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Libertad de expresión con cuerpo de mujer

Por Lucía Lagunes Huerta*

En un spot radiofónico Felicitas Martinez y Teresa Bautista advirtieron lo que podría sucederles por ejercer su derecho de la libertad de expresión, a través de los micrófonos de la radio comunitaria «La Voz que Rompe el Silencio» afirmaron «algunos creen que somos muy jóvenes para saber… deberían de saber que somos muy jóvenes para morir».

Ellas rompieron el silencio desde enero de 2008, a través de su ejercicio periodístico diario, desafiaron a todos aquellos que las querían mantener calladas, silenciadas.

El asesinato de esta dos periodista trae consigo también las condiciones que en la comunidad triqui se viven desde hace año, la violencia que ha crecido en esa zona por cacicazgos añejos, alentados por la indiferencia gubernamental.

Felicitas Martínez y Teresa Bautista, por desgracia, no son las únicas mujeres que han tenido que documentar con sus vidas la violencia de la zona, que se recrudece en el cuerpo de las mujeres, antes de ellas las hermanas Virginia y Daniela Ortiz Ramírez, quienes desde julio de 2007 están «desaparecidas», sin que autoridad alguna dé con su paradero.

Felicitas y Teresa también rompieron el silencio de lo que significa para las mujeres ejercer la libertad de expresión.

A decir de las autoridades, ellas no eran periodistas porque no existe ningún contrato laboral de por medio que las acredite como tal fue uno de los argumentos del Fiscal Especial para la Atención de Delitos contra Periodistas de la PGR.

Así de sencillo lo dijo frente a once representante de instancias internacionales que conforman la Misión Internacional de Documentación sobre Ataques en contra de Periodistas y Medios de Comunicación.

Así de sencillo para este funcionario se puede descartar a una periodista, igual que han argumentado en el caso de la periodista Lydia Cacho quien ha tenido que documentar su trayectoria periodística, de la misma manera que autoridades morelenses exigieron a la periodista Adriana Mújica, documentara su trayectoria profesional.

Las mujeres periodistas están viviendo en carne propia las amenazas por el ejercicio de su profesión, por romper el silencio y documentar la resistencia, la movilización, la defensa de los derechos humanos.

Por la noche, esta misma Misión Internacional se encontró con las periodistas de distintas entidades federativas de la República.

Escuchó de viva voz la historia de la reportera tabasqueña Cecilia Vargas Simón, reportera de «La Voz del Sureste», quien narró el secuestro de su hija en el año 2005, a la que además de los golpes le dejaron un mensaje «dile a tu madre que deje de escribir lo que esta diciendo». Y documentó el allanamiento de su domicilio, acto al que le precedió un mensaje en su celular: «Recibió el mensaje que le dejamos en su casa. Deje de escribir. No intente localizarnos».

También fueron escuchados por esta Misión, que el próximo viernes concluirá su visita a México, las narraciones de la reportera Adriana Mújica, quien además de diversos programas de radio es articulista de La Jornada de Morelos, quien fue detenida al cubrir la protesta social por la desaparición del Casino de la Selva y a quien tampoco se le reconoció su labor informativa, pese a los años de ejercicio profesional y Verónica Villalbazo, reportera de Radio Bemba, emisora comunitaria independiente de Hermosillo, Sonora, corresponsal en Oaxaca a la que en más de una ocasión autoridades estatales han amenazado y agredido.

Lo que en esta reunión quedó claro es que tener cuerpo de mujer y ejercer el periodismo es una combinación peligrosa cuando la libertad de expresión se vulnera, las hijas e hijos se vuelve blanco de las agresiones, la amenaza de agresión sexual es preferida para intimidar.

Estos casos así como los de la periodista guanajuatense Graciela Nieto Urroz y de las periodistas veracruzanas Claudia Lucero Reyes Acosta y Auricela Castro García, forman parte del expediente que esta Misión Internacional esta documentando sobre ataques en contra de periodistas y medios de comunicación.

De acuerdo con el último censo de Población realizado en México, 90 mil personas ejercen el periodismo en México, de ellas 52 por ciento son mujeres.

Si bien el incremento de reporteras, editoras, fotógrafas ha crecido de manera acelerada en los último 15 años, no se ha visto reflejado en el incremento de mujeres en puestos de decisión dentro de los medios, hoy en día de trece periódicos sólo dos medios editados en la Ciudad de México y con circulación nacional son dirigidos por una Mujer: La Jornada, con Carmen Lira Saade y El Sol de México con Isabel Zamorano.

En 1995 CIMAC realizó una encuesta sobre condiciones laborales de la mujeres periodistas, ahí encontramos que del total de la muestra las periodistas perciben bajos salarios, no tienen estabilidad laboral, no cuentan con seguridad social ni servicios médicos. En 2003 en un foro público se confirmaba esta situación «UNA REPORTERA ESTRELLA DEJA DE SERLO AL EJERCER SU DERECHO A LA MATERNIDAD».

Los periódicos mexicanos carecen de guarderías, buscan la manera de despedir a las mujeres cuando llega el estorbo de las o los hijos, incluso algunos directores de prestigiados periódicos declaran que las reporteras pierden su filo y habilidad periodística con la maternidad. El sexismo en los medios sigue vigente en pleno Siglo XXI. Lo paradójico es que el fin de los medios es exhibir las violaciones a los derechos humanos, civiles y laborales.

Las mujeres periodistas han tenido un trato infrahumano en las redacciones de los medios con salarios y oportunidades de desarrollo menores que las de sus colegas varones, en un ámbito marcado por el hostigamiento sexual, afirmó Jaime Guerrero, presidente de la Fraternidad de Reporteros de México (Fremac).

Al presentar algunos resultados de la investigación que la institución a su cargo concluyó sobre las condiciones de las mujeres periodistas en México, Guerrero afirmó que se acabó el mito de que los hombres éramos los ‘huesos’ (asistentes) en las redacciones, hoy los ‘huesos’ son femeninos.

Se les ha restado capacidad a las mujeres desde el punto de vista empresarial. No son las que trabajan los temas fuertes, los temas duros, los que llevan a ‘ocho columnas’ en un medio, abundó en entrevista.

Como en todos los ámbitos, las periodistas ganan menos que los varones. En las entidades federativas, un varón puede ganar entre 12 y 20 pesos por nota publicada, mientras que una reportera recibirá aún menos, de acuerdo con los datos de la Fremac. La gran mayoría de las periodistas están en los rangos inferiores de los sueldos, resaltó.

El año pasado, 90 por ciento de las y los egresados de las carreras de comunicación estaban desempleados y por cada siete mil egresados solamente 72 obtendrán empleo. Un panorama nada alentador.

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* Periodista y feminista mexicana, Secretaria Ejecutiva de Comunicación e Información de la Mujer AC (CIMAC).

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