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México no ha definido formas de explotación contra niñez

Por Narce Santibañez Alejandre

A pesar de que México firmó en el año 2000 el Convenio 182 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), donde se catalogan como formas de esclavitud a la trata de niñas y niños, a la servidumbre por deudas y a trabajo forzoso u obligatorio, nuestro país no ha definido cuáles son estas formas de trabajo que afectan la salud física y emocional de millones de niñas y niños.

De esta forma, la pobreza y la explotación infantil siguen siendo temas pendientes en las políticas públicas de los gobiernos en todos los niveles, por lo que este Día Internacional contra la esclavitud infantil es necesario poner en la mesa las diferentes formas de explotación, un fenómeno creciente e invisibilizado en las cuentas nacionales a pesar de su expansión.

De acuerdo con el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IEPAC), «algunos empleadores» consideran que las y los menores de edad que trabajan en sus casas son esclavos, de su ‘propiedad’ y no cuentan con derechos, ya que en ocasiones son recluidos en determinadas áreas de la vivienda, condición que afecta su salud, pues se ven expuestos a posibles heridas producidas por ataduras, falta de ejercicio, falta de aire, aislamiento, marginación y sumisión.

Las limitaciones físicas no son el único criterio que define la esclavitud o las prácticas similares a la esclavitud, pero son un parámetro de la relación de subordinación que prevalece entre el empleador y los menores de edad y que somete a niñas y niños o adolescentes a una condición de servidumbre total.

En su estudio de 2004 del IEPAC, titulado «Comprender el trabajo infantil doméstico y cómo intervenir», señala que las niñas empleadas para el trabajo doméstico pueden estar sometidas a maltrato físico directo. A veces, se les pega sistemáticamente para que sigan siendo dóciles, como castigo por ser lentas o estar poco dispuestas a colaborar, o por cometer errores en sus tareas.

ADOLESCENTES TIENEN JORNADAS DE 15 HORAS

Thais Desarrollo Social, en su informe 2008, señala que las adolescentes de 12 a 13 años que realizan trabajo doméstico más de 15 horas a la semana son víctimas del trabajo doméstico excluyente. Además, las cifras por sexo indican que en todo el país son las mujeres las que se encargan de estos trabajos.

En 2004, 11.78 por ciento de las mujeres y 3.51 por ciento de los hombres adolescentes de 12 a 17 años realizaban este tipo de trabajo, es decir la proporción es de tres mujeres por cada hombre.

De acuerdo con el periodo estudiado por Thais Desarrollo Social, se puede observar que el trabajo doméstico excluyente se ha mantenido relativamente estable, alcanzando su pico máximo en el año 2000, con más de 1 millón de niñas y adolescentes de 12 a 17 años de edad.

El trabajo adolescente doméstico excluyente se refiere a los quehaceres domésticos que realizan las y los adolescentes de 12 a 17 años de edad en sus propios hogares y que por el número de horas que dedican a las actividades de mantenimiento del hogar obstaculizan su desempeño escolar, razón por la cual se le considera «excluyente».

ESTADÍSTICAS NO MUESTRAN VALOR DEL TRABAJO INFANTIL

De acuerdo con la investigación de Thais Desarrollo Social, el trabajo doméstico, principalmente de las niñas, permite que los adultos dejen los hogares en manos de ellas y se incorporen a actividades generadoras de ingreso, es por esta razón que el trabajo doméstico excluyente es una aportación económica en especie que las niñas dan al presupuesto familiar.

El trabajo infantil y adolescente doméstico en hogares de terceros es una forma de explotación que afectaba en el 2004 a 118 mil 262 adolescentes entre 12 y 17 años, en el país, y que tiene como causa básica la pobreza, está asociado con patrones culturales y de género, a factores sociodemográficos y económicos que obliga a las familias de zonas rurales e indígenas a migrar o enviar a sus hijas a las ciudades en busca de mejores oportunidades.

Esta forma de trabajo la define Thais Desarrollo Social como «el conjunto de actividades que implica la participación de niñas, niños y adolescentes menores de 18 años, en actividades domésticas en hogares ajenos, con los cuales no se tiene relación de parentesco, que impide el acceso, rendimiento y permanencia en la escuela, y que se lleva a cabo en condiciones que afectan el desarrollo psicológico, físico, moral o social».

El trabajo infantil y adolescente doméstico en hogares de terceros es una actividad que suele permanecer «oculta» y que no se reconoce como trabajo en términos culturales y económicos, y es invisible tanto en las estadísticas nacionales, estatales como en los programas sociales.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) revelan que de 1998 a 2004, entre 8 y 5 por ciento de la población de 12 a 17 años ha trabajado en servicios domésticos en hogares de terceros. Y el Distrito Federal se ubica con el más alto porcentaje, a nivel nacional con 13.4 por ciento.

Al respecto, Thais Desarrollo Social consideró que las cifras en el DF son las más probables porque el fenómeno del trabajo doméstico excluyente está relacionado con las migraciones al área metropolitana, ya que este trabajo puede representar una salida para muchas niñas y adolescentes de las zonas indígenas más pobres del país.

09/NSA/LAG/GG

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