Inicio Laura y Sofía, migrantes nahuas: ante la crisis, solidaridad

Laura y Sofía, migrantes nahuas: ante la crisis, solidaridad

El llanto de desesperación de Laura no es solo desolador, sino desgarrador. Es mexicana e indígena que habla náhuatl y tiene 20 años de edad.

Ella llora al mismo tiempo que su pequeña hija, Sofía, de apenas cuatro meses de nacida.

«Ya no sé qué hacer, ni a dónde ir. No encuentro trabajo. Y mi niña… mi pobrecita niña… me llora de hambre», dice Laura en náhuatl y traduce Lidia, otra mujer mexicana, quien, por cierto se considera «toda una suertuda» porque, pese a todo, continúa trabajando en la lavandería.

Laura y Lidia dialogan. Solo se escucha en español cómo Lidia la tranquiliza «ya, ya, ya», y la abraza.

Me acerco y le pregunto a Lidia: «¿Por qué llora?

Y Lidia responde: «No encuentra trabajo. El que la preñó la abandonó. Y donde vive, ya le están pidiendo lo de la renta o que desocupe. Esto rompe el corazón, ¿a poco no?».

Aquí ya van como diez personas que vienen a preguntar, me explica Lidia, que les dé razón de dónde preguntar por un trabajo. Pero, mira, no habla ni español. Y mucho menos inglés. Y con la niñita en brazos, pues qué va a hacer… Esto sí que rompe el corazón… Sin papeles, sin nada… Pues qué va a hacer la pobrecita, y más con su niñita».

Qué cuadro. Qué imagen. Qué desolación. Qué duro pega la impotencia.

– Ándale, Leticia, vete a la farmacia a comprar leche para la niña –me dice confianzuda la señora Lidia.

– Sí, claro. ¿De cuál?

Lidia le pregunta a Laura, quien responde «entera», porque ya toma de esa.

Y me explica que a Laura «la leche se le fue, de la pena, de la preocupación y el abandono».

Por fin regresé con la leche y un paquete de pañales. La pequeña Sofía por fin come.

Ya con más calma y con Sofía dormida, tranquila y plácida, con esa imagen de ángel, me dice Laura:

– ¿Qué hacemos, Leticia? ¿No sabes por ahí de un trabajito para la carnalita. Vamos a ayudarla, ándale, piensa, ahí con tus conocidos.

Llamadas aquí y allá. Y nada. Mientras, en la espera, unas y otros sacamos y doblamos nuestra ropa en la lavandería.

— Y a todo esto, ¿dónde vive? –le pregunto–. ¿Cómo le va a hacer con la niña?

– Tú no te preocupes por eso. Solo consíguele trabajo. Lo de menos es que me la llevo para mi casa. Mi esposo es bien bueno.

En eso, entra la llamada:

– ¡Bendito sea Dios! Grita Lidia de alegría.

– Anda, contesta–me insiste.

El trabajo es de lavaplatos. De cinco de la tarde a diez de la noche. A siete dólares la hora. En el restaurante de italianos que acaban de abrir.

La felicidad se apodera de todas nosotras. Y sonreímos.

Lidia expresa: «Dios aprieta, pero no ahorca».

Y me viene a la mente que hace unos días, en su primera conferencia de prensa, Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, dijo a los medios de comunicación, tras argumentar y fundamentar la solicitud de aprobación de 838 billones de dólares a los y las senadoras republicanas, que la aprobación no podía esperar más tiempo, que las madres solteras son las que están sufriendo más las consecuencias de esta recesión económica y eso no puede continuar.

Desafortunadamente, Laura, madre soltera, no entra en la ayuda de este paquete económico, aprobado ayer en el Senado, puesto que no es ciudadana, ni residente con documentos migratorios.
Laura es indocumentada.

Después de la aprobación del paquete económico, Obama también reconoció en entrevista con la televisora hispana Telemundo que los hispanos y las hispanas, son los más afectados por la recesión. En esta población, la minoría más grande de la nación, es donde hay más desempleo, no cuenta con seguro médico y sufre más embargos hipotecarios.

Obama mencionó que aun y cuando el plan no va a ser exactamente como yo lo quiero, pero se generarán trabajos en el área de la construcción, lo cual favorecerá a la comunidad latina y a toda la nación.

Y anunció: voy a ir a la cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, programada para abril próximo. Tendré allí la oportunidad de reunirme con personas con quienes ya hemos hablado de colaborar, como el presidente (Luiz Inácio) Lula, de Brasil, y otros.

El desempleo trasciende el Continente Americano: en Londres, ya se habla de casi dos millones de desempleados y desempleadas, reporta la BBC. Experiencias como la de Laura también allá estarán sucediendo.

09/LPB/GG

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