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Mujeres rurales quieren inversión productiva, no limosnas

Por Lisbeth Mejía

El Estado mexicano «comete un error» al considerar a las mujeres rurales como «víctimas pobres a las que hay que capacitar» o dar limosnas, sino que las debe reconocer desde sus capacidades y aportes económicos a fin de que ellas mismas construyan alternativas de desarrollo «justas e incluyentes».

La socióloga y consultora independiente Celia Aguilar, quien entre 2001 y 2009 fungió como oficial de Programación en la oficina regional del Fondo de Desarrollo de Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) en México, Centroamérica, Cuba y República Dominicana, explicó que la sociedad y el Estado deben valorar a las mujeres rurales a partir de sus capacidades, conocimientos y aportes económicos.

«A partir de este reconocimiento se podrán construir alternativas de desarrollo más justas e incluyentes (para ellas)», dijo la experta a Cimacnoticias a propósito de la conmemoración por el Día Internacional de la Mujeres Rurales, el pasado 15 de octubre.

La socióloga por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, advirtió que a las mujeres rurales no se les debe reconocer desde sus carencias, ya que ello propicia que «muchos de los proyectos que se desarrollan son en base a lo que la gente piensa que las mujeres necesitan, y no se les permite a ellas ser las propias constructoras de esas posibilidades».

Celia Aguilar, quien por más de 20 años ha impulsado proyectos de desarrollo rural sustentable, subrayó que si la ayuda social que aportan los gobiernos se transformara en inversión productiva para los emprendimientos de las mujeres, ellas lograrían la autonomía económica y su desarrollo.

«Que (las mujeres rurales) no dependan de ninguna dádiva… ni siquiera de las remesas, sino que justamente tengan los elementos financieros, de asesoría técnica y tecnológica para poder desarrollar sus emprendimientos (…). Es decir, tenemos que cambiar la caridad por la justicia», recalcó la especialista.

GEOGRAFÍA RURAL

La población rural en México representa el 22 por ciento del total de las y los habitantes repartidos en 189 mil pequeñas localidades con menos de dos mil 500 habitantes, según el Censo de Población y Vivienda 2010.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid) 2009, 5.7 por ciento de las mujeres de cinco años y más hablan alguna lengua indígena. El 25 por ciento tiene de 15 a 29 años, y 41.2 por ciento tiene de 30 a 59 años. Más de 60 por ciento está en edad reproductiva.

El 48 por ciento de las hablantes de lengua indígena (de 5 a 29 años de edad) no asiste a la escuela. Tres de cada 10 de estas mujeres carece de instrucción escolar y en promedio su escolaridad es de 4.5 años.

En su resolución 62/136 del 18 de diciembre de 2007, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas instituyó el Día Internacional de la Mujeres Rurales al reconocer «la función y contribución decisivas de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural».

CONTRIBUCIÓN ECONÓMICA

Celia Aguilar explicó que todas las mujeres, sobre todo aquellas que viven en condición de pobreza, desarrollan estrategias de sobrevivencia para los grupos familiares, comunidades y sociedades en pobreza. «Si las mujeres no desarrollaran estas estrategias, la pobreza que está viviendo América Latina sería mayor», apuntó.

La también ex subdirectora de Organismos Industriales en la Secretaría de Patrimonio y Fomento Industrial en México de 1976 a 1980, criticó que el Estado no aprecie la riqueza de los conocimientos tradicionales de las mujeres campesinas, su organización social y las estrategias que desarrollan a fin de atender a las familias frente a la migración, la irresponsabilidad de los padres varones, y las crisis económica y alimentaria.

Abundó que el trabajo de estas mujeres ha contribuido a paliar situaciones críticas en salud y alimentación, pero –observó–a ellas les queda muy poco tiempo para llevar a cabo sus propios proyectos de desarrollo al depender de la ayuda social del Estado.

Aguilar, quien de 1998 al año 2000 dirigió proyectos de desarrollo
humano sostenible para comunidades indígenas y campesinas del norte de Nicaragua, dijo que las autoridades deben tomar en cuenta las propuestas de las mujeres rurales para impulsar iniciativas contra la pobreza con base en los Derechos Humanos.

«De ahí la importancia de un Estado que garantice los derechos económicos, la autonomía y el acceso a las oportunidades en términos de igualdad de toda la sociedad», concluyó.

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