Las mujeres hemos heredado una tradición discriminatoria que nos divide entre «putas» o decentes y limita nuestro derecho al placer, a la sexualidad libre y responsable y a la maternidad voluntaria, advirtió hoy la historiadora Carmen Ramos Escandón.
En la mesa Cuerpo, Género y Erotismo Desde la Epoca Prehispánica a la Contemporánea, la también investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), aseguró que la decencia y el pecado son espacios heredados a las mujeres como irreconciliables.
«La idea tradicional de que la mujer vino al mundo para tener hijos las convierte en cajas reproductoras, y tacha como prostitutas a aquellas que ejercen plenamente sus derechos sexuales» opinó la investigadora.
Estas concepciones, indicó, se crean, reproducen y perpetúan en las práctica cotidiana entre hombres y mujeres, los centros de trabajo y al hacer uso de los servicios públicos.
En este sentido, el investigador del Departamento de Historia y Filosofía de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Andrés Aranda denunció que incluso en los servicios de salud, las mujeres son consideradas objetos sexuales aptos sólo para la reproducción.
Aranda señaló que la falta de anticonceptivos en los servicios de salud, la negación del personal médico a practicar abortos en los casos en los que la ley lo permite y la falta de información sobre sus derechos sexuales y reproductivos, son ejemplos de que las mujeres son vistas como cajas reproductoras.
En su turno, la investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Marcela Suárez, aseguró que históricamente desde el plano religioso y civil, los derechos sexuales de la población femenina han sido controlados, limitados y criticados.
«El intento por conquistar el cuerpo femenino, normar las conductas de las mujeres y establecer al placer como algo perverso, dañino y peligroso, es la constante de la Iglesia Católica, la política y las relaciones sociales», señaló la académica.
No obstante, la investigadora advirtió que el discurso sobre la sexualidad femenina que las divide drásticamente en señoritas o prostitutas, ha sido imaginado, pensado y establecido por hombres, con el objetivo de dominar sus cuerpos y negar controlar sus derechos sexuales y reproductivos.
La investigadora advirtió que el gobierno tiene una deuda pendiente con la población femenina y «debe comenzar a pagar ahora» con políticas y acciones concretas para garantizar los derechos sexuales y reproductivos de la población femenina.
2003/MM/MEL
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