El término género provee una visión más amplia sobre las expectativas y responsabilidades de mujeres y hombres en la sociedad, pero también nos habla de cómo se distribuye el poder.
El género hace referencia a la construcción social de los roles sexuales, define lo que es ser mujer u hombre en el contexto específico de las diferentes culturas.
El sexo sólo comprende las diferencias biológicas entre mujeres y hombres.
Los roles de género varían según la cultura, están determinados por factores como la raza, la edad y la clase social de las personas. Por ello la feminidad y masculinidad no son características naturales inherentes a las y los humanos.
La forma en que se distribuye y se ejerce el poder en la sociedad está determinada por la raza, la clase social, la orientación sexual y el género.
De ahí surge el concepto de poder de género que consiste en el dominio y subordinación de los hombres sobre las mujeres y sobre los hombres homosexuales, considerados débiles.
De acuerdo con Idsa E. Alegría y Eduardo J. Rivera, en el ensayo Género y Poder: Vida cotidiana y masculinidades, dicha relación de poder se expresa en el ámbito público y privado de la sociedad, por lo que es casi imposible hablar de masculinidad sin mencionar el poder.
Desde la infancia, a los niños se les enseña ser dominantes, decididos y controladores. Conforme crecen y se desarrollan, la socialización del género les concede el poder como un derecho natural, despojando a las mujeres del mismo.
Mediante el ejercicio del poder, la autoridad y el control los hombres definen los deberes y responsabilidades de las mujeres.
En la familia el varón posee el rol de proveedor de los bienes materiales, ser el sostén económico le permite el poder al interior del núcleo familiar como un derecho esencial. Mientras a las mujeres se les asigna el papel de la reproducción y la crianza de los niños, subordinada al proveedor.
En el ámbito público, el hombre domina las instituciones políticas y económicas, haciendo uso de su autoridad en la sociedad.
Esta situación aún persiste, pese al aumento de mujeres educadas en diversas áreas de estudio, en el mercado de trabajo y las mujeres jefas de familia.
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