Inicio Hacinada, sin escuela, vive niñez albergada en Copainalá, Chiapas

Hacinada, sin escuela, vive niñez albergada en Copainalá, Chiapas

Por Redaccion

«Una noche pasó el temblor y al siguiente día ya nos había levantado el piso de la casa, vimos que la tierra se estaba abriendo, era una pequeña rajadita y mi papá fue a ver… Mi casa está solita, es un ranchito de tabla. Luego que mi papá fue a andar todo allá arriba de la casa, vio que se estaba partiendo la tierra y empezó a partirse más la casa y se cayó. Nosotros tuvimos que bajar al poblado», narró María Dolores Guzmán Flores a Visión Mundial México.

«Teníamos ropa, trastes, todo lo sacaron los vecinos y lo llevaron a la casa nueva de tabla, ahí estábamos viviendo pero la rajada seguía bajando, seguía y seguía, corría, bajaba. Los vecinos dijeron que mejor viniéramos a Copainalá y aquí nos trajeron, aquí estamos,» platicó María, de 13 años, cuyo cuerpo delgado y menudo parece el de una niña de 10 años debido a la deficiente alimentación, como ocurre con la mayoría de las y los niños de la comunidad Adolfo López Mateos.

Los ojos de María muestran la tristeza por haber dejado su lugar de residencia. «No sentía miedo, no queríamos salir, porque en otro lugar ya no es igual. Allá jugábamos, íbamos a buscar nuestra verdura para comer, teníamos chayotes, calabaza, maíz, frijol, íbamos al monte, y aquí estamos en el mismo lugar, subimos y bajamos la escalera y ya, no hacemos otra cosa.»

Ella, al igual que otras niñas de la comunidad, dejó de asistir a la escuela e ignora cuándo regresará a clases y solo se remite a deambular por el albergue.

«Lo que más extraño es mi casa, era grande, podíamos andar ahí, el piso era de tierra y lo barríamos, lo cuidábamos, siempre lo teníamos bien limpiecito. Mi mamá tenía su fogón y ahí hacíamos comida, tortillas. Todo se vino abajo, ya no quedó nada. Teníamos gallinas y están en López Mateos, las cuida mi hermana que va a la comunidad y viene al albergue todos los días.»

Entre sus manos sostiene un dibujo con colores brillantes en el cual se ve una casa rodeada de animales de traspatio, flores, grandes árboles, niñas y niños jugando.

Al preguntarle sobre su padre, María comentó: «Mi papá allá sigue y no quiere salir, él cuida las cosas. Los hombres allá siguen porque dicen que los de San Pablo están bajando y roban todas las cosas que tenemos, agarran todo. Policía no hay en la comunidad y los del municipio no suben, tienen miedo no llegan allá porque dicen que está partida la tierra y no van».

Los hombres del pueblo Adolfo López Mateos formaron comisiones de vigilancia que se turnan cada tercer día para cuidar sus pertenencias y estar al pendiente por cualquier avance de la grieta o movimiento de la tierra.

Durante su plática, María reitera lo que añora. «Extraño más mi casa, ahí tenía cosas. Dormía con mis hermanitos, Isidro de 10 años; Teresa de 12; Virginia de uno, Esteffany de 6 y Refugio de 19. Aquí estamos amontonados».

En la escuela-albergue, los salones de clases y el auditorio que se encuentran en el primer piso se dividieron en dormitorios. En tres aulas de ocho por 5 metros duermen más de 60 familias. Las mujeres con sus niñas e hijos menores de cinco años.

En el auditorio duermen los hombres con sus hijos varones. Incluso, por las noches el comedor y parte de un pasillo se habilita como dormitorio masculino por la falta de aulas en donde dormir. En estos sitios el frío se siente más. En el pasillo-dormitorio el sereno cae sobre la delgada manta que cubre los cuerpos de los damnificados.

«Mi papá dice que aquí vamos a estar hasta ver cómo queda la tierra. La tierra está revoleteada donde era planada se hizo subida y donde era subida se hizo bajada. Quedó muy feo, no nada más donde vivíamos nosotros, sino lo que abarca el terreno de mi papá. La casa de nosotros se perjudicó, ahí teníamos tres cuartos y se cayeron los tres. Uno era donde dormían los pollos, otro era donde estábamos nosotros y otro donde guardábamos maíz. Se cayeron todos, se los tragó la grieta, no quedó nada.»

La grieta pasó en medio de la casa de María destruyendo lo que encontró a su paso. Las paredes de madera y el único cuarto de bloc y techo de lámina de asbesto fueron literalmente tragados, solo se ven escombros como señal de que allí alguna vez estuvo una casa.

«Trajeron el maíz a nuestra casa nueva de tablas que tenemos. Todos ayudaron y dio tiempo de sacar el maíz y nuestras cositas», relató María al dejar escapar un suspiro de alivio por haber rescatado algunas de sus pertenencias.

Algunos de los niños y adultos damnificados han tenido padecimientos estomacales por el cambio brusco de alimentación, tanto en el tipo de alimentos como en horarios. «Sí me gusta algo de lo que han dado de comer, pero no todo, porque mis hermanitos y yo no comíamos sardina, aunque mi mamá sí.

Allá, como teníamos gallinas, comíamos blanquillo, las tortillas las hacía temprano, aquí te dan tortilla comprada. Ahorita estoy sin desayunar porque no me gusta la sardina, me duele el estómago», se queja.

Era el medio día y María no había probado algún alimento. Sería hasta las cuatro o cinco de la tarde cuando posiblemente se llevara una tortilla a la boca, ya que tampoco sus papás tienen dinero para comprar algo de comer.

«Allá en el rancho me levantaba a las cuatro de la mañana para ayudar a hacer la tortilla, barría la casa, dejaba arreglado y todavía desayunaba para ir a la escuela. Aquí uno se levanta tarde, le dan de desayunar y barre uno la escuela y ya.»

María no sabe si terminará el sexto año de primaria, pues no sabe si regresará a su comunidad. «Yo quiero regresar, pero como ya no tenemos casa, ni dan ganas de llegar, queremos que alguien nos ayude para poder construir. Quiero que se haga una casa como la que tenía yo. Quiero ir otra vez a la escuela, correr por el monte, ir por nuestras verduras para que mí mamá nos haga de comer, dijo a Visión Mundial.

Visión Mundial de México es parte de la Confraternidad Internacional de World Vision, organización fundada en 1950 y que actualmente tiene presencia en más de 96 países en tres líneas básicas: Desarrollo transformador; Promoción de la Justicia y; Prevención, emergencia y rehabilitación para responder ante desastres y conflictos en las regiones que así lo requieran.

07/GG/CV

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