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Partería: realidad vigente para ejercer los derechos reproductivos

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“Las mujeres fueron las primeras farmacólogas con sus cultivos de hierbas medicinales, los secretos de cuyo uso se transmitían unas a otras. Y fueron también parteras que iban de casa en casa y de pueblo en pueblo. Durante siglos las mujeres fueron médicas sin título; excluidas de los libros y de la ciencia oficial” Bárbara Ehrenreich y Deirdre English
 
Desde 2003, cada 5 de mayo se conmemora el Día Internacional de las Parteras –también llamadas comadronas y con una variedad de nombres en cada lengua indígena que existe en nuestro país–.
 
La fecha fue establecida por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Confederación Internacional de Matronas (CIM), y es un llamado a reconocer “la importante labor de las parteras en promover la buena salud y asegurar embarazos y partos sin riesgo”.
 
De acuerdo con el documento “El estado de las parteras en el mundo 2014: oportunidades y retos para México”, la necesidad insatisfecha para la atención de la salud sexual y reproductiva, materna y neonatal, fue de 61 por ciento con poco más de 100 mil  prestadores de salud distribuidos así:
 
Setenta y ocho parteras profesionales (que representan menos del .01 por ciento del personal calificado que dedica 100 por ciento de su tiempo para esa labor); 23 mil parteras auxiliares; 16 mil 200 enfermeras parteras; 56 mil 433 médicos generales, y 8 mil 668 obstetras y ginecólogos. Faltaría incluir a las parteras tradicionales con 15 mil.
 
Asimismo, de 2012 a 2014, ocho entidades han incorporado a parteras técnicas en los servicios públicos de salud: Guerrero, Veracruz, Chiapas, San Luis Potosí, Tabasco, Puebla, Campeche y la Ciudad de México. En 2011, la Secretaría de Salud (Ss) aprobó un presupuesto proveniente del Acuerdo para el Fortalecimiento de las Acciones de Salud Pública en los Estados (AFASPE) para contratarlas.
 
La Asociación Mexicana de Partería señala que existen cinco instituciones educativas que forman a parteras: en 1996 se fundó en Guanajuato la primera Escuela de Parteras Profesionales, del Centro para los Adolescentes de San Miguel de Allende (Casa), hasta ahora la única reconocida por la SEP.
 
En 2009 en Oaxaca inició Luna Llena; en 2010 en Michoacán fue Mujeres Aliadas; en 2014 en Quintana Roo se fundó la Escuela de Partería en la Tradición Osa Mayor, y en 2013 en Guerrero se creó la Escuela de Parteras Profesionales, la cual retoma el modelo educativo de Casa, que se centra en la parturienta como la protagonista de su parto y que el embarazo no es una enfermedad, por lo que la mujer no tiene que exponerse a un parto medicalizado o a cesáreas innecesarias sino lo requiere.
 
A pesar de la institucionalización del parto que vino a saturar el segundo nivel de atención médica, y ha restringido la atención de urgencias obstétricas reales, en las localidades rurales e indígenas de Guerrero algunas mujeres utilizan los dos modelos de atención: el de la medicina tradicional –a través de la partera–, y de medicina alópata (moderna) –a través del personal médico que prohíbe y desdeña la atención de la partería tradicional–.
 
Pero en ocasiones sigue siendo la única opción aunque exista un centro de salud, pues la mayoría de los partos ocurren en la noche, turno que no se cubre en las comunidades.
 
Los centros de salud –no la mayoría– tienen una vinculación con la partera tradicional, muchas veces es una relación de subordinación; a ellas se les dan formatos para llevar el control de nacimientos en los que señalan qué tipo de complicaciones tuvieron durante la atención del parto, y también llenan los certificados de alumbramiento.
 
Por otro lado, durante el “Encuentro estatal de intercambio de experiencias, saberes y prácticas con parteras del estado de Guerrero”, realizado en julio de 2015 y organizado por la Casa de Salud Manos Unidas, en coordinación con la Dirección de Medicina Tradicional y Desarrollo Intercultural, se estableció un diálogo con diversas parteras de las regiones Costa Chica, Montaña y Costa Grande e instituciones presentes (Ss de Guerrero, Ss federal, la delegación estatal de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, y la Secretaría de Asuntos Indígenas), a las que se demandó:
 
El reconocimiento a su labor y no discriminación; el acceso y colaboración con el personal de salud; el suministro de información y herramientas/materiales para facilitar su trabajo en las comunidades; la contratación de parteras a través del Código M02117; becas para las parteras tradicionales; campañas conjuntas para promover el parto humanizado; la adecuación intercultural y el desarrollo de la partería; así como promover posadas de nacimiento con parteras tradicionales.
 
Estas demandas fueron encabezadas por las Casas de Atención a la Mujer Indígena de Ometepec, San Luis Acatlán y Acatepec, así como por la asociación Comunidad Raíz Zubia.
 
Ello muestra que a pesar de la existencia de leyes y normas que reconocen la labor de las parteras y el papel vital que desarrollan, aún persisten retos y limitantes en su trabajo, ya que el personal de salud se resiste a impulsar un modelo colaborativo de atención sanitaria que respete la ciudadanía reproductiva de las mujeres, y los saberes ancestrales de las comunidades.
 
De acuerdo con el UNFPA, el actual déficit de parteras (profesionales) “representa muertes innecesarias de mujeres y recién nacidos”, por ello lo considera como “un elemento clave de la atención de salud sexual, reproductiva, materna y neonatal”, e insta a los gobiernos a “fortalecer sus políticas y la planificación para ampliar el acceso a los servicios de partería”.
 
Algunos investigadores y organizaciones civiles consideran que la partería profesional podría desvirtuar una labor de servicio comunitario con alto valor cultural, pues aunque parteras como en Atoyac llegan a cobrar entre 100 y 500 pesos por un parto o reciben alguna aportación alimenticia en especie o incluso nada, brindan el servicio cuando la mujer lo requiere.
 
Sin embargo, desde Comunidad Raíz Zubia creemos que los dos tipos de partería son vigentes y que uno de los retos que representa es la generación de sinergias colaborativas e incentivos, para que las parteras tradicionales comprometidas con la salud de las mujeres y neonatos puedan seguir su labor, y contribuir al ejercicio de los derechos reproductivos. Todo ello implica políticas públicas de salud con una perspectiva integral de género, interculturalidad y Derechos Humanos.
 
*Activista, feminista descolonial e investigadora de Comunidad Raíz Zubia, asociación civil que promueve el derecho a saber y la participación comunitaria para el ejercicio de los Derechos Humanos, como el derecho a la salud de las mujeres en Guerrero.
 
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