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La comunicación

Por Marta Guerrero González

Conversar, instruir, informar, intercambiar puntos de vista son parte esencial de la buena comunicación, especialmente si se trata de padres e hijos. Un segundo, unos momentos de tiempo efectivo sirven de gran ayuda.

Alguna vez todos nos hemos sentido solitarios, abandonados y necesitados de compañía pero en el caso de las y los jóvenes esto sucede frecuentemente, sin importar que tan rodeados estén. Pienso en las niñas quienes desesperadas se quitan la vida, en los muchachos violentos e inadaptados que sufren el desamor de sus padres.

Algunas veces la propia casa es un a celda, un asilo y unos buenos separos, sobre todo si se cuenta con televisión y, sí hay en todas las habitaciones es peor, si existe una afición por mirarla a todas horas el problema se agrava.

Sin embargo, la comunicación empieza con unas simples palabras, así la brecha empieza a acortarse. Bastan unas frases, al principio triviales, para acortar la distancia entre familiares. Después surten buen efecto los comentarios positivos y oportunos, sobre todo si son generosos y bien intencionados.

Enseguida, después de unos cuantos días otorga buen ánimo alguna confidencia alegre o un requerimiento de consejo.

En algunas ocasiones las y los jóvenes, nuestros hijos e hijas, se muestran hostiles sin motivo personal aparente y lo que no sabemos es que ellos están empezando a manejar dentro de su organismo las hormonas y por eso sus cambios de humor, entre los que se encuentra, inclusive el mal humor y el enojo injustificado.

Pero la palabra amiga, acerca, conforta y logra enmendar conductas socialmente dañinas de ahí su gran importancia en las relaciones humanas, su trascendente peso en el significado y su valía en la entonación y sentido.

Es bueno decir las cosas pero decirlas bien es mejor. Lo curioso es que los padres en lo primero que nos empeñamos es en el lenguaje, desde sus primeros días llegan las lecciones para que el bebé hable, pero también una de las amonestaciones tempranas tiene que ver con el silencio; «cállate» es una palabra que por desgracia se escucha en la infancia.

Todo individuo tiene derecho a expresarse e inhibir esa necesidad es contrariar el sentido social, ciudadano y por ende, civilizado, de la persona. La comunicación es un tema que debe existir y prevalecer en todo hogar, en el trabajo y en la comunidad.

*Periodista y escritora

2005/MG/SJ

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