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Mujeres migrantes de Centroamérica sufren abuso sexual

Por Carolina Velásquez/enviada

Investigaciones realizadas en la frontera sur de México demuestran que un 70 por ciento de las y los migrantes sufren violencia y que un 60 por ciento es víctima de algún tipo de abuso sexual durante el viaje, desde una coacción sexual hasta la violación.

Dato que la socióloga guatemalteca Ana Silvia Monzón recoge en su libro Las viajeras invisibles: mujeres migrantes en la región centroamericana y el sur de México, publicado aquí en 2006 con el apoyo de la Consejería en Proyectos (PCS), organización de cooperación internacional apoyada por un consorcio de agencias de Europa y Canadá.

Realidad que tiene una vulnerabilidad adicional para las mujeres y que se relaciona con la necesidad de realizar trabajo sexual temporal o permanente, en condiciones de gran riesgo para su seguridad física y salud, resalta Monzón al tratar el tema del aumento de la violencia para la población migrante en las rutas de tránsito hacia Estados Unidos.

De acuerdo con el trabajo La violación de los derechos humanos en la frontera, de Enrique Lomas, citado por Monzón, el «víacrucis» de las mujeres migrantes que viajan desde Centroamérica es real.

Si son detenidas en tránsito en calidad de indocumentadas por la patrulla fronteriza estadounidense y «son guapas», expone Lomas, se ven obligadas a proporcionar sus domicilios y números telefónicos, para luego ser localizadas por los agentes de la Patrulla Fronteriza (Border Patrol), «quienes les exigen citas de tipo sexual o de otra forma son deportadas».

No es casual que ONG defensoras de los derechos humanos en México hayan denunciado el incremento de la violencia en Chiapas, dice Monzón, en particular en las áreas cercanas a la frontera con Guatemala, así lo indican datos recogidos por Daniel Villafuerte Solís en The southern border of México in the age of globalization.

Sólo en 2004 fueron asesinadas alrededor de 400 mujeres «lo que es 10 veces más que en Ciudad Juárez», argumenta, y los niveles de violencia en Chiapas son similares a los de otras entidades federativas del país como Jalisco, Guerrero, Estado de México y Distrito Federal.

HUÍR DE LA VIOLENCIA

Escapar de la violencia es otra causa de la migración femenina.

Según un reporte del Centro de Estudios de Género y Refugiados de la Universidad de California en San Francisco, citado por Monzón, de enero de 1999 al 21 de diciembre del 2005 se han presentado en distintas cortes de EU 856 peticiones de asilo de mujeres que han sido maltratadas por sus parejas.

Encabezan la lista migrantes mexicanas, 131, y le siguen las guatemaltecas con 104, las salvadoreñas con 78 y las hondureñas con 70.

Para Ana Silvia Monzón aunque son pocos los casos que se han resuelto favorablemente, también se han ido generando argumentos para demostrar que en sus países de origen las mujeres maltratadas enfrentan ineficiencia del sistema de seguridad y del sistema de justicia; violación de derechos civiles y políticos; persecución y obstáculos para su libre determinación (autonomía), entre otros.

Ganar estas peticiones de asilo sentaría un precedente histórico, sostiene la socióloga feminista, «las autoridades de Estados Unidos tienen temor que esto aumente los flujos migratorios a su país», sin embargo y en consonancia con el argumento de Amnistía Internacional (AI) en su opinión «al negar la palabra a las mujeres migrantes que han sido víctimas de violencia en base a género, se les condena a regresar a situaciones de abuso físico, psicológico y sexual del que pudieran estar huyendo en sus países de origen».

LA COTIDIANIDAD

Los asesinatos y otras formas de violencia padecidas por las mujeres en Guatemala propició que varias organizaciones de la sociedad civil solicitaran la presencia de Susana Villagrán, Relatora Especial de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre los Derechos de la Mujer, quien visitó este país en septiembre de 2004.

Al concluir su recorrido, en el informe final Villagrán destacó que el gran desafío pendiente en Guatemala es «cerrar la brecha entre los compromisos asumidos por el Estado y la violencia y discriminación que las mujeres siguen sufriendo en su vida diaria».

07/CV/GG

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