Inicio Impunidad y falta de justicia, recuerdan en Campo Algodonero

Impunidad y falta de justicia, recuerdan en Campo Algodonero

Por Gladis Torres Ruiz, enviada

A nueve años de luchar contra la impunidad, y demandar justicia para las familias de las ocho mujeres asesinadas en el predio conocido como «Campo Algodonero», organizaciones de mujeres de Ciudad Juárez y Chihuahua, declararon el 6 de noviembre como el «Día Nacional de Erradicación del Feminicidio y Desaparición de Mujeres».

Poco después de las 11:00 horas del sábado 6 de noviembre, las semidesiertas avenidas de la ciudad fronteriza, fueron testigos de la caravana de autos, que llegaron al terreno, -otrora campo de algodón-, ubicado en Ejército Nacional y Paseo de la Victoria, para recordar a las ocho jóvenes que nunca más volvieron a sus hogares y cuyos cuerpos fueron ahí localizados.

En algunos autos de la caravana, viajaban mujeres de todas las edades llevando consigo rosas y claveles. Algunas partieron de las instalaciones del Centro de Crisis Casa Amiga, mientras otras más lo hicieron de la Universidad de Ciudad Juárez.

En el Campo Algodonero, el 6 y el 7 de noviembre de 2001, fueron hallados los cuerpos de: Esmeralda Herrera Monreal, Laura Berenice Ramos Monárrez, Claudia Ivette González, María de los Ángeles Acosta Ramírez, Mayra Juliana Reyes Solís, Merlín Elizabeth Rodríguez Sáenz, María Rocina Galicia, y una mujer no identificada. Todas fueron torturadas sexualmente y nadie hizo nada por localizarlas, a pesar de que su desaparición fue reportada meses antes.

A pleno rayo del sol la mayoría de ellas, activistas que luchan por erradicar la violencia de género en el estado, descendieron de los autos, colocaron su planta de luz y sonido, y depositaron flores en cada una de las cruces que se encuentran en el lugar, un sitio ahora rodeado de grandes hoteles, construcciones que pareciera intentan ocultar lo que ahí sucedió.

Quizá la persistente impunidad y la falta de justicia justifiquen la ausencia de las familias de las víctimas éste sábado al acto ecuménico realizado para recordar a las jóvenes.

Por tres de los ocho casos de «Campo Algodonero», los de Esmeralda, Laura Berenice y Claudia Ivette, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH), emitió una sentencia condenatoria para el Estado mexicano por feminicidio. Hasta el momento ésta no se ha cumplido y tampoco nadie ha sido sancionado por los asesinatos.

A esto se añade que los resolutivos de la sentencia, que serían de inmediata aplicación, como la atención a la salud física y psicológica de las madres y familiares de las víctimas, no se ha brindado, como tampoco la reparación económica del daño, afirmaron las representantes de las organizaciones presentes.

Una a una, las integrantes de la Red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez, Centro de Crisis Casa Amiga, Mujeres de Negro, Pastoral Obrera, Mujeres por México en Chihuahua, y familiares de mujeres asesinadas y desaparecidas, se reunieron alrededor de las cruces para elevar una oración por todas las víctimas del feminicidio en el estado fronterizo.

Tendieron unas cuerdas de flores verdes y blancas en torno a las simbólicas tumbas, que se encuentran justo en el lugar en donde los cuerpos de las mujeres fueron encontrados y donde según uno de los resolutivos de la CoIDH, debe realizarse el memorial en su nombre y en el de todas las víctimas de feminicidio. El monumento se develará en la misma ceremonia en la que el Estado reconozca públicamente su responsabilidad.

Ante mujeres, de todas las edades que portaban un moño acompañado de una flor de algodón, las representantes de las OSC, afirmaron que éste acto se realiza para no olvidar a las miles de mujeres víctimas de violencia de género y feminicidio, que es una realidad en el país.

También es una expresión para exigir que el Estado a través de cada una de sus instituciones, cumpla con la sentencia de «Campo Algodonero», dictada por la CoIDH, el 10 de diciembre de 2010, por lo que hicieron la declaratoria del «Día Nacional de Erradicación del Feminicidio y Desaparición de Mujeres.

Imelda Marrufo Nava, coordinadora de la Red Mesa de Mujeres, afirmó que los altos grados de violencia en Ciudad Juárez, tienen conmocionada a la ciudad, sin embargo «en esta ciudad la violencia que vulnera la vida y la integridad no es nueva, como tampoco la impunidad».

Detalló que durante dos décadas, Ciudad Juárez ha sido testigo y «casi experimento de la simulación más cínica que éste país ha vivido»; por lo que ante las evidencias y falta de respuesta de las autoridades desde 1993, las OSC comenzaron a registrar las desapariciones, tortura sexual y homicidio en contra de las mujeres.

Hicieron las denuncias públicas, acompañaron a las madres y familias de las víctimas en su exigencia de justicia, documentando la nula respuesta de las autoridades y la discriminación de la que son objeto.

Las madres de las víctimas que año con año acuden a llevar flores a sus hijas, éste año no se presentaron, algunas de ellas se encuentran enfermas, otras de ellas tristes de ver como la justicia aún no llega.

En cambio, estuvieron presentes las madres que buscan a sus hijas, las madres de las mujeres desaparecidas quienes no descansan y van «a donde tenga que ir», señala Olga quien lleva más de dos años buscando a su hija y quien aún espera, como todas las madres, que sus hijas estén de regreso en casa.

«Tenemos 17 años denunciando la violencia feminicida en ésta ciudad, denunciando la impunidad y la simulación. A pesar de ello éste flagelo se sigue tratando como si fuera un «asunto de mujeres» que no tiene que ver con los temas de la ciudad y la violencia del crimen organizado «que si es una violencia grave», enfatizó Marrufo Nava.

Las activistas convocaron a todas las organizaciones a difundir la sentencia de la CoIDH para que la gente la conozca y exija su cumplimiento, toda vez que a casi un año de publicada no se ha dado cabal cumplimiento a sus mandatos.

Marrufo Nava, consideró que el cumplimiento de la condena, es vital para erradicar la violencia contra las mujeres, ya que señala que los hechos de violencia responden a una cultura de discriminación y violencia que se ha sostenido como Estado.

10/GTR/LR

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