Se ha comprobado que las mujeres se ven cada vez más afectadas por la epidemia causada por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (Sida); la información sobre la vigilancia de casos, la prevalencia de infecciones y la vía de transmisión confirman que cada año es mayor el número de mujeres que se infectan, se enferman y mueren de Sida.
Si nos hacemos la pregunta de qué factores parecen contribuir a la explosión de casos de Sida en las mujeres y qué programas en el ámbito nacional atienden o controlan la epidemia, se puede decir que, para surtir efecto, los programas contra el Sida deben tener enfoque de género y conocer la realidad de las relaciones inequitativas, de tal forma que se logre llevar a las mujeres a promover las relaciones sexuales sin riesgo y, en general, a proponer una cultura de protección y prevención de infecciones.
Si bien las mujeres se infectan con el VIH por las mismas vías que el hombre: por transmisión intravenosa o por contacto sexual, la proporción de casos por transfusión sanguínea es mayor en las mujeres que en los hombres debido, quizá, a la mayor exposición de las mujeres a transfusiones durante las complicaciones del embarazo y el parto. Esto significa que más del 60 por ciento de los caso de Sida en mujeres se han atribuido a transfusión sanguínea.
Para garantizar la seguridad de los productos sanguíneos se requieren de programas de salud que fortalezcan el análisis de detección del VIH. Esto modifica también otros riesgos de morbilidad y mortalidad de la madre, además de los que acarrea el Sida.
Otro aspecto de los riesgos de las mujeres son la conducta sexual y el estado de infección de su parejas, que pueden ser asuntos que traspasen los límites de sus conocimientos y control; dado el grado de comunicación entre las parejas y la información que no se revela, las mujeres no pueden confiar en el informe de comportamiento que les den su parejas para determinar su propio riesgo potencial.
La Organización de Naciones Unidas anunció una iniciativa destinada a sacar a tres millones de personas –ya enfermas o seropositivas- del pasillo de la muerte. Al mismo tiempo, se hicieron una serie de declaraciones y de gestos simbólicos en el mundo en ocasión del Día Mundial de Lucha contra el Sida, que se celebra el 1 de diciembre.
Actualmente, 40 millones de personas se encuentran esperando tratamientos; 8 mil de ellas mueren cada día.
Este año, el Día Mundial de Lucha contra el Sida tiene como eje la lucha contra las discriminaciones, los obstáculos y la falta de apoyo en el combate contra una epidemia que no retrocede. Por ejemplo, Sudáfrica, el país más afectado por la pandemia -con 5.3 millones de seropositivos- eligió como tema la generosidad hacia los enfermos bajo el lema «generosos juntos». En el Congo, la mitad de las camas de los hospitales están ocupadas por enfermos de Sida
Las tendencias generales en la transmisión del VIH no han dejado de aumentar, a pesar de que las tasas de infección en adultos han descendido en algunos países; principalmente, por una mayor utilización de preservativos, el retraso en la primera experiencia sexual y la reducción del número de parejas sexuales.
Sin embargo, en América Latina, Europa oriental y Asia, la combinación de consumo de drogas intravenosas y el comercio sexual ha agravado las epidemias; así, los programas de prevención se están quedando cortos para abordar esta superposición de problemas.
Es evidente que se necesita ampliar urgentemente el alcance y la escala de los programas de prevención del VIH, lo que significa que debemos pasar de los pequeños proyectos con horizontes a corto plazo a las estrategias integrales a largo plazo.
*Senadora por el Partido Revolucionario Institucional
05/LS/YT
