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Mexicanas sobreviven en mercado laboral inequitativo

Por Carmen R. Ponce Meléndez*

Si algo caracteriza el mercado laboral es la inequidad de género, las mujeres se ven sometidas a una serie de políticas discriminatorias y su nicho laboral es precario, con escasas posibilidades de tener un trabajo digno.

Durante los últimos años, México, ha experimentado un crecimiento sustantivo de la participación de las mujeres en el trabajo remunerado: a finales de los años setenta la tasa de participación femenina era de 17.6 por ciento, para 1996 esta participación ascendía a 36.5 por ciento, y desde entonces ha continuado incrementándose en forma sostenida, situándose para 2007 en 41.4 por ciento.

El ingreso es uno de los rubros donde más se marca la desigualdad de género en el mercado laboral. Entre las principales razones de estas diferencias está el hecho de que una proporción considerable de mujeres trabaja sin recibir pago alguno (trabajadoras no remuneradas).

También, que las mujeres cuentan con menos tiempo disponible para el trabajo en el mercado –en la medida que el trabajo doméstico para la reproducción de los hogares consume buena parte de su tiempo, porque está distribuido en forma desigual con los hombres- y el hecho de que existe discriminación salarial por motivos de género por realizar el mismo trabajo.

En la actualidad, 10.4 por ciento de las mujeres que trabajan lo hacen sin recibir pago alguno por su trabajo, en comparación con solo 5 por ciento de los hombres en esta situación. Usualmente las trabajadoras no remuneradas desempeñan su trabajo en negocios que son propiedad del hogar.

La proporción más grande de trabajadoras no remuneradas está en el comercio y restaurantes, con 56 por ciento, a diferencia de los varones, quienes se concentran en el sector agropecuario, con 60.6 por ciento. Entre las mujeres la distribución de trabajadoras no remuneradas se acentúa entre los 30 y 60 años.

Las ramas de actividad económica con mayores niveles de desigualdad de género son la industria, los servicios personales, el comercio y restaurantes, los servicios productivos y los servicios sociales.

El coeficiente de la variable sexo indica que las mujeres tienden a ganar hasta 14 por ciento menos que los hombres, una vez que se ha controlado los efectos de las demás variables sobre el ingreso (misma edad, años de escolaridad, estado conyugal, posición en la estructura de parentesco, localidad de residencia, mismo sector económico y posición ocupacional).

PRESTACIONES

Del total de la PEA ocupada, mujeres y hombres, más de la mitad no tiene prestaciones sociales. La proporción femenina con protección laboral representa 43 por ciento del total de mujeres ocupadas, porcentaje compuesto de la siguiente manera: 35 por ciento tiene acceso a instituciones de salud y otras prestaciones y 6 por ciento no tiene acceso a instituciones de salud, pero sí a otras prestaciones.

Las ramas económicas que ofrecen más cobertura de prestaciones para mujeres y hombres (excepto el servicio médico), son la industria, el comercio, restaurantes, los servicios sociales y el gobierno: el porcentaje más alto de varones con prestaciones sociales está en la industria (28.7 por ciento), mientras que entre las mujeres, esta proporción se localiza en los servicios sociales (27.6 por ciento).

TIPO DE TRABAJO

Datos de la ENUT 2002 revelan que del trabajo desempeñado por las mujeres, más de tres cuartas partes es doméstico (76.9 por ciento) y casi una cuarta parte es destinado al mercado (23.1 por ciento). En contraste, el trabajo realizado por los hombres se compone por 78.7 por ciento de tipo económico y solo 21.3 por ciento doméstico; es decir, las proporciones son totalmente inversas.

La estructura ocupacional de la población masculina difiere de la población femenina. En 2008, 21 de cada cien hombres ocupados se desempeñan como artesanos y obreros, mientras que 18 son agricultores.

En cambio, del total de mujeres dedicadas al trabajo extradoméstico: 19.8 por ciento son comerciantes, vendedoras y dependientas; 13.6 por ciento artesanas y obreras; 13.5 por ciento oficinistas; 11 por ciento se desempeñan como trabajadoras domésticas fuera de su hogar; y 10.8 por ciento laboran como empleadas en servicios.

Cabe destacar que son muy pocas las mujeres ocupadas como operadoras de maquinaria agropecuaria, mayorales agropecuarias, administradoras agropecuarias y operadoras de transportes, dado que dichas ocupaciones son típicamente masculinas.

DESIGUALES INGRESOS

Datos relativos a los ingresos que reciben los hombres y las mujeres por su trabajo muestran que a medida que el nivel de ingreso aumenta, el porcentaje de mujeres es menor comparado con el de los hombres; cabe señalar que 26.7 por ciento de los hombres y 42.2 por ciento de las mujeres reciben mensualmente ingresos que no rebasan los dos salarios mínimos.

En 2008 el porcentaje de hombres que ganan menos de un salario mínimo mensual, equivalente a 1 mil 530.50 pesos (promedio aritmético de las tres zonas salariales), es de 9 por ciento; en cambio, el porcentaje de mujeres que perciben tal ingreso es de 17.1 por ciento.

El porcentaje de hombres y mujeres que ganan de uno a dos salarios mínimos mensualmente representa 17.7 y 25.1 por ciento, en cada caso. En más de dos a tres salarios mínimos se encuentran 25.2 por ciento de los hombres y 20 por ciento de las mujeres ocupadas; más de tres y hasta cinco salarios mínimos lo reciben 19.9 y 13.3 por ciento de hombres y mujeres, respectivamente; y con ingresos superiores a cinco salarios mínimos están 13.5 por ciento de los hombres y 8.5 por ciento de las mujeres.

Las mujeres ocupadas que no reciben ingresos por su trabajo son 10 de cada 100 y siete de cada 100 hombres se encuentran en la misma situación. También en este rubro la mayor discriminación es para las mujeres

* Economista especializada en temas de género.

09/CP/GG

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