En una casa que aloja a 14 niñas de la calle que son madres, operada por Servicios, Educación y Desarrollo a la Comunidad (Sedepac) vive «pollo» quien hace un año salió del reclusorio. Ella encontró en las calles su verdadero hogar y como muchos vivió en coladeras, parques y casas abandonadas.
Para la experta Elena Azaola, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, (Ciesas), los delitos que cometen las menores están relacionados con el lugar que la sociedad asigna a las mujeres.
Delitos como el robo de infante, infanticidio o la complicidad con el compañero en cualquier ilícito podrían calificarse como «delitos de amor» que son cometidos tanto por adultas como por menores y que ponen al descubierto la condición femenina y culturalmente asociada a la maternidad o a la mujer compañera-dependiente del varón.
Entre los testimonios recogidos por Azaola en la investigación El Delito de la Mujer y el Delito de ser Mujer; Testimonios de Niñas Infractoras, figura el de una menor de 15 años, que se hallaba interna por infanticidio.
Pese a ello, la Secretaría de Seguridad Pública negó información acerca de las menores que en este momento se encuentran recluidas en un centro de internamiento en la delegación Coyoacán, separadas de los varones recluidos en la calle de Obrero Mundial, aquí en el Distrito Federal.
El relato de «pollo» como le gusta que la llamen, podría ser el de muchas otras que como ella, encontró en las calles su verdadero hogar.
Originaria de Toluca y con 15 hermanos, «pollo» deambuló por las calles desde los seis años de edad. Sus rumbos fueron la zona de Tepito y Garibaldi, donde al igual de muchos, vivió en coladeras, parques y casas abandonadas.
Pedía dinero para alquilar una habitación de hotel en la colonia Guerrero y drogarse junto con otros niños en la misma situación.
«Yo prefería robar que prostituirme», cuenta «pollo» quien dijo haberse dedicado al robo a transeúntes utilizando navajas para amedrentar a sus víctimas, actividad que realizó desde los 12 años.
Poco después vendería droga que los mismo policías le suministraban. Por algún tiempo «pollo» vivió bajo el amparo del padre Chinchachoma, realizó algunos estudios pero al final volvió a las calles, donde volvió a drogarse.
Casa Alianza la rescató de las drogas aunque no fue un proceso fácil, «no me importaba lo que me dijeran, ni a cuantas terapias fuera. No podía dejar las drogas. Fueron los mismos policías quienes me daban la droga los que me detuvieron cuando me resistí a seguir vendiéndolas».
«Pollo» llegó al reclusorio. Nuevamente intervino Casa Alianza parta ponerla en libertad. Hoy, a sus 19 años, tiene dos hijos, uno producto de una violación, «por ellos abandoné las drogas, pero no la idea de volver a las calles, donde se encuentra mi verdadera familia».
Actualmente en los 54 centros de internamiento para menores que existen en el país, están privadas de su libertad 257 niñas, cuya edad promedio es 15 años, quienes al igual que los varones, son víctimas de malos tratos, abusos y violaciones a sus derechos humanos, ante la indiferencia de autoridades federales y estatales.
El informe especial sobre la situación de los derechos humanos de los menores presos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos documentó una serie de irregularidades en estos centros que constituyen verdaderas cárceles para los infractores de corta edad, en especial para las niñas.
Además de malos tratos el informe denunció trato desigual a mujeres en 15 de los 54 centros en los estados de Baja California, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Colima, Durango, Guerrero, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Quintana Roo, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Yucatán.
Reveló también que mujeres y varones comparten instalaciones durante el día en 10 prisiones en los estados de Campeche, Colima, Durango, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, Tamaulipas y Veracruz.
Del total de internas, se encontró que 13 niñas están embarazadas y cuatro tienen a sus hijos viviendo en estos centros, dos de ellas en Chiapas.
La mayoría de los internas cometieron infracciones del fuero común, el robo en todas sus modalidades fue el más frecuente. Por este delito están presas 100 niñas.
Mari Rouss Villegas, directora de Desarrollo de Casa de Casa Alianza – fundación con trabajo en México desde hace 15 años, cuya matriz está en Nueva York–, informó que a muy corta edad, las niñas están saliendo de sus casas como producto de la violencia intrafamiliar y el abuso sexual sobreviviendo en las calles, pidiendo dinero, prostituyéndose o bien, robando.
Roban, celulares, cámaras de video a los turistas o «jalan» la bolsa a otras mujeres para obtener dinero y comprar solventes, pastillas psicotrópicas o narcóticos conocidos como «cristal» o «piedra» que utilizan para olvidar, el hambre, el frío… el dolor.
Para las menores que son privadas de su libertad Casa Alianza busca procesos justos y la libertad como es el caso de Irma Jovana alias «pollo» quien desde los seis años sobrevive en la calle y a los 18 fue conducida al Reclusorio Norte.
2003/SM/MEL
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