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Menarquia precoz: sangrado uterino antes de pubertad

Por Raquel Sierra

Naomi tiene seis años y apenas está adentrándose en el mundo de las letras, las sumas y la lectura. Justo por eso fue grande el sobresalto de su mamá, Belkis Ortega, cuando descubrió vestigios de sangre en la orina de la niña.

Miles de cosas pasaron por su cabeza. Le hizo a su hija varias preguntas tratando de buscar una explicación. No mamá, sólo hice pipi, le dijo, ante su duda sobre una mala digestión. Belkis la revisó y corroboró su sospecha, la niña tenía un sangrado.

La pediatra Juana Libertad Martín, del policlínico municipal Plaza de la Revolución, pidió calma a la madre, examinó a la niña y la remitió hacia una consulta especializada.

Tras el análisis físico, la doctora Dania Chiong Molina, especialista de II Grado en Endocrinología, del Hospital Pediátrico Docente de Centro Habana, en la capital cubana, determinó que se trataba de una menarquia precoz, cuya definición médica es: el inicio del sangrado uterino que ocurre en las niñas antes de la etapa de la pubertad.

Según explicó Chiong a SEMlac, este ocurre sin que aparezcan alteraciones en el crecimiento ni signos puberales, como el desarrollo de las mamas o el vello púbico.

La menarquia precoz no es la menstruación en sí, que está asociada a la presencia de esos signos, apunta la galena, con 28 años de experiencia en la especialidad.

Puede ser un sangramiento aislado o presentarse regularmente como un ciclo menstrual, sin llegar a serlo, porque la menor de edad no está todavía en la pubertad. La menstruación aparece entre dos y cuatro años después de que se hayan desarrollado las mamas y aparecido el vello púbico, agrega.

Aunque no es muy común, en el caso de menarquia en edades tempranas es preciso descartar que sea el inicio de una precocidad sexual, un cuerpo extraño introducido en la vagina o tumores a nivel de los órgano genitales.

A juicio de Chiong, además del examen físico exhaustivo, es muy importante realizar diferentes pruebas –radiológicas, ultrasonidos y análisis hormonales– que permitan descubrir la razón del sangramiento.

Fue un alivio escuchar que las pruebas estaban bien. Hasta le hicieron una placa para ver si había envejecimiento prematuro de las manos.

«Ella sólo tiene seis años, no se ha desarrollado y su mayor preocupación es ir a jugar con otros niños, fue un susto espantoso, cuenta la madre, ya con conocimientos suficientes para no perseguir fantasmas.

Para la especialista, la causa no está bien definida por la literatura ni la práctica médica; sin embargo, se considera como la más posible el aumento de sensibilidad del útero a las hormonas sexuales.

Desde el nacimiento, el hipotálamo, la hipófisis y los ovarios producen pequeñas cantidades de hormonas para funciones metabólicas, a veces el útero es hipersensible a ellas, lo que puede provocar sangrado, detalla.

Ya en la pubertad, con la maduración del cuerpo, aumentan los niveles de esas hormonas y se produce la menstruación, cuando existen otros signos propios de esa etapa, agrega.

ESTAR PREPARADOS

Aun cuando el médico y las pruebas determinen que se trata de una menarquia de esta índole, sólo de carácter fisiológico y sin trascendencia, hay que advertir debidamente tanto a la madre como a la niña sobre esta situación.

De esa forma, se evitan los posibles trastornos sicológicos que pueden aparecer si no existe una buena preparación, considera la doctora Chiong.

En caso de que el sangramiento sea regular, como son edades muy tempranas y las niñas no tienen casi conciencia de lo que les sucede ni la responsabilidad para asumirlo, las madres deben velar por el cuidado y la higiene, advierte la experta.

Esta particularidad en la vida de algunas niñas no conlleva tratamiento alguno, sin embargo, sí una consulta de seguimiento para saber si se trata de una pubertad precoz o si pudiera existir un tumor pequeño que, por su tamaño, no fue detectado al inicio, alerta.

En diciembre, Naomi tiene que ver nuevamente a la doctora para saber si hubo algún cambio desde las pruebas del verano. El sangramiento no le ha repetido, pero si sucediera, ya sé de qué se trata, señala Belkis Ortega.

En algunas publicaciones, la menarquia precoz aparece como factor de riesgo para el embarazo adolescente y el cáncer de mama. Al respecto, Chiong considera que ese término podría estar siendo usado en lugar del de pubertad precoz, definida como la aparición de características secundarias en la niña antes de los ocho años, y en el varón, antes de los nueve.

Según su criterio, en la menarquia precoz no existe riesgo de embarazo porque las menores de edad no tienen el desarrollo que se requiere para ello, pues su sangrado –ocasional o regular– no puede ser considerado menstruación.

OTRA OPINIÓN

No obstante, parece haber cierta contradicción en el uso del término. De acuerdo con el ginecólogo Juan Carlos Farrán, del servicio de salud sexual y reproductiva del policlínico Plaza de la Revolución, la menarquia precoz es el primer sangrado de las muchachas, su primera menstruación.

Para Farrán, este suceso ocurre en la pubertad, cuando se presentan algunos signos como botón mamario y vello en las axilas y la pelvis, y significa que existe función ovárica y desarrollo de la hipófisis y el hipotálamo, acorde con esa etapa.

En ese período, el útero empieza a ser estimulado, comienza el ciclo uterino, se producen ovulaciones, y sí pueden aparecer embarazos muy tempranos, porque aunque el útero no está completamente preparado, puede anidar un embarazo, señala.

A su juicio, el desarrollo sexual temprano hace que una muchacha parezca de más edad pero, desde el punto de vista cerebral, todavía es una niña y eso puede traer problemas en sus relaciones sexuales.

Por otra parte, el especialista coincide en que, cuando el cuerpo y los órganos ginecológicos empiezan a sufrir una estimulación sexual temprana, en el caso de las mamas, ello puede influir en la aparición futura de displasias y cáncer.

Según el estudio Atención especializada a los síntomas mamarios, realizado en el Hospital docente Carlos Manuel de Céspedes, en la oriental ciudad de Bayamo, cada día se da mayor importancia a los factores de riesgo, entre ellos, antecedentes familiares, menarquia precoz, primiparidad (primer parto) tardía, nuliparidad (no haber dado a luz), no lactar, menopausia precoz y factores dietéticos.

En ese caso, el término estaría siendo usado como una acepción equivalente a pubertad precoz. De igual forma se manifiesta el doctor Jorge Pelaéz Mendoza, en Métodos Anticonceptivos. Actualidad y perspectivas para el nuevo milenio, cuando señala que la menarquia más precoz, los factores socioeconómicos y culturales, la falta de educación sexual en la sociedad (?) influyen en que cada vez sea más precoz el inicio de la vida sexual de los y las adolescentes.

LOS TIEMPOS CAMBIAN

En cualquier caso, el tema de la menstruación y su tratamiento dentro de la familia ha cambiado con los tiempos. Mariana, una profesional cubana de 70 años, recuerda su primera vez, a los 10 años de edad, cuando hablar de la regla, como también se le dice en la isla a la menstruación, no era bien visto.

Me querían tratar como si estuviera enferma. Sólo mi padre, médico, me sentó y me dijo: `eso le pasa a todas las mujeres, tú vas a hacer tu vida como siempre, ir a la playa y pasear, sólo que tienes que extremar la higiene’.

Por suerte esa situación cambió, porque era un misterio y una, muy chiquita aún para saber esas cosas, sólo veía la intriga de los paños para ponerse, sin saber las causas y consecuencias que podría traer ese cambio.

«Con decirte `ya eres mujer´, no nos decían nada, comenta Ina Miranda, madre de cuatro hijas. Su propia vida la hizo romper con esa práctica ignorante, dice.

Cuando mis hijas crecieron, a cada una la senté, le dije del `pi al pa´ (todos los detalles) para que supieran que no estaban enfermas, que eso era normal en las mujeres y una de las condiciones para en el futuro tener sus hijas e hijos.

07/RS/GG/CV

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