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Perdida por la iglesia la batalla contra la AE

Por Miriam Ruiz

La jerarquía católica perdió la batalla para evitar la anticoncepción de emergencia en México, donde ya está aprobada y reglamentada. Las autoridades la defienden como política pública y algunos grupos de católicos organizados también.

Algunos jerarcas católicos iniciaron una ardua campaña de oposición y llamados a las autoridades desde el 21 de enero, fecha en que se instituyó la obligación de las instituciones y personal de salud para informar sobre las pastillas de anticoncepción de emergencia (PAE) y el condón femenino en la Norma Oficial sobre Planificación Familiar.

Al considerar como abortiva la AE –pese a ser un método que claramente previene el embarazo hasta 72 horas después del coito–, el sector más conservador solicitó reuniones con las Secretarías de Gobernación y de Salud, utilizando el portón que abrió Vicente Fox con su llegada al poder en 2000 para gobernar en un Estado proclamado laico con las leyes de Reforma durante el mandato de Benito Juárez, en 1859.

Dos semanas después, con llamados desde el púlpito a los medios, la jerarquía recibió el mensaje del subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos, Armando Salinas (catedrático de la ultraconservadora Universidad Panamericana), quien dijo que «no habría marcha atrás en esa política pública».

Dentro de las filas católicas también se alzaron voces a favor de la política pública, que responde al compromiso signado por México en 1994 y 1995 ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para respetar los derechos sexuales y reproductivos de la población, entre ellos, el derecho a decidir de manera libre sobre el embarazo.

Grupos católicos progresistas pidieron el viernes a la jerarquía católica «dejar en libertad al Estado laico» y respetar la pluralidad al interior de la iglesia.

El representante del Observatorio Eclesial, Jaime Laines, rechazó el pasado viernes 6 de febrero, en conferencia de prensa, que las altas cúpulas de la iglesia representen a toda la población católica.

«Si ellos se adjudican la representatividad de los creyentes católicos, es asunto de ellos, pero no es la mayoría».

De acuerdo con datos incluidos en el llamado que el Observatorio Eclesial hace a las autoridades federales y religiosas, 76 por ciento de los católicos considera que hospitales y clínicas deben ofrecer pastillas anticonceptivas de emergencia a mujeres que tuvieron relaciones sin protección.

«La invitación que queremos hacer a nuestra jerarquía católica es que deje en libertad al Estado laico. Esto no es algo que le corresponda directamente a la iglesia», indicó en ese mismo evento el teólogo Salomón Farfán.

Días antes, la directora de Católicas por el Derecho a Decidir, María Consuelo Mejía, calificó de un engaño y de herejía a quienes amenazan con la excomunión a las mujeres que utilicen este método.

Más aún, dijo que lo que no se vale es abusar de la investidura sacerdotal para amenazar a las mujeres católicas haciéndolas sentirse culpables por recurrir a la anticoncepción de emergencia, tratando de imponer su criterio con respecto a esta tecnología que evita embarazos no deseados, así como abortos.

Sin importar su origen, el gabinete panista ha tenido que reconocer el laicismo y la pluralidad de las políticas públicas en México, alejadas del ideario católico apostólico romano.

En entrevista para Cimacnoticias el 6 de noviembre, al iniciar el Congreso Internacional sobre Familia con 17 países iberoamericanos y representantes de 32 entidades federativas, la directora del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), Ana Teresa Aranda, hizo hincapié en la diversidad de las familias al reconocer que alrededor de 11 millones de familias mexicanas dependen de ingresos femeninos.

En el mismo evento, hasta la esposa del primer mandatario, vinculada a los Legionarios de Cristo, Marta Sahagún de Fox, dijo en el mismo Congreso que la familia tradicional es «absolutamente insuficiente».

«Puede gustarnos, podemos o no estar de acuerdo, pero es nuestra realidad», concluyó.

Se espera que la iglesia, como lo ha hecho desde el siglo I con el patriarca San Agustín, siga sus intentos por controlar los cuerpos femeninos y su reproducción desde todas las arenas posibles.

04/MR/GBG

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