncia, la incapacidad de los ministerios públicos; la poca sensibilidad que muestran los jueces para dictaminar en torno a este tipo de casos; entre otros puntos.

UN CASO MAS, ¿HASTA CUANDO?

Entre las víctimas de Succar Kuri hay varios varones. Uno de ellos fue violentado durante cuatro años consecutivos. Ese niño ahora tiene 13 años y una madurez psicológica de ocho, de acuerdo a las evaluaciones que le han practicado.

«Cuando lo entrevistamos ¿sabes cuál fue su observación? Él se nos quedó viendo y nos preguntó ‘¿qué no hacen eso todos los papás?’. Aún ahora piensa que todos los papás hacen lo que Succar le hizo a él», narró Lydia Cacho Ribeiro.

La entrevistada indica que las autoridades presumen que existe otro grupo mayor de 20 menores, que junto con el ya detectado- suman las primeras víctimas de Succar Kuri y sus cómplices.

Ella explica que antes de abusar de sus víctimas, los integrantes de redes de prostitución y pornografía estudian a la perfección los movimientos y conductas de las y los menores, así como de sus familias.

Eligen principalmente a las hijas o hijos de mujeres solteras, analfabetas funcionales, cuyas familias son catalogadas como «descompuestas» o «disfuncionales», en donde la pobreza es un factor común.

«En las entrevistas que hemos hecho con las madres de muchas de las niñas que integran el grupo de víctimas de Succar, la mayoría de ellas fueron abusadas sexualmente cuando eran niñas y por ello perpetúan un ciclo de violencia que parece interminable», explica Cacho Ribeiro.

AV: En todo este proceso ¿qué pasa con los padres de las víctimas; son culpables, verdugos o víctimas también? ALP: En una red organizada de criminales, van escogiendo, buscando a sus víctimas. La responsabilidad de los papás y las mamás es cuidar a sus hijos y sus hijas; pero a veces el agresor puede ser tu vecino, puede ser la persona en quien tú confías muchísimo.

«Puede ser un hombre muy respetable dentro de la comunidad, como es este señor (Succar Kuri) y eso hace que uno pueda confiar en él.

«El asunto es que culpar a las mamás y mencionarlas como irresponsables es revictimizar a las niñas y a esas mujeres también; porque volvemos a la misma: Esta es un red criminal organizada, no es un hecho aislado. Ellos están buscándolas».

LC: «Lo más grave del caso es la facilidad para que la Procuraduría de Justicia del estado culpabilice a las madres de las víctimas sin ningún fundamento, y qué facilidad tuvo para dejar ir al verdadero culpable».

LOS MINISTERIOS PUBLICOS

AV: ¿Existe adecuada capacitación de los ministerios públicos para el manejo de las víctimas que denuncian abuso sexual en su contra, Alicia?

ALP: Comúnmente cuando la víctima llega al Ministerio Público y hace una denuncia, sobre todo en casos de violación y delitos sexuales, la autoridad en lugar de fincar la responsabilidad en el agresor, comienzan a cuestionar los dichos de la víctima.

Entonces para quien denuncia queda claro que el ministerio no le cree, que no es su defensor y que está a favor del agresor. Estas actitudes producen un ciclo de revictimización de la denunciante y siente mucho temor porque percibe que no se valora la injusticia que se cometió en su contra.

AV: ¿Cuál es el alcance de esta actuación de los ministerios públicos?

ALP: Que la víctima cuando siente que la autoridad la cuestiona, porque no se le cree de entrada, prefiere desistirse de la denuncia y renuncia a continuar el proceso jurídico. Le da la sensación de desprotección, de abandono, desamparo y de impunidad, pues sabe que difícilmente probará el delito.

AV:¿Qué otros factores se mezclan?

ALP:Además tenemos el componente de la corrupción en el sistema de administración de justicia mexicano, que es muy alto. La policía mexicana está considerada como una de las 20 más corruptas en el mundo. La población tenemos miedo de la gente que se supone que está ahí para protegernos.

FALTA DE SENSIBILIDAD

LC: «Si con fortuna una averiguación previa llega a pasar del Ministerio Público a un juez de lo penal, entonces estos jueces ya llegan a enfrentar un proceso en donde están documentadas ciertas inconsistencias –que así les llaman- de las víctimas, fundamentadas en criterios prejuiciosos de los ministerios públicos, totalmente discrecionales de la gente que hace la averiguación previa, porque falta muchísima capacitación y muchísima sensibilidad en cuanto a estos temas.

«No entienden el estrés postraumático, el Síndrome de Estocolmo; no entienden lo que es ser víctima de un delito, ni los estragos psicológicos que estos causan. Ni cómo estos síndromes son una respuesta de supervivencia de las víctimas, a una situación de extremo terror y extremo peligro».

«Los jueces lo perciben como inconsistencias en el dicho de las víctimas, no como mecanismos de supervivencia desarrollados para no suicidarse o matar a alguien. Son conductas normales para defenderse de situaciones totalmente anormales», expresó.

Cacho Ribeiro añade que, de acuerdo con el reglamento, los ministerios públicos son los abogados de quienes acusan. «Pero aquí generalmente quienes impiden que las acusaciones se conformen adecuadamente para llegar al juzgado, son los ministerios públicos por su no preparación, por corrupción y por prejuicios misóginos, en donde aducen que la víctima de violación, seguramente lo provocó o le gustó», comenta.

MISOGINIA Y MIEDO

Alicia Leal Puerta añade que la misoginia, odio sistemático y estructural a las mujeres y a lo femenino, «está filtrada, inmersa sutilmente en la cultura en la que vivimos y nadie está exento de esta cultura; todos hemos crecido en ella».

En este sentido indica que cuando se comienza a analizar lo que implica ese odio estructural, se cae en cuenta de que en realidad se trata de una suerte de miedo hacia asumirse vulnerable.

«Entonces lo que pasa es que prefieres identificarte con la fuerza, porque tocar la vulnerabilidad propia resulta muy doloroso y muy peligroso. De tal forma que ese odio/ miedo lo encontramos en las iglesias, en los medios de comunicación, en las escuelas, en los médicos, en los psicólogos, que todavía insisten en que las mujeres podemos tener fantasías donde somos violadas y por ello justifican la violación».

Por ello –añade- «resulta darle preferencia al dicho del agresor y no al de la víctima, porque para un periodista, para un ministerio público, para un policía, resulta más doloroso creer en tanta atrocidad y tanta cochinada.

«Entonces para no tocar el dolor de las víctimas y no tocar nuestro propio dolor al encararlo, es más fácil negarlo y sumarte al agresor e identificarte con él», sostiene.

LA JUSTICIA

AV: ¿Qué habría que cambiar en este sistema de procuración de justicia, Alicia?

ALP: Esta manía de la Procuraduría, en general, de cuidar más los derechos humanos de los agresores que el de las víctimas, genera lo que ha generado en este caso y que es que el señor Saccar Kuri pudiera huir tranquilamente y sin prisas.

«Por eso otra de las lecciones es que aquello que debemos modificar es este aspecto de que las autoridades ponen más énfasis en el dicho del agresor, que en el de las víctimas. «¿Por qué si te robas un kilo de barbacoa es más fácil que te metan a la cárcel, sin poderte escapar, a que si te robas a un niña y la prostituyes?

«Yo creo que cualquier Procuraduría que esté en esa posición de darle más fuerza al dicho del agresor que al de la víctima, se está haciendo cómplice y eso hay que manifestarlo contundentemente. Es complicidad con el agresor».

LOS EXPERTOS

Desde el lunes pasado se ha realizado en Cancún un seminario de capacitación y profesionalización para personal que labora en albergues y refugios locales en donde se brinda atención a mujeres maltratadas.

Las especialistas que vinieron a ello y que fueron entrevistadas por Voz del Caribe, son Deborah Tucker, Juliet Walters, Patricia Castillo, Yolanda Matos, ésta última capacitadora puertorriqueña que trabaja en atención a víctimas de violencia.

Tucker es directora del National Center Domestical and Sexual Violence, en Estados Unidos. Lleva 30 años de vida, involucrada con refugios para mujeres maltratadas. Con financiamiento de fondos federales, ella entrena a departamentos de policía, militares y personal médico en aquel país. Walters es parte de su equipo de trabajo.

Castillo es una de las fundadoras de The Peace Initiative, organización compuesta por cerca de 50 asociaciones civiles en San Antonio, Texas.

Alicia Leal fundó en 1996, Alternativas Pacíficas. Es el primer refugio que atiende a mujeres e infantes víctimas de maltrato y violencia sexual. Se ubica en Monterrey, Nuevo León y forma parte de la Red Nacional de Refugios para Mujeres Maltratadas de México que, a su vez, cuenta con 14 refugios en nueve estados de la república.

2003/AVL/MEL

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