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Mujeres sindicalistas, luchadoras invisibles

Por Teresa Mollá*

Cada año, el 8 de marzo, salimos a la calle para seguir luchando por nuestros derechos como mujeres.

Hay actividades específicas, solidaridades y complicidades sorprendentes, otras parecen hechas a pruebas de balas y todo el mundo reivindica derechos que, al cabo de una semana parecen olvidados, puesto que de nuevo aparecen las críticas a las reivindicaciones de las mujeres y también aparecen las famosas coletillas en las reuniones que, dicen aquéllos, «eso es cosa de las chicas», o «ahora tocan otros temas más importantes, como por ejemplo… elecciones, campañas, objetivos, etcétera».

Las mujeres, dentro de nuestras organizaciones, montamos actividades, recuperamos discursos y nos hacemos visibles esta semana: la del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres.

Y digo bien puesto que si en un principio se hablaba de mujeres trabajadoras, con el tiempo, hemos descubierto que mujeres trabajadoras somos todas, aunque algunas no obtengan retribución por su trabajo.

Pero este año quiero centrarme en un colectivo específico: el de las mujeres sindicalistas.

Las mujeres sindicalistas asumen la dureza de formar parte de unas organizaciones que, creadas a la sombra del mundo laboral, del mercado de trabajo, siguen siendo bastante masculinas.

Es cierto que muchas cosas han cambiado en los últimos años y esto también se ha notado dentro de los sindicatos, al menos los que yo conozco. Pero no es menos cierto que de entre los mayoritarios y los de clase que son los que me interesan, siguen teniendo una asignatura pendiente: la de la normalidad en la reivindicación de derechos.

A la hora de elaborar listas para las direcciones que han de salir de los congresos y cuando se ha barajado el nombre de una mujer para ser la máxima responsable del sindicato, aparece aquella frase que al parecer sigue legitimando el poder masculino dentro del sindicato en cuestión y que es aquella de: «esta organización no está preparada para ser dirigida por una mujer». Y sé de lo que hablo.

Estamos en los órganos de dirección de los sindicatos. Estamos en la calle luchando por los derechos de la clase trabajadora en su conjunto, pero cuando se trata de tener poder, «la organización sigue sin estar preparada para ser dirigida por mujeres». Simbólico, tratándose de organizaciones que luchan por el conjunto de los derechos de la clase trabajadora.

Las mujeres sindicalistas son luchadores incansables dentro y fuera de las organizaciones a las que pertenecen. Son luchadoras silenciosas y silenciadas que no cejan en su empeño de llevar la igualdad a los centros de trabajo y para ello se forman y para ello trabajan.

Todavía no son demasiadas las que acuden a las mesas de negociación, sobre todo en las grandes negociaciones con las administraciones o las grandes empresas. Repito, son pocas, pero las que están llevan el mensaje de todas las que estamos en retaguardia.

No quiero hablar de nombres porque siempre se quedaría alguna en el olvido. Y ésa, precisamente, es una de las peores lacras que arrastramos: el olvido de muchos, muchísimos nombres de mujeres sindicalistas que han estado y siguen estando en la brecha de la lucha por los derechos de toda la clase trabajadora, pero también por los derechos de las mujeres trabajadoras específicamente.

Y es que en este último aspecto, en demasiadas ocasiones se quedan solas, o su voz se queda oculta en aras de la defensa de los grandes temas, como si estos no nos concernieran a las mujeres trabajadoras, como si hablar de conciliación de la vida laboral, personal y familiar, o de formación en igualdad, por ejemplo, no concerniera a nuestros compañeros.

Las que están hoy, las que estuvimos ayer, las que estarán mañana, todas las mujeres sindicalistas, las luchadoras infatigables por los derechos del resto de la ciudadanía y a quienes en ocasiones se olvida y se las relega a demasiados silencios, deben formar parte de la reivindicación de la memoria de colectiva e histórica que se escribe cada día.

En este 8 de marzo de 2011, mi respeto, admiración y homenaje para todas y cada una de ellas.

Teresa Mollá Castells
[email protected]

* Corresponsal, España. Periodista de Ontinyent

11/TM/RMB

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