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Nada qué celebrar

Por Cecilia Lavalle

¡México!, ¡México!, ¡México!, gritaban un grupo de diputados y diputadas el pasado jueves. Festejaban el rechazo, por escasa mayoría (251 votos contra 234), de la propuesta de reforma fiscal presentada por el presidente Fox y el grupo priista que preside Elba Esther Gordillo. El espectáculo en la Cámara de Diputados fue deplorable: legisladores y legisladoras que no saben ni quieren ni les importa escuchar al otro, que mostraban pedazos de cajas de cartón con alguna figura dibujada con plumón negro que ridiculizaba al presidente de la República, que hacían caso omiso al presidente de la Cámara cuando simple y llanamente les llamaba al orden, a ser respetuosos, a ¡no liarse a golpes!, a ¡cumplir con el reglamento!

Y conste que a mí la propuesta fiscal del gobierno federal me parecía un bodrio. Y conste también que a mí aún nadie me ha convencido de que lo mejor –o lo menos peor- sea gravar alimentos y medicinas. Es decir, yo bien podría celebrar que no haya pasado la propuesta. Pero en realidad no hay mucho que celebrar, porque en general yo no vi en la Cámara una reflexión seria, a conciencia de lo que realmente le conviene al país. No vi un debate de ideas respetuoso. No vi el despliegue de inteligencias y talentos puestos al servicio del país. No. Lo que vi -salvo honrosas excepciones- fue una congregación de patanes y patanas prestando oídos sordos a todos los que no fueran sus cuates. Lo que vi fue a un grupo de corifeos compitiendo por demostrar quién gritaba más fuerte. Lo que vi fue a un puñado de fundamentalistas con cartelitos que más o menos decían «Muerte a los traidores a la patria». Lo que vi fue una feria de vanidades, y un desfile de egos. Lo que vi, en síntesis, fue una pandilla peleando por ganarle la partida de poder a otra pandilla. Eso es lo que yo vi.

Yo creo que el jueves, en realidad, no se debatió un proyecto de reforma fiscal. Ésa fue la intención de perredistas y panistas, ambos con posiciones claramente definidas y encontradas. El PAN voto a favor de la propuesta que presentó el presidente. Era lo obvio (¡na’más faltaba!). El PRD votó en contra. Era lo esperado, ya lo habían dicho, ya habían expuesto sus argumentos e incluso presentado otra propuesta. Luego entonces, la votación la decidiría un PRI inmerso en una lucha de poder que se ha convertido en un duelo de titanes y que promete ser como un apareamiento de ballenas –o sea: de pronósticos reservados. En este contexto, mi percepción es que para los priistas IVA o no IVA a alimentos y medicinas fue lo de menos. Mi percepción es que el debate de la propuesta fiscal fue el ring en el que los grupos priistas enfrentados pelearon por el control del grupo parlamentario (¡En esta esquinaaa, la maestra Elba Esther Gordillo representada por Elba Estrher Gordillo, y en esta otraaa Roberto Madrazo representado por Emilio Chuayfett!). Mi percepción es que fue el pretexto para demostrar de una buena vez de qué cuero salen más correas. Mi percepción es que fue el coliseo para saber a quién se devorarían los leones. Y se merendaron a la maestra. El jueves mismo renunció a la coordinación de su grupo parlamentario, no sin antes decir que Madrazo es un mentiroso y un traidor (¿y cuál es la novedad?).

Lo peor es que en los próximos días seguiremos presenciando más de lo mismo, porque ahora la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados deberá elaborar un nuevo dictamen que, otra vez, se discutirá en sesión plenaria. Y cualquiera que conozca, aunque sea de lejitos o de oídas, a Elba Esther, sabe que la guerra no ha terminado. Además, el escenario se complica porque ahora el presidente muy probablemente se verá obligado a negociar una nueva propuesta con Roberto Madrazo (quien ni tardo ni perezoso ya le mandó decir que al negociar con la maestra se había equivocado de interlocutor). También puede nadar de muertito y esperar a ver qué resulta, porque una vez aprobadas las reformas en la Cámara se le envía el dictamen al Senado, y ahí todavía se pueden hacer modificaciones. Claro, si se hacen, se regresan a la de Diputados y empieza todo de nuevo. Traducción: el escenario previsto es de pesadilla.

Y falta debatir las reformas al sector eléctrico (¡jo, jo jo jo, jo!), las reformas a Ley Federal del Trabajo ((¡jo, jo jo jo, jo!), las reformas en materia electoral para, entre otras cosas, disminuir el dinero que se les da a los partidos políticos (doble ¡jo, jo jo jo, jo!).

Bien dicta la Ley de Murphy: Si algo puede fallar, fallará. Y si algo puede empeorar, empeorará.

03/LV/GMT

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