«Una mujer que vive a la sombra de la violencia cotidiana…no es realmente libre». Esto lo señaló el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan. Y es que el 25 de noviembre fue nombrado el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres; aquélla que puede manifestarse en diferentes contextos: en la pareja, la familia, en el trabajo, pero también en el contexto de la migración, de las refugiadas, las empleadas domésticas, las mujeres itinerantes, las toxicómanas, como en los ámbitos de exclusión, de globalización de los intercambios, de la trata y el tráfico de mujeres.
La importancia de este fenómeno está en su magnitud y en sus consecuencias, las cuales, dentro del marco general de la violencia, se recrudecen entre la crueldad con que los actos de violencia se cometen y la impunidad. La violencia de género es, en primer lugar, una grave violación a los derechos humanos; en segundo, es una forma de discriminación que tiene su origen en la condición de subordinación; en tercer lugar, es un reflejo de la desigualdad entre mujeres y hombres, además de ser una consecuencia de la exclusión económica, política cultural y social.
También es una premisa fundamental en contra del logro de la paz y el desarrollo, configurando un estado permanente de temor y un impedimento para la libertad. En síntesis, es un atentado directo a la dignidad y a la vida misma, pero también un denominador común que se mantiene sin importar lugar y tiempo: el constituirse como una amenaza constante a la vida y a la libertad de las mujeres.
Esta epidemia de magnitudes insospechadas refleja, según el Estudio Mundial de Población 2005, que una de cada cinco mujeres será víctima de violación o de un intento de violación a lo largo de su vida. La violencia mata e incapacita a una cantidad de mujeres superior a las víctimas de cáncer, porque una de cada tres es golpeada, obligada a entablar relaciones sexuales bajo coacción o maltratada de alguna otra manera, pro lo general por un miembro de su propia familia.
Debido al asalto y a la violencia sexual se pierde casi uno de cada cinco años de vida saludables en las mujeres de 15 a 44 años de edad; niñas y mujeres son violentadas y, en algunos casos, asesinadas como culminación de dicha violencia pública o privada.
La acción del movimiento amplio de mujeres ha permitido destacar las causas y los efectos de la violencia al cuestionar y redefinir las percepciones sociales y las maneras de actuar con las víctimas y los agresores; esto es, al reclamar cambios políticos y legislativos. La sociedad civil organizada ha abierto el camino para otras iniciativas en favor de su atención y combate; sin embargo, las realidades persisten y existen cuando se les nombra, cuando se les conceptualiza.
En este esfuerzo, la categoría de feminicidio surge como parte del bagaje teórico y se define como culminación de una situación caracterizada por la violación sistemática de los derechos humanos de las mujeres.
Es en la inexistencia del Estado de derecho donde se reproducen la violencia sin límite y los asesinatos sin castigo. Se conforma en un ambiente de violencia normalizada contra las mujeres por ausencia de una cultura de respeto y valorización de la mitad del género humano; por la cosificación de las mujeres y su conversión en un objeto que se puede utilizar, maltratar o desechar.
Todo comienza en casa, pero el mensaje es claro: la inercia de los gobiernos, la policía y los tribunales, con el pretexto de que la agresión ocurre entre las paredes del hogar y es una esfera íntima, encubre la impunidad de los agresores.
Sí, la violencia contra las mujeres es ampliamente tolerante en el hogar y en la comunidad, y la violación sexual es usada cada vez más como un arma de control; por ello, los Estados están obligados a actuar con diligencia en la investigación, el proceso y la sentencia penal por violaciones, aunque estos delitos sean perpetrados por actores privados; lo confirmó la Suprema Corte de Justicia al referirse a la violación entre cónyuges.
El alto a la violencia contra las mujeres y las niñas será un tema relevante en las elecciones del 2006; esperemos que no dejemos pasar mucho tiempo antes de reaccionar. Por esto y más, la erradicación de toda forma de violencia contra las mujeres se posiciona a escala mundial como una premisa en el logro del desarrollo y la paz.
*Senadora por el Partido Revolucionario Institucional
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