Inicio Madres salvadoreñas regresaron a casa con las manos vacías

Madres salvadoreñas regresaron a casa con las manos vacías

La delegación salvadoreña que viajó en la Novena Caravana de Madres Centroamericanas Buscando a sus Migrantes Desaparecidos “Emeteria Martínez”, llevaba consigo un listado de unas 300 personas desaparecidas, pero ninguna de ellas fue encontrada.
 
No obstante, en su visita a cuatro prisiones mexicanas hallaron a 14 presos salvadoreños que no estaban en el listado y no habían contactado a sus familiares arguyendo no haber tenido medios para ello.
 
Un año más transcurrió sin que alguna mujer desaparecida en su camino hacia Estados Unidos hubiera sido hallada viva o muerta. Lo mismo sucede con las niñas y los niños. Desaparecen sin dejar rastro.
 
Desde las organizaciones de búsqueda de migrantes desaparecidos y las Casas del Migrante sospechan que mujeres, niñas y niños no son encontrados porque son atrapados por las redes de trata.
 
Mauro Verzeletti, de la Pastoral de Movilidad Humana, se basa en los testimonios de algunas mujeres que lograron escapar de estas redes y llegaron a Casas del Migrante, donde este sacerdote brasileño escuchó sus historias.
 
También porque en lugares como Tenosique, en el estado de Tabasco, o en Puerto Madero, en Oaxaca, quienes integraron la Caravana de Madres vieron una gran cantidad de prostíbulos, donde comprobaron que muchas mujeres eran centroamericanas.
 
“Les dicen: ‘Si tú te vas de aquí, ya sabemos dónde vive tu familia, ya sabemos dónde vives, sabemos cómo llegar y matamos a toda tu familia’. Muchas de nuestras mujeres quedan así víctimas de la trata”, contó Anita Zelaya, del Comité de Familiares de Migrantes Fallecidos y Desaparecidos de El Salvador (Cofamide) e integrante de la Caravana de Madres.
 
En su recorrido por 15 entidades mexicanas y 22 municipios lograron el reencuentro de personas hondureñas y nicaragüenses, pero ninguna salvadoreña. Sólo hallaron pistas de personas que aseguraron haberles visto.
 
Quienes integran el Cofamide y participaron en la caravana se han comprometido a tratar de localizar a las familias de esas personas. De momento, han logrado ubicar a una madre de uno de los presos, refirió Anita Zelaya.
 
Mauro Verzeletti denunció que pese a que los datos recogidos por las Casas de Migrantes apuntan a que hay al menos 70 mil migrantes centroamericanos desaparecidos, hay un gran vacío por parte de los Estados centroamericanos que no están generando políticas migratorias ni políticas públicas para crear fuentes de trabajo y frenar este fenómeno.
 
Candidatos presidenciales prestan poca atención al tema migratorio. También el director del Instituto Salvadoreño del Migrante (Insami), César Ríos, opinó que los Estados de origen no dan al tema migratorio la atención que amerita.
 
Indicó que esto queda ilustrado en el caso salvadoreño con el debate entre los candidatos presidenciales el pasado 12 de enero, en el que nadie mencionó a las personas desaparecidas, las deportaciones masivas, ni las remesas familiares, menos aún a las mujeres migrantes.
 
Ríos aseguró que “no se puede planificar este país sin tener en cuenta los fenómenos migratorios”, a los que se refirió como el “desarrollo local trasnacional”.
 
En cuanto a las autoridades mexicanas, la caravana solicitó que abrieran el paso libre por las fronteras para que no fuera necesario tener visa para atravesar México, y que el Estado indemnice a los familiares por cada migrante fallecido en su suelo.
 
“Los migrantes no son criminales, no son delincuentes, son personas que buscan oportunidades. El derecho a emigrar es fundamental y debemos trabajar este derecho que es inherente al ser humano de elegir el Estado, el país, donde va a realizarse como persona”, declaró Verzeletti.
 
Aunque esperan una respuesta a estas demandas, no tienen grandes expectativas ya que, como relató Luis Alberto López, de Cofamide, en los cinco años que esta organización ha integrado la caravana el discurso no ha variado más allá de reconocer el fenómeno.
 
En 2009 el Estado mexicano negaba que las personas migrantes fueran víctimas de todo tipo de violencia en su territorio. Tuvieron que admitir la realidad tras la masacre de San Fernando, Tamaulipas, un año después, en la que fueron asesinadas 72 personas.
 
El sacerdote de la Pastoral de Movilidad Humana contó que desde el año 2000 se ha solicitado que las autoridades mexicanas pongan los cuerpos no identificados en bolsas especiales para que se les puedan hacer pruebas de ADN, que sirvan para comprobar si son migrantes desaparecidos.
 
Hasta el momento han rehusado asumir ese procedimiento que facilitaría la ubicación de muchas personas buscadas por sus familiares, pero que también pondría al descubierto las dimensiones del fenómeno que, debido a esta invisibilización, no puede ser calibrado.
 
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