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La multiplicidad religiosa es irreversible en México: expertos

Por Redaccion

La aparición de fenómenos como el culto a la «santa muerte» o la proliferación de asociaciones como la «Iglesia Universal del Reino de Dios», conocida por su eslogan «pare de sufrir», muestran la gran diversificación religiosa en que está inmerso el país, señalaron académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El integrante del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de esa casa de estudios, Hugo José Suárez, explicó que en México cada vez se observa una mayor variedad de credos, porque las personas pueden elegir en qué creer, informa un comunicado de la UNAM.

Hasta octubre de 2007, la Dirección General de Asociaciones Religiosas, dependiente de la Secretaría de Gobernación, tenía registradas seis mil 806 asociaciones de ese tipo y 60 mil 542 ministros de culto en el territorio.

En tanto, el porcentaje de mexicanos que se declaran católicos ha ido a la baja en las últimas décadas. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), mientras en 1895 el 99.1 por ciento de la población afirmaba pertenecer a esa creencia, en 1980 disminuyó a 89.7 y en el 2000 a 88.

En 1900, había 13.5 millones de personas católicas en la República; en 1980, sumaron 61.9; en 1990, fueron 63.3 y para el 2000, eran 74.6 millones, detalla el mismo organismo.

En los últimos cien años, el segmento con alguna religión distinta a la católica pasó de aproximadamente 56 mil personas en 1900 a casi seis y medio millones en el 2000, aunque hasta mediados del siglo XX este volumen no rebasaba el medio millón, de acuerdo con los censos de Población y Vivienda de 1895 al 2000.

El promedio por entidad es diferenciado. Algunos estados registran un mayor porcentaje de adscritos al catolicismo, como Guanajuato (96.4 por ciento), Aguascalientes (95.6), Jalisco (95.4), Querétaro (95.3), Zacatecas (95.1) y Michoacán (94.8). Pero en otros no se llega a la media, como en Chiapas (63.8), Tabasco (70.4), Quintana Roo (73.2) y Baja California (81.4 por ciento).

Ante ello, José Suárez comentó que en los próximos años se acentuarán las formas autónomas de creer. La multiplicidad religiosa es un fenómeno irreversible, y los individuos, al estar en posibilidad y necesidad de construir sus propias convicciones, lo seguirán haciendo.

Se experimentan transformaciones y reacomodos que modifican el paisaje espiritual en México, vislumbró el especialista. Desde los años 70 hay nuevos procesos culturales, y los espacios ya no son los mismos desde la aparición de Internet.

CREENCIAS BÁRBARAS

Sin embargo, para Alejandro Tomasini Bassols, del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFi), en México se vive una manifestación de irreligiosidad, porque si bien las confesiones positivas impulsan al pueblo, en la actualidad se advierte un retroceso en muchos ámbitos.

«Hay una expansión de creencias bárbaras y primitivas». Hoy día, advirtió, se pretende transformar a la religión en una especie de superciencia o supertecnología para triunfar en la vida, como sacarse la lotería o conseguir la buena fortuna en los negocios, advirtió.

Eso demuestra que la vida espiritual está ausente de México. Se asiste a conflictos entre instituciones, pues se ve a estas asociaciones como partidos políticos, porque se encuentran analizando cuántos adeptos logran, cómo están las cuotas y demás. «Las iglesias tienen otros intereses además de los estrictamente espirituales», consideró.

Hasta junio del 2005, la Secretaría de Gobernación tenía registradas a las siguientes religiones: hinduismo, budismo, seguidores de Krishna, judía, ortodoxos, católicos, protestantes –que engloba a luteranos, anglicanos, presbiterianos, evangélicos, metodistas, bautistas, Ejército de Salvación, pentecostales, adventistas, luz del mundo, espiritualistas y científicas cristianas, entre otras–, la Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, congregación cristiana de los testigos de Jehová, Islam y nuevas expresiones.

Asimismo, en el 2000 se advirtieron en el territorio 54 municipios donde menos de la mitad de su población es católica; dos terceras partes de los protestantes viven en el sur y sureste; nueve de cada 10 mormones residen en comunidades con más de 15 mil habitantes y la mitad de los testigos de Jehová habita en localidades con más de 100 mil habitantes. En tanto, los judíos registran la estructura poblacional más envejecida, según el INEGI.

De 1990 al 2000 los católicos crecieron 1.7 por ciento, los no católicos 3.7, y los que dijeron no tener religión 2.7 puntos porcentuales, reporta el mismo organismo.

Todo ello, expuso José Suárez, revela un amplio mercado religioso en México, donde cualquier individuo puede encontrar una variada oferta de confesiones.

Una de las razones de esta situación, apuntó el sociólogo, es la crisis del monopolio que tenía la Iglesia Católica en torno a lo sagrado. Es decir, hasta hace 20 años este vínculo estaba mediado necesariamente por ese credo.

En el momento en que las formas de pertenencia se hacen más ligeras y los sacerdotes ya no son necesarios para las personas, son éstas las que tienen la capacidad de saber, decidir y gestionar por sí mismas, su relación con lo divino, resaltó.

No es casual que una asociación como la Iglesia Universal del Reino de Dios, mejor conocida por su eslogan «pare de sufrir», tenga gran éxito en América Latina, «porque ofrece lo que no ha podido dar el mundo sociopolítico, que es acabar con el sufrimiento de la gente», aclaró el especialista.

En la actualidad, aseguró Tomasini, la vida religiosa en México fluye por los canales de la Iglesia Católica y las sectas protestantes, lo que genera un fuerte conflicto. Por un lado están las iglesias establecidas u oficiales y, por otro, algunas minorías notables, como los judíos y musulmanes.

Suárez subrayó que en este ámbito el factor económico siempre estará presente, pero ello no explica la necesidad simbólica de la colectividad, porque desde siempre los humanos tienen requerimientos internos, y las busca y construye a partir de lo que tiene.

En los próximos años, «no se vislumbra que vaya a llegar a una etapa en donde la mitad de la población sea católica y la otra evangélica, ni tampoco que se vaya a remontar el número de los primeros», enfatizó.

Ello no impide que las grandes formas de expresión sigan teniendo gran eficacia. Así, continuará el fervor a la Virgen de Guadalupe, las peregrinaciones a la Villa y las manifestaciones de fe en el barrio o la colonia, agregó.

Al respecto, Tomasini sostuvo que en México se evoluciona hacia el «primitivismo religioso», y como el país vive un periodo de decadencia en todos los contextos, también se experimenta en el religioso. De una rica vida espiritual se ha pasado a un negocio, que revela el grado de desesperación de mucha gente, de la necesidad de creer cuando las instituciones ya no cumplen con su función, concluyó.

08/GG/CV

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