La gran incidencia de la pobreza rural entre los pueblos campesinos e indígenas de México se debe tanto a factores estructurales como a factores económicos o culturales y sociales a los que hay que responder de manera directa si ha de haber un cambio importante en su desarrollo futuro, consideró el antropólogo Salomón Mahmad.
Al participar en el XI Instituto de liderazgo para la Justicia Social que realiza aquí la Fundación Ford, el investigador dijo que la organización social y cultural de las distintas regiones rurales se mantiene con fuerza, incluyendo sistemas locales de vida.
Mahmad recalcó que las nuevas necesidades generadas por la modernización producen mayor gasto económico de las familias pobres del medio rural. Por ejemplo, citó, el transporte, educación, salud y medicinas, combustible, calzado y vestido, teléfono, alimentos industrializados, satisfactores que «han empobrecido a las poblaciones rurales e indígenas por la falta de ingresos en efectivo».
Ante los integrantes del Programa Internacional de Becarios de la Fundación Ford, el antropólogo del CIESAS-Istmo dijo que de esta forma «aunque la pobreza es una construcción cultural que varia históricamente en las diversas sociedades, define las oportunidades vitales de las personas».
Explicó que de acuerdo con los niveles locales, micro y macroregionales, muchas familias, comunidades y municipios son muy pobres y pocas son muy ricas. Se puede considerar por lo tanto que hay una estratificación social en el contexto rural y esta define la categoría de pobreza y riqueza que es distinta en las zonas urbanas de corte occidental y en las pequeñas ciudades rectoras de las distintas regiones de México.
El reconocido antropólogo sostuvo que los datos que muestran que el 96% de los indígenas registrados por el censo del 2000 radican en municipios con alto y muy alto grado de marginación y, de estos, el 41% en los municipios de muy alta marginación.
En ese sentido, recalcó que los datos podrían llevar a pensar que los pueblos indígenas son sistemas tradicionales inmóviles, que se niegan al cambio, defendiendo formas de vida que en nada corresponden con el resto de la población mexicana, «nada más alejado de la realidad, los pueblos indígenas están integrados en los cambios económicos y socioculturales de los últimos 25 años, únicamente que su articulación es marginal por ser excluidos culturalmente.
Por ello cuestionó la forma en que CONAPO mide la marginación de estos pueblos indígenas y rurales, pues en ocasiones no permite la cabal comprensión de los problemas que enfrentan y consideró que para solucionar estos índices de marginación se requiere una reorientación de los programas que les brindan atención.
«Es decir la aceptación de que los pueblos indígenas son sociedades integrales con sistemas propios de gobierno, que han funcionado de ipso durante más de 500 años bajo la dominación occidental».
«La atención a sus problemas serán resueltos con su participación, pero sobre todo respetando su gobierno interno y sus necesidades y no interpretando desde las necesidades de la sociedad mestiza aquello que los pueblos indígenas necesitan».
Salomón Mahmad se refirió también a la heterogeneidad de las familias en el México rural y citó: la familia nuclear monogámica, las familias nucleares con una o un jefe de hogar y las que tienen más dificultades para la sobrevivencia.
También destacó la presencia de familias poligámicas que incluye a un jefe de familia con dos o más esposas, «este tipo de familia acumula más fuerza de trabajo y mayor extensión de cultivos y cría de ganado y son las familias más ricas».
Y, finalmente la familia extensa monoparental o poliparental formada por dos o más familias nucleares monogámicas, una de las más comunes entre la población rural.
06/SJ/LR
