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Las expectativas de reducir muertes maternas, nulas

Por Valeria Salinas

Al menos mil 400 mujeres murieron en este 2003 en México por problemas durante el embarazo, parto o puerperio, es decir son muertes maternas, todas ellas evitables si hubieran recibido atención médica o encontrado una clínica en el camino, proporcionados con el presupuesto destinado a la salud que no se ejerció este año.

Si en el 2003 la Secretaría de Salud (SS) ejerció menos dinero de lo presupuestado en programas destinados a la atención de la mujer, en este 2004 las noticias no mejorarán ya que el presupuesto federal reducirá en un 60 por ciento lo asignado a programas de mujeres, y además dejará de sostener el programa Arranque Parejo en la Vida (PAPV) destinado a abatir la muerte materna (MM).

Así, la MM sigue siendo una problemática en pleno siglo XXI, donde se presume de los más sofisticados avances tecnológicos, pero no se puede evitar la muerte de una mujer durante la gestación y el proceso de parto ya sea en una zona urbana o una rural.

Si bien en esta problemática se enmarañan distintas causas y factores como lo son la cultura, la pobreza o miseria, la marginación, la violencia doméstica, el cada vez más marcado conservadurismo, también es de hacer notar que las políticas públicas del foxismo no han cumplido con la promesa de campaña de otorgar mayor presupuesto a los programas de salud de la mujer, los cuales tampoco serán suficientes, pero al menos servirían para frenar la dolorosa muerte de una mujer durante su embarazo y parto.

La muerte materna es, pues, un problema de salud pública en México y en todo país empobrecido. A nivel mundial las cifras no dejan de ser alarmantes pues más de medio millón de mujeres mueren al año en el mundo, es decir mil 400 al día, según reveló el Comité por una Maternidad sin Riesgos.

Las causas en un 85 por ciento son las mismas: hemorragia, infecciones y preclampsia, mientras que en los países subdesarrollados domina la hemorragia posparto como causa principal en un 50 por ciento.

Sin embargo, en México el único programa federal destinado en esta administración a erradicar la muerte materna (APV) otorga actualmente 400 pesos por día para el combate de este problema en los 330 municipios en que opera. Los resultados, no puede ser alentadores.

LAS CIFRAS

En México mueren mil 400 mujeres anualmente, colocando al país con una taza de 5.1, según lo declaró la académica de la UAM Gisela Espinoza Dimas. En el año 2001 se produjeron mil 707 muertes maternas, es decir que cerca de cinco mujeres fallecieron diariamente, informó en meses pasados el Centro para los Derechos de la Mujer, Fundar y el Foro Nacional de Mujeres y Políticas de Población, quienes además sostienen que casi el 70 por ciento de muertes ocurren en los estados del sur sureste.

Tan sólo en Puebla se registraron el año pasado 62 muertes maternas, según el INEGI, y según la SS 72, ubicando a esa entidad con una taza de 4.2; mientras que Oaxaca registra un alto índice de mortalidad materna superior en un 36.7 por ciento a la media nacional.

En otro empobrecido estado, Veracruz, la cifra no mejora. En ese mismo año se registraron 85 muertes de mujeres durante su embarazo, el parto o después de él, y a mitad de este año reportaban ya 42 muertes de madres y 77 de recién nacidos. En Michoacán se registra una taza de 4.1 y en Chiapas la SS reportó 84 muertes maternas ocurridas durante este año.

Al ser la muerte materna un problema justicia social, pues se presenta en las entidades más empobrecidas de México dejando en claro que es una problemática donde la pobreza es determinante, las triplemente excluidas, es decir las indígenas, son las que presentan tres veces más riesgo de morir durante la etapa de gestación, el parto y posparto.

Así lo señaló la investigadora Espinoza Dimas, quien aseguró que «el riesgo de morir por embarazo, parto o posparto es tres veces mayor para las mujeres indígenas que para el resto de las mexicanas», y para muestra la tasa nacional de muerte materna es de 51 por cada cien mil nacidos vivos, mientras que en zonas indígenas es de 151.

Por ejemplo, en las comunidades indígenas del sureño estado de Guerrero la tasa es de 283 muertes por cada 100 mil nacidos vivos, mientras la tasa global para ese estado es de 70.

En Oaxaca, más del 70 por ciento de muertes maternas ocurren con las mujeres indígenas, mientras que en Veracruz de cada 21 mujeres que diariamente mueren por complicaciones de parto, 14 son indígenas, según la coordinadora del Centro de Integración de la Mujer (Cedim), Mayela García Ramírez.

Las razones como aislamiento geográfico, cuestiones culturales y sociales, así como deficiente atención médica impiden reducir la muerte materna en las comunidades indígenas oaxaqueñas.

Ahí, la inequidad de género, marginación socioeconómica, falta de infraestructura médica y en algunos casos la mala atención dentro de los hospitales regionales aún persisten, constató la coordinadora general del Comité Promotor por una Maternidad sin Riesgos en esa entidad, Paola Sesia Arcozzi-Masino.

No obstante, todas estas causales son las mismas en los demás estados del sur sureste mexicano, y como muestra el lamentable fallecimiento de una joven embarazada de 16 años en el Hospital Regional de Comitán Chiapas en los primeros días de diciembre por no recibir atención médica a tiempo.

LOS ESFUERZOS CIVILES Y GUBERNAMENTALES

La presidenta del Comité por una Maternidad sin Riesgos, Maricarmen Elú, aseguró que los programas hasta ahora surgidos han sido insuficientes para evitar que las mujeres sigan muriendo, pues cada vez son menos los recursos destinados a ellos y además éstos no son claros en su asignación, y por tanto en su ejecución.

Pese a que el secretario de Salud Julio Frenk admite que las muertes maternas son una asignatura pendiente en materia de equidad y que la meta es reducir en el año 2006 a 400 muertes a través del programa Arranque Parejo; su ejecución ha sido calificado como «una gran mentira» por mujeres rurales al no contar con clínicas cercanas donde recibir atención.

Ante el escaso compromiso político del gobierno actual para resolver esta problemática, las organizaciones civiles han salido al paso y propuesto formas o mecanismo para detener esta situación.

En Chiapas, la doctora Graciela Freyermuth, especialista en el tema, propone que las clínicas del primer nivel cuenten con una atención de urgencia obstétrica las 24 horas en el segundo nivel y a la par constituir una red de servicios de atención básicos, que permita la atención oportuna y la canalización a un servicio de emergencias completo, aunado a equipos y personal médico bien capacitado y presentes igualmente durante todo el año.

En este mismo estado, lugares como el Hogar Comunitario Yachil Antzetik, donde se atienden y albergan a mujeres solas y embarazadas, significan un esfuerzo de la sociedad civil para detener este problema, sin dejar de mencionar a las parteras organizadas que mediante la medicina herbolaria han evitado muertes maternas en 12 comunidades de la zona Altos.

De igual forma la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas (Conami) y el organismo civil Kinal Antzetik presentaron una propuesta de atención a la salud con el fin de disminuir la mortalidad materna en zonas indígenas de cinco estados del país, la cual consiste en ocho grandes líneas de acción entre ellas formar promotoras indígenas para la salud reproductiva en comunidades indígenas.

La idea es que exista un fondo para que muchas mujeres puedan acceder a programas de salud de forma gratuita, propuso por su lado el representante de la Sociedad Peruana de Obstetricia y Ginecología, Alfredo Guzmán.

CONCLUSION

Reducir la mortalidad de las madres no sólo depende de los tratamientos médicos sino también de una organización social y de políticas que apliquen los países, señaló el mismo Guzmán, y efectivamente, si bien los esfuerzos civiles encaminados a erradicar la MM son loables, hace falta que el Estado asuma su responsabilidad de garantizar salud gratuita y eficiente a la sociedad mexicana.

Más aún, es urgente que las políticas públicas de salud volteen la vista a los millones de mujeres que necesitan atención médica en uno de los procesos que la misma sociedad ha exaltado, que es la maternidad.

En México los intereses políticos parecen más importantes que la salud de una mujer, pues mientras los diputados y diputadas se despedazan para aprobar una propuesta fiscal contraria, miles de mujeres dejarán de ser atendidas en el Hospital de la Mujer, por el escaso presupuesto que se le asignará en el 2004.

En lugar de rescatar banqueros y sostener ejércitos inútiles con millones de pesos, el gobierno foxista debe ponerse en verdad las botas y dejar de dar malas noticias a las mujeres en un año que lo único que tiene de nuevo es el mínimo acceso a un servicio de salud público.

03/VS/GMT

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