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Personas mayores no se jubilan del placer

Por Andrea González

De acuerdo con investigaciones internacionales, el sexo es bueno para la salud y el bienestar de las personas. La presencia de relaciones íntimas regulares es un signo de vigor, sin importar incluso su frecuencia.

El interés sexual persiste en el 72 por ciento de los hombres y el 65 por ciento de las mujeres durante la sexta década de vida. Sin embargo, la actividad sexual está restringida al 42 por ciento de ellos y al 36 por ciento de ellas.

Desafortunadamente, informa el Servicio de Noticias de la Mujer (SEM), las personas mayores que mantienen una estupenda vida sexual con su pareja, dentro de un ámbito de ternura y amor, se ven obligadas a no comentarlo ante el temor a caer en el ridículo y ser blanco de las críticas sociales y sus referencias a que «los viejos no deberían andar en esas cosas».

No pocas veces se sienten ridiculizados cuando intentan mejorar su apariencia personal y más aún si se acompañan de un toque de coquetería y juventud, como expresión de su vitalidad.

En el grupo de personas que tienen el privilegio de seguir ejerciendo su sexualidad entre los 70 y 80 años de edad, su frecuencia coital varía desde una vez diaria hasta una mensual.

Sin embargo, el hecho de tener relaciones íntimas a edades tan avanzadas de la vida condiciona, en muchas ocasiones, una doble moral, pues el anciano está clasificado como una especie de niño grande al que se le asignan tareas muy limitadas. Incluso se piensa que sus funciones sexuales simplemente no deberían existir.

Para el educador chileno Horacio Marín, del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), «a grandes sectores de la sociedad les cuesta comprender que hombres y mujeres adultos mayores vivan su afectividad y sexualidad hasta años muy avanzados. Hay estudios que demuestran que, después de los 75 años, hasta el 25 por ciento de los adultos mayores se mantienen plenamente activos en el plano sexual, y un porcentaje mucho mayor aún perdura en el deseo de ser pareja».

Un colega suyo, Enrique Cueto, manifiesta que «un trabajo liberador se hace urgente y necesario, pues se produce una cierta mutilación emocional, una torpe negación a la invitación amorosa, que acaba en arideces y agresividades…Es visible a veces una atmósfera gris, porque retenido el corazón, se desilusiona y desmotiva la impulsión vital».

«YA GOLGUE LA SOTANA»

Eliana Aravena tiene 75 años y es una enfermera jubilada que ha trabajado con muchas mujeres de la tercera edad. Ella ofrece su testimonio sobre los problemas que tienen sus pares para emparejarse y vivir su sexualidad.

«El sexo es un aspecto muy importante de la vida, porque practicarlo es sentir que se es mujer otra vez», dice como quien hace una declaración de principios.

«Pero, según mi experiencia, es rara la adulta mayor que se mantiene activa sexualmente. Es que somos fruto de una cultura muy rígida, en la cual una mujer que no se casaba no podía mantener relaciones sexuales. Es mal visto por los hijos», agrega.

Eliana asegura que su generación está muy limitada en ese aspecto. «Pero algunas tienen pareja y yo ¡las felicito!», exclama. «Las solitarias no son felices, porque les falta esa parte», sentencia.

Entre los problemas prácticos que Eliana ha tratado están el matrimonio a una edad avanzada. Esto, explica la especialista, se debe a que si las personas se casan se olvidan de disfrutar y la relación puede convertirse en un permanente cuidado hacia la pareja. «¡Y yo ya colgué la sotana!», dice riéndose.

Viuda desde hace 30 años, no ha vivido plenamente su sexualidad desde hace tres décadas, pero mantiene una vida activa, llena de viajes. Y le falta tiempo.

Como hoy la menopausia no es sinónimo de jubilación erótica y se espera que la edad promedio de vida de las chilenas sea de 80 años, Chile vivirá una revolución de costumbres liderada por la generación que creció acunada por la píldora, la minifalda, la revolución de las flores y el amor libre. La afectividad y la sexualidad son dimensiones que están presentes hasta los últimos años de vida de cada hombre y cada mujer.

05/AG/GM

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