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La historia del Día Internacional de las Mujeres

Por Sara Lovera

En los últimos 94 años, desde que en Dinamarca o Chicago se llamó a las obreras socialistas a luchar por sus derechos y a celebrar mundialmente cada año una jornada reivindicativa, el 8 de marzo se constituyó como la fecha emblemática que reúne la vieja lucha igualitaria por los derechos políticos y sociales de las mujeres y el reconocimiento de esos derechos, subliminales, privados, de la vida cotidiana que han dado en llamarse simbólicos y culturales. Los derechos de la diferencia.

Del origen de la celebración, hay una discusión histórica fundamental que nos lleva a revisar cómo en el siglo XX operaron grandes cambios en la visión de vida de hombres y mujeres, siglo en el que hay una rica historia de la lucha de las mujeres que imprimió otro tinte, otra faena, otra forma de crear humanidad y que estuvo involucrada en las grandes transformaciones sociales, de las revoluciones de Rusia y México, a la lucha por la paz y el antimilitarismo todavía vigentes.

En estas más de nueve décadas en que ha transcurrido el siglo XX y comenzó el siglo XXI, además, las mujeres de todo el mundo hemos conseguido a fuerza de tezón, organización, conocimiento y decisión tres cosas fundamentales:

-El reconocimiento de nuestros derechos políticos, aunque en México apenas conseguimos el 23 por ciento de las curules del Congreso.

-El reconocimiento mundial a nuestros derechos humanos, que incluyen una nueva visión de la violencia privada y pública contra las mujeres y ha dado lugar a leyes y programas contra la violencia.

-Finalmente el posicionamiento de los derechos sexuales y reproductivos o sea la libertad del cuerpo, al menos teóricamente. Este reconocimiento fue ratificado por 184 gobiernos en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) durante la Conferencia Mundial de Población y Desarrollo, en El Cairo, Egipo en 1994. En muchos países es legal el aborto, en otros está parcialmente despenalizado. Además, por esta fuerza se han impuesto las políticas públicas de género.

Al comienzo del tercer milenio, las mujeres estamos dispuestas a consolidar nuestra ciudadanía plena, es decir a reivindicar nuestro derecho indiscutible a intervenir, con todas las garantías, en el ámbito público, en el gobierno y en la sociedad.

Las modificaciones al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), las primeras que se hacen a ese código desde que nació en 1996, garantizan en este año electoral que las mujeres serán representadas en un mínimo de 30 por ciento en la Cámara de Diputados.

No obstante, es necesario reconocer que todavía, las mujeres somos las más pobres entre los pobres. Cerca de mil millones de mujeres en el mundo vivimos bajo la línea de la pobreza extrema; aún no es paritaria la educación inicial y profesional entre hombres y mujeres y nuestros cuerpos todavía son botín de guerra. Los ultrajes reales y simbólicos a nuestra integridad humana son cosa de todos los días, de todas la guerras.

Por ello, y a pesar de que existen posturas, entre hombres y mujeres, conocidas como de la postmodernidad, que proponen que dejemos de luchar por nuestros derechos específicos -porque la ley reconoce a la igualdad-, es necesario abordar el 8 de marzo como la única y más importante jornada mundial de reflexión, de lucha y demanda de los derechos pendientes de las mujeres, de la materialización de estos derechos y de la urgencia de informar sobre ellos y conocerlos. Y ello habrá que hacerse en todas partes, a través de todos los símbolos y acciones necesarios. Porque hemos terminado.

Pero, ¿de dónde vino la celebración del 8 de marzo?

En la mitad del siglo XIX operaron dos fenómenos trascendentales que habrían de dar a las mujeres una agenda de lucha. La Revolución de 1848 en Alemania, con reflejo en Austria, Polonia y aún en Rusia, y la Convención por los Derechos Civiles (1857) en Estados Unidos, en que las mujeres, definitivamente solicitaron su acceso a la ciudadanía.

Lo que sucedía en Europa revolucionaría al mundo. Los utopistas se habían convertido en materialistas. Karl Marx y Federico Engels habían lanzado el Manifiesto Comunista y se experimentó otra sociedad posible en la Comuna de París. Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo organizaban a las obreras alemanas en reuniones y convenciones desde finales de 1880 y en 1910 durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, a la que asisten Lena Morrow Lewis y May Woos Simons, se propone el Día Internacional de la Mujer, con el apoyo y entusiasmo de Clara Zetkin.

El acuerdo señala que se dedicará un día especial a las mujeres para promover el sufragio entre las obreras como parte central de una lista de otras reivindicaciones.

Clara y Rosa también llamaron a la construcción de una organización internacional. En esa época se crearon círculos de reflexión donde se hablaba de las desgracias del matrimonio, de los derechos sexuales y de la organización de las prostitutas.

Aquí cabe señalar que ambas, Rosa y Clara en 1915 fueron las promotoras de la Primera Conferencia Internacional por la Paz, en Holanda, y que de su tradición heredamos también esta convicción fundada contra la guerra. Fueron las mujeres alemanas quienes advirtieron, en su propia tierra, cómo el militarismo condena al mundo a desaparecer.

En Estados Unidos y también en Gran Bretaña había surgido el orgullo femenino de participar en el ámbito público a través del voto ciudadano; las mujeres reclamaron sus derechos sociales, su derecho a la tierra y, también, su libre albedrío como ciudadanas en materia administrativa, económica y educativa. Se sabe que en la industrializada Chicago, las feministas socialistas realizaron una jornada en el teatro Garrick para hacer campaña por el sufragio femenino y contra la esclavitud sexual. Es el primer Woman’s Day o día de las mujeres. Esto sucedió en 1908 y se pensó en una celebración internacional.

Un año después, en 1909 en Nueva York el Comité Nacional de la Mujer del Partido Socialista Norteamericano, recomienda a todas sus secciones establecer el último domingo de febrero una jornada a favor del sufragio femenino bajo la denominación de Women’s Day.

El ambiente de cambio, las nuevas ideologías, tecnologías y sistemas de producción, así como una nueva fase de lucha por la dignidad humana, serían el contexto revolucionario que haría florecer, a principios del nuevo siglo, la organización de las mujeres. El internacionalismo, como divisa obrera, así como las primeras formas de solidaridad, aún entre proyectos diferentes: uno socialista y otro a través de la democracia representativa, daría como fruto la organización internacional de mujeres. La única organización viviente al final del siglo pasado y al comienzo del siglo XXI.

En Europa en 1911 se celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer, un 19 de marzo. Hubo movilización en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza; las demandas fueron muy claras: derecho al voto, igualdad de oportunidades para ejercer cargos públicos y derecho al trabajo. Con ese motivo en Alemania se hizo un tiraje de 120 mil ejemplares de un periódico de las Mujeres llamado Die Gleichheit, o La Igualdad. Ese periódico también lo dirigía Clara Zetkin.

Por encima de las diferencias entre europeas y norteamericanas, inaceptables para los líderes masculinos, la alemana Clara Zetkin y la norteamericana Gertrude Breslau Hunt, establecieron contacto. En la Internacional de Trabajadoras de 1910, ya dijimos, fue cuando se propuso la celebración de un día de lucha internacional de las mujeres, Clara habría propuesto a las obreras sumarse a la lucha por le voto y los derechos civiles, en solidaridad con sus hermanas norteamericanas. En 1911 en toda Alemania la campaña por el voto incluyó el reparto de 2 millones y medio de volantes demandando el sufragio y Rosa Luxemburgo escribió una proclama.

He insistido en esto porque el origen del 8 de marzo fue manipulado durante décadas, la historia oficial ocultó esta alianza entre Clara, Rosa y las dirigentes estadounidenses.

En Chicago, la obreras socialistas propondrían la creación de lazos internacionales que discutieron dentro de sus jornadas de lucha. Así fue como apareció el 8 de marzo. Las mujeres de todo el mundo iniciaron la larga marcha hacia su constitución como seres humanas. Hoy es el feminismo, según Peter Waterman, la única propuesta internacionalista del tercer milenio desde la sociedad, como contraparte a la globalización de la economía que enarbolan los dueños del dinero.

De ahí que el 8 de marzo es la fecha emblemática para las mujeres. Durante muchas décadas se pensó que el día había sido elegido por Clara Zetkin, una alemana comunista y socialdemócrata cuya misión fue crear una Internacional de Mujeres y habría sido concebido en homenaje a un grupo de trabajadoras de la costura muertas al interior de su fábrica en Nueva York, tras un incendio provocado por el patrón.

En 1984 la historiadora Renée Cöte mostró que no existía ningún antecedente de este hecho. Su investigación ponía en duda todo: Clara Zetkin propuso el día, decía, pero sin fecha; no existen antecedentes del famoso incendio en una fábrica de costura en Nueva York, y, señala que realmente lo que sucedió un 8 de marzo de 1913, fue una gran manifestación de mujeres bolcheviques que tiraron al zar de Rusia. Es decir la celebración no implicaba un ejercicio, como el 1º de Mayo, en homenaje a las caídas, sino el reconocimiento de que la lucha femenina y la victoria están unidas, estos debieran ser ejes de la celebración, propone.

Hoy existe la convicción, según rescata Raya Dunayvskaya, de que antes del triunfo de la Revolución de 1917 en Rusia, las trabajadoras realizaron una movilización por el sufragio y una huelga inmensa, que generó una gran conflagración, a la que se unieron miles y miles de mujeres, considerada en la historia como la marcha de las 20 mil, esto sucedió en marzo, lo que vendría a ser el antecedente definitivo que puso la fecha para la lucha de las mujeres.

Pero a ello se agrega lo que dice Renée Cota. En realidad las feministas socialistas de Chicago organizaban actos en el Teatro Garrick, en 1908, en mayo, se realizó un acto denominado «Día de la Mujer» presidido por Corinne Brown y Gertrude Breslau Hunt, en una jornada dedicada a la causa del voto para las obreras y a denunciar su opresión como mujeres. Este elemento implicaría que la propuesta habría sido hecha dos años antes que la de Clara.

Independientemente de cuál haya sido el origen preciso de la celebración, es evidente que fueron las socialistas, norteamericanas o alemanas, las que propiciaron la celebración, sin imaginar cómo se desencadenaría la lucha por los derechos femeninos, ni vislumbraron la fuerza que cobraría este día, como uno internacional. La propuesta, hay pruebas, correría hacia todas partes, muy rápidamente. De Nueva York a Petrogado, pasando por Copenhague.

La organización y el establecimiento de las demandas femeninas de principios de siglo tuvo como telón de fondo la internacionalización del socialismo, que vio a la Rusia zarista volverse soviética, el estallido dos guerras mundiales, el desarrollo de un movimiento obrero combativo y mujeres defendiendo sus derechos específicos y peleando por la paz.

La lucha por el voto fue central, eso ha quedado claro, durante todo el siglo XX este derecho fue lográndose poco a poco en todo el mundo: 1920 en Estados Unidos, 1953 en México, 1960 en Canadá, y todavía no sabemos si puede ejercerse en Kuwait y cuáles son las leyes electorales en los Emiratos Arabes Unidos.

En las jornadas de la Revolución Mexicana de 1910, se celebró en México un primer Congreso Feminista (1916); se consolidaron muy diversas organizaciones de mujeres en toda la América Latina y en 1934 se realizó el Primer Congreso Panamericano de Mujeres en la ciudad de México. La agenda se había conformado, era una agenda por los derechos sociales y civiles. Hay indicios de que en 1913, durante la primera y única huelga general en México, también las obreras encabezaron una primera celebración el 8 de marzo, poniendo en el centro el sufragio.

Según los anales de nuestra historia, las mujeres del Partido Nacional Revolucionario, (hoy PRI), celebraron el 8 de marzo junto con las mujeres del Partido Comunista, en 1935, precisamente cuando las unía la lucha por el voto ciudadano y estaban juntas en el Frente Pro Derechos de la Mujer.

Lo cierto es que es difícil determinar un sólo y único origen del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Pero lo que es indiscutible es que a lo largo del siglo XX a cada tramo de la historia universal, nos topamos con una enorme riqueza de propuestas femeninas, de agendas reivindicativas, de acciones y transformaciones filosóficas y políticas, donde las mujeres estuvieron. Hoy ya nadie discute si estos derechos específicos para las mujeres son justos o no. Por eso algunos intelectuales están hablando de que el XXI será el siglo de las mujeres.

Habría que agregar que la celebración combativa, fue mucho tiempo exclusiva de las obreras y de las mujeres de izquierda. Hacia los años 70, en que cobra fuerza el nuevo feminismo, el 8 de marzo es adoptado por las nuevas combatientes, lo que amplió el conocimiento y el motivo de la celebración. Había una nueva agenda de reivindicaciones.

El 8 de marzo también se hizo institucional. Ha sido adoptado por los Estados que forman parte de la Asamblea General de Naciones Unidas. Consta en actas que en 1975 según resolución 32/142, se invitó a los gobiernos a que proclamaran, de acuerdo con sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, un día del año como Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. En la mayoría de los países, ello se celebra el 8 de marzo.

LA HISTORIA CONTEMPORANEA

La demanda de los derechos políticos de las mujeres, en el mundo occidental, tiene su origen en 1789, cuando sucedió la Revolución Francesa y nacieron las asambleas de mujeres, fecha de nacimiento también de lo que hoy conocemos como feminismo; casi inmediatamente, en 1788 en algunos condados o entidades de Estados Unidos las mujeres podían ser elegidas, pero no votar, y tuvieron que pasar más de 100 años para que en 1893 las mujeres pudieran votar, en forma restringida, en Nueva Zelanda y en 1902 en Australia.

El voto universal absoluto comenzó en Finlandia en 1906. Tal vez por esa razón en 1908 y en 1910 el centro de la lucha de las mujeres internacionalistas era por el sufragio y la demanda universal de la participación en la toma de decisiones. Esta pelea está, como vimos arriba, ligada estrechamente a la celebración internacional del Día de la Mujer, es reivindicativa, victoriosa por momentos y nunca victimista como se quiso difundir, ni por muertas y sacrificadas (el caso de la fábrica textil) sino por alzadas y movilizadas como señala la historia.

No obstante, la situación en México es lamentable. Las mexicanas venimos de una lucha increíble, los clubes feministas aparecieron al final del siglo XIX y la demanda generalizada eran los derechos políticos y sociales.

Este año cumplimos 51 desde que se sentó en la Cámara de Diputados la primera mujer y pudimos elegir y ser elegidas. Medio siglo de ciudadanía y derechos sin representación equitativa.

Veamos dos cifras sencillas: De 1952 a 2003 se eligieron en total cinco mil 688 legisladores y legisladoras; mujeres diputadas o senadoras sólo hemos sido 643, un poco más de 10 por ciento de todos los puestos en que los hombres han tomado mayoritariamente las legislaturas y todavía parece a muchos de ellos en los distintos partidos un abuso el tema de las cuotas de participación política.

Hubo 21 años en que no logramos más de cinco o seis diputaciones en cada legislatura, en esos mismos años, sólo dos senadoras y en total sólo 46 legisladoras.

Vale la pena recordar que en junio del año 2002 se reformó el Cofipe para asegurar que los partidos políticos tienen como obligación promover la equidad entre los hombres y las mujeres para el acceso a cargos de elección popular (artículo 4).

Igualmente el artículo 175 y la creación del mismo 175, a.b.c. que establecen que en ningún caso se podrán registrar más de 70 por ciento de candidaturas de un mismo sexo; las listas plurinominales tendrán que integrarse en segmentos de tres candidaturas y en cada uno de ellos será de una de un género distinto.

Si ello no sucede habrá una sanción de modo que no podrán registrarse las candidaturas o las listas para la elección. Es decir, es obligatorio.

Se incorporan otras sanciones con multas, reducción de administraciones del financiamiento e incluso la cancelación del registro en caso de violación repetida o grave al Cofipe.

Aunque legalmente se cumplieron las cuotas de género en las candidaturas titulares de la Cámara de Diputados en julio de 2003, la mayoría de los partidos políticos contravino el espíritu de las reformas al Cofipe.

Uno de los hechos más actuales en la lucha por los derechos de la población femenina es el de la conformación de la Fiscalía Especial para atender los homicidios en Ciudad Juárez y Chihuahua, a finales de enero de 2004.

Poco después, el 19 de febrero, el Senado de la República designó a la magistrada Margarita Beatriz Luna Ramos como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), con lo que se convirtió en la décima mujer en la historia de México en ocupar un lugar en el máximo tribunal del país.

Han transcurrido 42 años desde que una mujer fue nombrada por primera vez ministra de la SCJN. Desde entonces, sólo nueve mujeres habían ocupado ese cargo. Ahora, la presencia femenina en los altos cargos del Poder Judicial en México es de tan sólo 20 por ciento.

Actualmente, existe una participación femenina de 22.6 por ciento de un total de 500 diputadas y diputados, 113 son mujeres, entre las que destaca la participación de feministas con importante trayectoria. En la Cámara de Senadores, 18 por ciento son senadoras.

Un evento próximo a realizarse los días 5 y 6 de marzo es el sexto Parlamento de Mujeres de México, foro anual en que participan feministas y mujeres de la sociedad civil desde 1998. En los cinco años que tiene de existir ha plasmado acuerdos en 12 iniciativas de ley.

Este año habrá elecciones en 14 estados de la República Mexicana para renovar los congresos locales y las presidencias municipales, y en 10 de ellos también se elegirá gobernador (entre los que se en encuentran Yucatán, Tlaxcala, Zacatecas, Aguascalientes, Tamaulipas, Chihuahua, Sinaloa, Durango, Puebla, Veracruz y Oaxaca).

Nada mejor este año que celebrar los 94 años del Día Internacional de la Mujer, los 51 años del sufragio para las mexicanas, convirtiéndonos todas en observadoras de que se cumpla con el Cofipe, que no haya fraude en la selección de candidaturas y que no se las ponga a las mujeres en los distritos y lugares donde los partidos políticos les niegan su posibilidad de llegar a la Cámara.

*Sara Lovera López es periodista. Es directora de la agencia de información Cimacnoticias y secretaria ejecutiva de Comunicación e Información de la Mujer, A.C (CIMAC).

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