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Mujeres indígenas: en el campo o la ciudad, viven pobres

Por Hypatia Velasco Ramírez

En México 4 de cada 10 mujeres indígenas ya no vive en el medio rural, sino en las zonas urbanas, pero siguen igualmente pobres, lo que refleja un problema que atraviesa no sólo la dimensión campo-ciudad, sino también el problema de género y de discriminación étnica, dijo Paloma Bonfil, directora de Fortalecimiento de Capacidades Indígenas de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CNDPI).

La pobreza de las mujeres indígenas está determinada por el acceso a los recursos, que incluye por ejemplo el acceso a la tierra, explicó Bonfil durante el Foro Las Mujeres y las Metas del Milenio, convocado por la Comisión de Equidad y Género de la Cámara de Diputados, realizado esta semana, en el marco de las celebración del Día Internacional de la Mujer.

Pero aunque el 30 por ciento de las mujeres indígenas campesinas ya son propietarias de tierras, éstas han llegado a sus manos debido a que enviudaron, porque en su mayoría rebasan los 60 años de edad, informó Bonfil.

Además, como la responsabilidad doméstica y familiar recae sobre ellas, no pueden acceder a trabajos remunerados. Actualmente, subrayó, en el medio rural las mujeres están dedicadas al trabajo doméstico en jornadas de hasta 18 horas diarias.

Tampoco tienen acceso a los créditos, que son otro recurso muy importante para atenuar la pobreza, tampoco capital propio, ni derecho a los recursos naturales y su control.

Además, las zonas que habitan están incomunicadas, lo que hace difícil que lleguen los servicios básicos, aseguró.

A esto se suma que, en términos del ejercicio de sus derechos, las mujeres rurales en general y las indígenas en particular tienen una desventaja acrecentada con respecto a los varones: están sumidas en un circulo de exclusión con respecto a la toma de decisiones y de reclusión en su casa en el ámbito doméstico, dijo Bonfil.

Ante estas circunstancias, se debe reconocer que el papel de las mujeres contribuye al desarrollo y a la economía nacional, esto dentro de las políticas públicas, la etiquetación de recursos y la promulgación de marcos jurídicos que promuevan el derecho a la igualdad de oportunidades, afirmó la socióloga rural.

Asimismo señaló que es importante la existencia de apoyos para disminuir el trabajo doméstico y familiar, que sus espacios de trabajo y desarrollo económico no sean siempre los más pobres, los menos valorados y evitar que lleguen al mercado en las peores condiciones.

Y aseguró que mientras esto no suceda a través de políticas de género, seguirá reproduciéndose el círculo de desigualdad en el que se encuentran sumergidas más de 25 millones de personas.

EN VOZ PROPIA

Bonfil recordó el testimonio de una mujer indígena zapatista que se presentó ante el pleno de la Cámara de Diputados y habló por las mujeres indígenas:

«Mi nombre es Esther, pero eso no importa ahora, soy zapatista pero eso tampoco importa en este momento, soy indígena y soy mujer y eso es lo único que importa ahora. No contamos con los servicios de agua potable, luz eléctrica, escuela, vivienda digna, carreteras, clínicas y nuevos hospitales».

«Principalmente las mujeres, son ellas las que sienten el dolor del parto, ven morir a sus hijos en sus brazos por desnutrición, por falta de atención, también ven a sus hijos descalzos, sin ropas, porque tampoco alcanza el dinero para comprarles».

«También sufrimos el desprecio y la marginación desde que nacemos porque no nos cuidan bien, porque somos niñas piensan que no valemos, que no sabemos pensar ni trabajar ni como vivir nuestras vidas».

«Por eso muchas mujeres somos analfabetas porque no tuvimos oportunidad de ir a la escuela. Ya cuando estamos un poco grandes nuestros padres nos obligan a casarnos a la fuerza no importa si no queremos, no nos toman consentimiento, abusan de nuestra decisión.»

«A nosotras las mujeres nos golpean, nos maltratan nuestros propios esposos o familiares, no podemos decir nada porque nos dicen que no tenemos derechos de defendernos».

«Nosotras las mujeres indígenas no tenemos las mismas oportunidades que los hombres, como que no somos seres humanos, sufrimos la desigualdad».

07/HVR/GG

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