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La fuga de cerebros

Por Teresa Mollá Castells*
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Desde que se inició esta estafa llamada crisis que nos han provocado las grandes multinacionales y los grandes capitales con el único objetivo de acabar con la clase media, con algunos derechos de ciudadanía y con el Estado de bienestar que era la seña de identidad de Europa, una de las poblaciones más perjudicadas ha sido la juventud.
 
Jóvenes y mujeres han sido, por decirlo de algún modo, objetivos a batir por el capital que pretende, en el fondo, mantener el orden social que ellos consideran ideal: un sistema patriarcal donde el varón vuelve a ser el sustentador, convierte a la gente joven en eternos adolescentes sin posibilidad de emanciparse por falta de oportunidades laborales y en muchos casos con un altísimo nivel de formación.
 
Y por supuesto a las mujeres intenta devolvernos a las casas para realizar todas las tareas relacionadas con los cuidados de personas mayores, menores de edad y dependientes.
 
Para ello este (des)gobierno lleva tiempo trabajando en reformas laborales explícitas o encubiertas para que sean las mujeres y la gente joven quienes abandonen el mercado laboral en aras a que el poco trabajo que dicen que existe se concentre en manos masculinas, con el fin de mantener el androcentrismo patriarcal como único sistema posible.
 
Con este panorama, la gente joven más preparada y, quizás, consciente del gris futuro que les espera en el Estado español con los recortes “versus” reformas impulsadas por este (des)gobierno, han decidido buscarse la vida allende las fronteras estatales y por diversas vías.
 
Y, justo en ese momento se convierten en exiliados laborales y económicos, pese que a la católica ministra de Trabajo y Seguridad social, Fátima Báñez (recordemos que se encomendó a la Virgen del Rocío para salir de la crisis), le guste llamar a este exilio eufemísticamente “movilidad exterior”.
 
Entiendo perfectamente que algunas madres se enfadaran con ella y en las redes sociales la llamaran de todo menos bonita.
 
Una de esas madres que reprendió a la católica Báñez en las redes es mi amiga Ofelia Vila. Ella tiene a su hijo Luis en Francia trabajando desde septiembre del año pasado como profesor. Aprobó una oposición en el país galo y allá tiene su futuro.
 
La conozco hace años y nunca la vi con una mezcla de sentimientos tan grande como cuando me comentó que Luis había aprobado la oposición. Por una parte se sentía feliz porque su hijo tenía el futuro laboral resuelto, pero por otro lado sentía (y siente) un dolor tan grande que le provocaba (y le sigue provocando) una rabia incontenible cada vez que habla del tema.
 
El dolor por la ausencia del hijo y la rabia por ver cómo este (des)gobierno acaba con las expectativas de futuro de la que quizás sea la generación joven mejor formada de la historia, se apoderan de ella cuando se habla de gente joven y de trabajo.
 
Ella les llama “exiliados laborales” y eso es en lo que les ha convertido esta gentuza hipócrita que dice gobernarnos, pero que en realidad lo que consiguen es amargarnos la vida en muchos aspectos y prácticamente cada día.
 
En estos meses que llevo trabajando como funcionaria en un servicio de atención a la ciudadanía me he encontrado con muchas situaciones dolorosas, pero una de las que más me impresionó fue precisamente la de una señora a la que conozco desde hace años, Inma, que vino a informarse como ciudadana y cuando acabó se derrumbó delante de mi mesa, precisamente por este tema. Le pregunté por sus hijos y, literalmente, se derrumbó.
 
Después de tomar unos sorbos de agua para intentar calmarse, me contó que su hijo y su esposa llevan un tiempo en Alemania y que esperan su primer hijo. Será el primer nieto de Inma y ella ya sabe que no lo podrá disfrutar como quisiera, precisamente por la distancia que les separa.
 
Las lágrimas de Inma me conmovieron del mismo modo que siempre me conmueve Ofelia cuando habla del dolor que siente cada vez que Luis vuelve a Francia. No son las únicas madres que viven estas situaciones, pero sí son las más cercanas.
 
Luisa es otra madre en esta misma situación. Madre de cuatro hijos y una hija y viuda desde hace más de 30 años, ha tenido que sacar adelante sola a su prole y procurarles estudios a aquellos que desearan hacerlo.
 
Su hijo menor, Pau, arquitecto de profesión, hace un par de años que está en Brasil con su pareja también por lo mismo. Ahora, Pau y su pareja están pensando dejar el país sudamericano para “acercarse un poco” a casa.
 
Y ese acercamiento pasa por buscar trabajo en cualquier país de Europa que les permita desarrollarse laboralmente, pero no pasa por volver a este Estado cuyo gobierno les expulsó del mundo laboral para el cual están perfectamente calificados y capacitados.
 
Para Luisa, una señora de 75 años y con un infarto a su espalda, cada vez que abraza a su hijo las pocas veces que puede hacerlo y, sobre todo cada vez que tiene que despedirle, el dolor le ahoga las palabras y el sufrimiento se apodera de su corazón.
 
Son sólo tres casos de mujeres a las que conozco y que están pasando por esta dolorosa situación impuesta por las medidas de un (des)gobierno facha e hipócrita, que predica la salida de la crisis y legisla a golpe de Reales Decretos Leyes la fuga de cerebros con el consiguiente dolor para sus madres.
 
¿Qué pasaría si uno de los hijos de Báñez tuviera que exiliarse laboralmente pese a tener una formación profesional magnífica? Bueno es un supuesto poco probable, ya que los hijos e hijas de la gente pudiente no suelen exiliarse, que ya se ocupan sus madres y padres de procurarles asientos laborales en las empresas de amistades de su misma clase pudiente.
 
Este fenómeno del “exilio laboral” afecta a las hijas e hijos de la gente trabajadora que con gran esfuerzo ha podido darles una formación universitaria.
 
Y a ese esfuerzo continuado a lo largo de la vida, ahora se suma el dolor y la rabia por la ausencia de esos seres queridos que han tenido que buscarse la vida fuera del Estado español, por culpa de los recortes antisociales de Mariano Rajoy y todo su equipo de ultra reaccionarios católicos que forman el gabinete de (des)gobierno.
 
Y es que no hay derecho a que estas madres y padres sigan sufriendo y rabiando por no poder abrazar a sus hijas e hijos e incluso, como en el caso de Inma, porque se le impida ver crecer a su futuro nieto.
 
También Ofelia grita cada vez que puede en los espacios en los que se mueve y en las redes sociales (es una activista también en Facebook) que hay que echarles del Gobierno y que hay que hacerlo ya, con urgencia, con la máxima urgencia.
 
Pero el mal ya está hecho. El dolor que han provocado estos fachas hipócritas a las familias ya no puede subsanarse. La rabia generada tampoco puede ya reconducirse, puesto que la distancia es mucha y las necesidades de abrazos, continuadas e imposibles.
 
Y ese dolor ¿cómo se cura? ¿Quién va a compensar a estas personas, a estas madres, padres, hermanos, hermanas y la propia gente afectada por la ausencia, por los días sin abrazos? Los abrazos no se dan a través de Skype y esas madres lo saben.
 
Creo que no existe reparación posible a ese dolor y sobre la conciencia de esta gentuza caerá todo el sufrimiento que han generado a tantas personas que han trabajado toda la vida para sacar a sus hijas e hijos adelante, y porque tuvieran un futuro mejor que ellas y ellos.
 
Pero lo que nunca imaginaron es que ese futuro pasará por la distancia física, que tuvieran que emigrar para poder seguir adelante.
 
Sobre Rajoy y sobre todo su equipo de (des)gobierno, sobre sus conciencias ultracatólicas y mezquinas caerá todo el peso del dolor generado, y si algún día se escribe correctamente la historia de esta etapa se les recordará por su profunda hipocresía y el profundo dolor generado a millones de personas. Ésa sería la verdadera justicia social que debería reflejarse en los libros de historia.
 
De momento, a Ofelia, Inma, Luisa y tantas otras madres, sólo me queda hacerles este reconocimiento público y ofrecerles mi solidaridad, mi reconocimiento sin límite y todo mi afecto y cariño.
 
A los del (des)gobierno, mi rechazo completo y mi asco profundo porque todo lo que tocan lo convierten en dolor.
 
[email protected]
 
* Corresponsal, España. Periodista de Ontiyent.
14/TMC/RMB

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