Inicio Maltratos y sufrimiento propina «sor» Berta a seropositivos

Maltratos y sufrimiento propina «sor» Berta a seropositivos

Por Alicia Yolanda Reyes

Carencias, sufrimientos y maltratos parece ser el común denominador del albergue Beata María de Jesús, del Programa de Apoyo Integral a la Persona Inmunosuprimida, conocido por PAIPID, a cargo de «sor» Berta López Chávez, en la localidad mexicana de Tonalá, cercana a la ciudad de Guadalajara.

El lugar es atendido por las misioneras del Corazón de Cristo Resucitado, una orden local creada por la propia López Chávez que carece de reconocimiento oficial, pero cuenta con el aval del cardenal Juan Sandoval Iñiguez.

Sin embargo, médicos y organizaciones no gubernamentales del estado han alertado sobre las malas condiciones en que viven las y los enfermos que llegan a manos del grupo religioso.

Juan y Carlos tenían apenas uno y dos años cuando su padre, quien permanecía en ese albergue, falleció a causa del Sida. Sor Bertha convenció a la madre de que dejara a los dos pequeños a su cuidado, mientras ella buscaba trabajo de doméstica, pero cuando la mujer regresó por sus hijos, la monja se negó a dárselos.

Tras varios trámites legales, «sor» Bertha regresó los pequeños semidesnudos a su progenitora. Su argumento fue que usaban ropa comprada por ella, cuando en realidad la habían recibido por donación de benefactores que se conmueven ante la situación de los infantes con Sida.

De acuerdo con Jesús Martínez Serna, quien encabeza el Comité de Atención Integral del Consejo Estatal para la Prevención del Sida en Jalisco (Coesida), «sor» Bertha ha estado declarando que tiene más de un centenar de menores de edad portadores del VIH, virus causante del Sida, cuando en realidad no llega a una decena los menores de edad allí con esa patología.

Días atrás, en rueda de prensa, la religiosa denunció el nulo respaldo que recibía del Coesida en Jalisco, por lo cual debía acudir a la caridad pública para atender a las y los 130 pequeños que tenía albergados, en cada uno de los cuales gastaba alrededor de 30 mil pesos mensuales (poco más de 3 mil dólares).

Sin embargo, la doctora Claudia Canobbio, de ese organismo, reveló que la propia «sor» Bertha se negó a recibir ayuda de la entidad con el argumento de que «sus niños tenían padrinos» que les compraban medicamentos.

El albergue de PAIPID se construyó en 1994, en unos terrenos donados por el entonces presidente municipal de Tonalá, Jorge Arana, y su esposa; por la religiosas del Corazón de Cristo Resucitado, orden fundada por la «sor» Bertha López, quien había sido enfermera de un sanatorio privado y de la Cruz verde.

Hasta donde se sabe, no tienen reconocimiento del Vaticano, pero sí el apoyo del cardenal Juan Sandoval Iñiguez, conocido por sus intervenciones políticas, sobre todo por sus críticas hacía grupos de mujeres que luchan por los derechos sexuales y reproductivos; y hacia los hombres que tienen una orientación no heterosexual.

Para «sor» Bertha, el Sida es una enfermedad que se adquiere por cometer pecados sexuales y si estos se realizan entre personas del mismo sexo resultan aún más graves, por lo que invita permanentemente a sus asilados a arrepentirse y purgar sus pecados.

Una de las quejas más frecuentes radica en el trato que da a las personas con orientación sexual diferente a la heterosexual, o a quienes no se ajustan a sus formas de pensar, entendidas por rígidos horarios, presiones de todo tipo y alimentación insuficiente.

Existen denuncias de que los alimentos de mejor calidad son consumidos por las religiosas. Otros son vendidos en una tienda que posee Bertha a unas cuadras del albergue. Igualmente, la ropa donada también es llevada al tianguis, un mercado que funciona en Tonalá jueves y viernes y al cual acuden cientos de personas de todas las clases sociales.

Tonalá es una zona marginada, donde las familias viven con muy pocos recursos, de lo cual se ha aprovechado la religiosa para, incluso, convencer a madres solteras pobres a dejar a sus hijos bajo su cuidado. Son pequeños que sufren desnutrición, pero que no están infectados con el virus que causa el Sida, aunque ante la opinión pública son presentados como tal.

Las y los niños con Sida son considerados «víctimas inocentes», por lo cual resulta más fácil conseguir apoyo para ellos, ya sea con dinero en efectivo o con otros productos, aunque como ocurre con este caso, la mayoría de estos recursos no lleguen a las personas afectadas.

Hace algunos años la religiosa recibió una camioneta de lujo para el traslado de pacientes a las consultas en el hospital o para recogerlos cuando fueran dados de alta. Sin embargo, rara vez las y los enfermos la utilizan, pues como parte de la penitencia que la monja les impone deben pedir limosna para su transporte público.

Y aunque estas situaciones han sido denunciadas públicamente, no se han logrado detener. Por el contrario, para el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, el PAIPID es la respuesta de la Iglesia ante el Sida.

07/AYR/GG

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