Inicio Oaxaca: 20 jóvenes concluyeron curso de Partería Profesional

Oaxaca: 20 jóvenes concluyeron curso de Partería Profesional

Considerada por siglos una tarea hecha por las mujeres sabias y sacerdotisas, la partería tiene en México una larga historia y se cree que podría tener un futuro alentador, sin embargo y pese a que existen estudios que demuestran sus beneficios, la partería ha sido discriminada y casi desaparecida.

En ese contexto y entendiendo la importancia de la partería en Oaxaca, entidad compuesta por 16 pueblos indígenas, Nueve Lunas organización civil impulsa desde el año 2002 el proyecto de Iniciación a la Partería «Luna Llena».

Para las integrantes de la organización, Oaxaca con sus pueblos indígenas han sido durante siglos «cuna de la medicina tradicional. El reconocimiento comunitario, la sabiduría y los conocimientos hacen de la partería tradicional indígena una fuente de cultura ancestral capaz de abarcar al ser humano entero, devolviendo al nacimiento su carácter sagrado».

El proyecto rinde frutos: 20 alumnas, la mayoría jóvenes que pertenecen a un grupo étnico, concluyeron el primer curso de Partería Profesional, que no sólo busca rescatar una ancestral tradición sino también contribuir a reducir uno de los problemas más severos en la entidad, la muerte materna.

Cristina Galanta Di Pace junto con Araceli Gil Archundia emprendieron hace unos años el camino por esta tierra donde la sabiduría de la medicina profesional, la de la ciencia, se combinaría con la partería tradicional herencia de la cultura oaxaqueña. Un rescate que fortalece, un rescate que busca crecer.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha realizado estudios, incluso en países en situaciones económicas más favorables que México, y encontró que una alternativa y una solución a la muerte materna es la formación de la partería profesional, sostiene Cristina Galanta Di Pace, coordinadora de Luna Llena.

En el mundo, según la misma OMS, hacen falta unas 700 mil parteras, mientras que en Oaxaca bastaría con la capacitación profesional de unas 700 personas para atender a las mujeres en sus propias comunidades, de acuerdo con sus creencias y costumbres.

Una partera, añade la entrevistada, está donde tiene que estar, es decir en el lugar donde vive la mujer que traerá al mundo a un nuevo ser. Su estrategia es culturalmente aceptada por la población porque pertenecen a la comunidad y, como en el caso de Luna Llena, las parteras profesionales están capacitadas para atender emergencias obstétricas, siempre y cuando exista una buena coordinación con los servicios de salud institucionales.

Dar una respuesta en la comunidad, con los recursos de la comunidad y con la capacitación del personal, es más eficaz que trasladar a las mujeres sin ningún acompañamiento adecuado ni tratamiento responsable, como sucede en algunos casos en Oaxaca, donde el único hospital que puede realmente enfrentar una situación de emergencia obstétrica es el Hospital Civil.

Cristina Galanta sostiene entonces que una solución será el reconocimiento e inclusión de la partería profesional, lo que requiere de la apertura y la visión para incluirla como parte de una estrategia institucional, porque aún cuando existen programas que toman en cuenta a las parteras, ellas son consideradas como un vehículo para relacionar a las mujeres con los centros de salud, para que pueda acompañar a las mujeres, pero no es vista como parte del sistema de atención, son un apoyo.

La responsable del programa Luna Llena considera que esta «escuela de partería» busca que el aprendizaje sea reconocido, no sólo por la comunidad, también por las instituciones y la sociedad, además de incorporar herramientas para detectar, estabilizar y, en caso necesario, trasladar a la mujer cuando se presente una emergencia obstétrica, porque han sido capacitadas para manejar algunos medicamentos especiales, conocen maniobras específicas para detener hemorragias.

Sus intervenciones salvan vidas, sin perder el conocimiento tradicional ni la enseñanza de la medicina indígena.

Para Cristina Galanta, Luna Llena es la realización de un viejo sueño y quizá el más importante, pues permitirá rescatar una parte vital de la cultura oaxaqueña, a las sabias y mujeres sacerdotisas que en muchos países que se dicen desarrollados han desaparecido, han perdido su contacto con la naturaleza y la espiritualidad que conlleva el nacimiento, un parto, tratar a las mujeres que dan vida.

GRANDES DIFERENCIAS

Para la coordinadora general de Nueve Lunas, Araceli Gil Archundia, la partería tiene importantes diferencias con la atención de un parto en una institución médica.

La primera es la libertad a la mujer, porque confiamos en que el cuerpo de la mujer sabe qué hacer al momento del parto. Y esta libertad se expresa en la posición en que nace el bebé. En que se le da lo que necesita en ese momento y porque puede expresar sus emociones, nadie las calla, nadie las regaña.

La segunda diferencia es la relación personal que la partera establece con la mujer. Sabemos que la que está pariendo es una mujer no es un número no es una estadística y sabemos también que cada parto es diferente.

Una tercera diferencia de la partería con la atención médica es la empatía que se establece entre la partera y la mujer que traerá nueva vida. Se le escucha desde algo que no es médico se le da confianza.

En la partería, traer una nueva vida es un hecho natural y no un acto médico, apunta la también partera, quien más adelante agrega que hay una enorme presión hacia las mujeres cuando se trata de definir la atención de su maternidad. Por un lado esta la panacea de la medicina. El médico que lo sabe todo y la mujer que no sabe nada de su cuerpo.

LARGA HISTORIA

En México, pese a la larga historia de la partería, ésta ha sido discriminada y casi desaparecida, sostiene Araceli Gil, de ahí que en el país haya una sola escuela en San Miguel de Allende Guanajuato, y ahora en Oaxaca con Luna Llena se construye un nuevo modelo, el cual está en proceso de sistematización. Pese a todo tiene futuro, dice con optimismo.

El modelo «oaxaqueño» de Luna Llena tiene como finalidad construir un puente entre la partería tradicional y el conocimiento de la medicina, su punto de partida es vital considerando que Oaxaca tiene una presencia indígena muy fuerte.

Sin embargo, las tendencias de la modernidad hicieron que la partería tradicional indígena se perdiera y se dejara de lado el conocimiento de la mujer sabia, la consejera y, en muchos casos la líder de la comunidad.

En Europa, relata Gil Archundia, los monarcas establecieron que las mujeres parieran sobre una mesa, que sus partos fueran visibles a todo el mundo, para que constatara que la hija o hijo por nacer era legítimo, de aquel hombre legítimo de tal.

Pero fue hace unos 300 años, con la instalación de clínicas donde se cree y se establece que el embarazo es una enfermedad y entonces se acerca el embarazo y el parto a las clínicas. Cierto, señala, debe haber durante el embarazo cuidados para evitar riesgos en las mujeres, pero ello no implica que el embarazo sea una enfermedad, es un hecho natural que requiere cuidados.

Fue una parte de la ciencia médica, la arrogante. La medicina tomada por los hombres, que dice «nosotros –como médicos- sabemos lo que el cuerpo necesita, no la mujer que está embarazada o la persona que tiene un padecimiento».

De ahí que en poco tiempo, las comunidades empezaran a «renunciar» a sus propias costumbres o tradiciones o eran obligadas a hacerlo por razones «científicas, religiosas o institucionales». Se depositó en los médicos el poder y ellos tomaron ese poder, cuya manifestación se concentra en la versión de que ellos lo saben todo y el paciente no sabe nada de su propio cuerpo.

El resultado, en el caso de los embarazos, es que ahora existe un alto índice de cesáreas –estimado entre un 80 y 90 por ciento de partos–. ¿Qué les dicen de esta forma a las mujeres? Que nueve de cada diez no saben nada de su cuerpo.

El proyecto Luna Llena, que permitió la preparación de 20 jóvenes de diversas comunidades como San Francisco Lachigoló, San Juan Bosco Chixnabán, San José El Duraznal, Santa María Tlahuitoltepec, Teotitlán del Valle, Santa María Quetzaltepec, Santa María Tepantlali, Ayutla Mixe, Tlacolula de Matamoros, entre otras, combina el conocimiento de la partería tradicional y la medicina moderna.

Así las jóvenes durante tres años recibieron cursos sobre ginecología, psicología, sexología y otras especialidades médicas, que se combinaron con la sabiduría de las parteras tradicionales y la medicina tradicional.

Al concluir el curso cada una de las nuevas parteras recibió, además de un diploma avalado por la Universidad de la Tierra, un portafolios con equipo médico como baumanómetro, estetoscopio, instrumental, cepillo, guantes, gasas, pinzas, rebozo, cinta métrica, pesa, libros, ligaduras umbilicales, entre otros elementos básicos.

08/SJ/GG

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