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Mujeres cubanas torcedoras de tabaco

Por la Redacción

Pura delicadeza caracteriza a la mayoría de las torcedoras cubanas, que acarician la hoja de tabaco para crear nuevas vitolas. Muchas de ellas son famosas entre los fumadores de habanos, por la dedicación y arte que ponen en su labor.

Ahora se trata de identificar a dos mujeres con una larga experiencia como torcedoras, quienes forman parte del equipo que trabaja en vitolas del tabaco cubano para el mercado internacional, difunde la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina.

Adela Reyes, una especialista de Control de la Calidad de la industria Partagás, dice: «Llevo 22 años en el sector tabacalero y 12 en esta fábrica y le puedo decir que la Serie P constituye una Pirámide (terminados en punta) con calidad superior en el material que la compone, y la Reserva cuenta con una hoja añejada durante no menos de tres años».

Reyes asegura que reciben esa hoja con una calidad especial y entonces se le entrega solo a los mejores torcedores de la industria: además, cuando alguno de ellos disminuye su pericia es cambiado por el que sea capaz de mantener estable y en proceso creciente tal eficiencia.

Y algo muy interesante se encuentra en el ejército de torcedores, cuando una gran mayoría son mujeres que aplican toda su sensibilidad al producto, como ocurre con dos de ellas, de las más destacadas en el nacimiento y desarrollo de las bisoñas vitolas.

FUSIÓN DE CULTURAS: NATACHA VASILIEVNA

Lo sorprendente al solicitar la entrevista con una de las mejores torcedoras de la Serie P radica en que nos presentan a Natacha Vasilievna, ucraniana, con 17 años viviendo en Cuba y ocho como tabaquera.

Sin embargo, pese al posible divorcio que pudiera pensarse para una europea con un oficio muy tropical, se encuentra en estos momentos evaluada excelentemente.

«Pasé un curso de nueve meses y realmente me parece un trabajo bonito, para mí no ha sido difícil y lo que más me gusta torcer es precisamente Pirámides, el tipo de tabaco en el cual más me puedo desarrollar».

Natacha Vasilievna enrolla de 120 a 130 puros por jornada de trabajo, de una norma de 110, y lo cumple satisfactoriamente. Recuerda que fue subiendo de categoría como torcedora.

Cuenta que antes se graduó en su país de técnica medio en Comunicaciones y espera no jubilarse como torcedora, sino seguir haciendo muchas otras cosas en el mundo del tabaco.

Su hijo de 17 años aspira a estudiar computación en una universidad cubana. Lo que más me fascina de la Isla es su clima y su gente, confiesa esta mujer sencilla, de mirada dulce y hablar atemperado al castellano desde una lengua extranjera.

Revela que no fuma, pero sus tabacos son probados por los técnicos, los catadores y otros especialistas que significan la calidad de sus elaboraciones, todas de muy buen nivel, en correspondencia con estas piezas de arte.

TRADICIÓN Y SENTIDO: BEATRIZ CHACÓN

Beatriz Chacón es una bella mestiza que dedica todo su esfuerzo laboral a la Reserva de Partagás, toda una especialidad en materia de cigarros, un robusto añejo, como lo llaman muchos técnicos.

Con ocho años como torcedora, todos en la industria Partagás, recuerda que ingresó al oficio, a este arte, como muchas de sus compañeras de banco, mediante un curso de nueve meses, que extrajo y potenció sus habilidades manuales hasta el punto de transitar rápidamente y llegar a la máxima categoría de Torcedor, la Novena.

Prefiere torcer los puros más voluminosos y los robustos le vienen muy bien. «En esta categoría, el tabaquero se hace completamente más seguro», resalta. «Todo ello se logra mediante el esfuerzo y la experiencia, es un arte».

Chacón tampoco fuma, parece una norma entre muchas mujeres, que deparan toda su sensibilidad y concentración a la hora de realizar estos cigarros.

Los puros complicados que elabora tienen una norma de 100 piezas por jornada, pero ella sobre cumple con 120; la Reserva es otra historia, casi secreta, por constituir producción limitada.

Sobre esta mujer también gravita la mirada experta de los catadores y los técnicos de calidad. Se trata de una especie de Espada de Damocles que siempre está pendiente sobre su cabeza, pero raras veces cae, por la pericia alcanzada.

«No fue difícil adaptarme a este trabajo, me gusta, depende de una. Tengo una hija de cinco años y quisiera que fuera torcedora, mi padre lo fue y de alguna manera tengo en mí esa tradición».

Otro de sus gustos radica en participar anualmente en competencias de fantasías, de la fábrica, en ocasión del Festival Internacional del Habano, cuando confecciona figuras hechas con tabaco; es decir, puros muy particulares y en tal materia, durante tres años, obtuvo el primer lugar.

«Me gusta el trabajo, es mi pasión y seguiré haciéndolo mientras tenga fuerzas», remarca.

Y tal parece que el sentir de estas mujeres relacionadas con tales especialidades, es el mismo del resto de los torcedores que elaboran estas nuevas vitolas de Partagás, por lo que en cada una aparece ese calor especial que otorgan quienes crean maravillas.

*El autor es periodista de la Redacción Económica de Prensa Latina.

2005/RC/SJ

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