En el marco de la entrega del presupuesto para el 2010 por parte del Ejecutivo federal al congreso de la Unión se desarrolló el Foro «Niñas, niños y adolescentes, los más vulnerables a los efectos de la crisis económica». ¿Cómo afecta ésta a la infancia mexicana? ¿Qué riesgos enfrentan la niñez y la adolescencia? Fueron interrogantes a analizar en este espacio de reflexión convocado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
La situación económica actual, aunada a la crisis alimentaria de 2008, afecta de manera especial a las personas menores de edad, quienes se encuentran «desproporcionadamente representadas en los grupos más pobres y vulnerables», expresó Susana Sottoli, representante de Unicef en México.
Experiencias internacionales de crisis económicas refieren que la población más vulnerable es la infancia y la adolescencia. En tiempos de crisis existe mayor probabilidad que esta población abandone la escuela para trabajar y así complementar los ingresos familiares decrecientes, agregó Sottoli.
En el mismo tenor, Jorge Máttar, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, expresó que el impacto de la crisis se refleja en la niñez, pues la caída del empleo, los ingresos y las remesas provoca la falta de asistencia y la deserción escolar. «Esto afectaría más a las niñas —sobre todo– en comunidades donde se cree prioritario que los niños asistan a la escuela», además de disparar los índices de trabajo infantil, desnutrición y mortalidad de este grupo poblacional.
En este contexto, el Foro hace un llamado a proteger a la infancia y adolescencia de estos impactos provocados por la crisis, y pide colocar a estos sectores, en todo momento, en el centro de las políticas públicas.
John Scott, profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) anotó que la contracción del gasto público crea presiones políticas, es decir, vulnerabilidad de programas a favor de la infancia. En momentos como el actual, donde se presenta un paquete económico, hay que ver la «reasignación de prioridades; cuando hay estas contracciones, los que tienden a perder son grupos menos organizados, con derechos no adquiridos, más pobres y jóvenes».
El secretario ejecutivo del Coneval, Gonzalo Hernández Licona, presentó datos que demuestran la diferencia que existe entre las infancias, de acuerdo con el lugar o contexto en el que nacen. La pobreza alimentaria en familias no indígenas es de 23.3 por ciento, mientras que en las indígenas es de más del 70 por ciento.
OPCIONES FRENTE A LA CRISIS
El caso de Chile fue presentado por Verónica Silva, secretaria ejecutiva del sistema Chile Solidario, del Ministerio de Planeación y Cooperación, quien explicó en qué consiste el programa Chile Crece Contigo que, dijo, busca focalizar políticas sociales mediante un concepto denominado protección social, que consiste en apoyar a la población más vulnerable frente a contingencias o riesgos específicos que puedan significar pérdidas de bienestar social. «La clave para enfrentar la crisis es la combinación de políticas universales y selectivas, pues la crisis sólo agudiza los problemas que ya existen.»
La infancia y el impacto de la crisis en su vida es una agenda pendiente que requiere del seguimiento de las instituciones gubernamentales. Es necesario seguir visibilizando a la infancia, pues es un hecho que la pobreza se incrementa en tiempos de recesión, afectando de manera sensible a la infancia.
Por ello, se apuntó en el foro, es necesario insistir poner en marcha «políticas públicas que tengan relación y correspondencia con la magnitud de esta crisis. Es decir, respuestas rápidas en temas de infancia y más específicamente de primera infancia, donde la oportuna intervención es clave. Respuestas tardías pueden costar caro en términos de desarrollo social y humano», concluyó Sottoli.
09/ER/LG
