La pobreza obliga tanto a adultos mayores como a enfermos hombres y mujeres a continuar trabajando para sobrevivir, de acuerdo con un estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), titulado Envejecimiento, Género y Pobreza en el Medio Rural.
La doctora Nelly Salgado de Snayder, directora de Salud Comunitaria y Bienestar Social, de INSP, dio a conocer los resultados de esta investigación durante el primer día de actividades del Foro Nacional Envejecimiento, Género y Pobreza en el Medio Rural, que concluye mañana en Cuernavaca, Morelos.
La investigadora dijo que el estudio reveló que en el México rural las ancianas y los ancianos son miembros activos de la comunidad y tienen una vida productiva.
El estudio arrojó que el trabajo de los adultos mayores les garantiza un mínimo de ingreso para su sobreviviencia, ya que casi ninguna de las personas adultas mayores tiene acceso a programas de seguridad social.
El análisis se basa en una muestra de 404 personas mayores de 60 años de edad, hombres y mujeres en Morelos y Guerrero, que viven en localidades rurales de 15 mil habitantes o menos.
Salgado de Snayder dijo que las ancianas rurales presentan una mayor incidencia de todo tipo de enfermedades, en especial de problemas emocionales que se manifiestan a través del nerviosismo y que se refleja en una demanda excesiva de responsabilidades y labores, que derivan en tristeza, desprotección y ansiedad.
Las mujeres entrevistadas respondieron que manifiestan más dolor y un uso mayor de medicamentos y remedios (té) en comparación con los hombres.
El estudio reveló además que la pobreza agudiza los problemas asociados al proceso de envejecimiento y que existen múltiples temores relacionados a este proceso natural como la soledad el abandono, la pérdida de habilidades físicas y mentales, enfermedades crónicas e incapacitantes.
Además las y los entrevistados manifestaron un gran vacío en la respuesta institucional a sus necesidades. La ausencia de servicios de salud o su acceso limitado ocasionaron que los adultos mayores hagan uso de remedios caseros, prefiriendo la automedicación y el uso de sistemas tradicionales.
La investigación puso de manifiesto que muchas personas mayores viven solas y por lo tanto se encuentras desprotegidas.
También evidenció que las mujeres, construyen a través de su vida redes sociales que pueden ser duraderas y multifuncionales, en tanto que los hombres pueden estar expuestos a mayores experiencias de soledad por la carencia de éstas.
El estudio también demostró que las ancianas y ancianos, mantienen expectativas basadas en los roles tradicionales de género, como de que los hombres sean trabajadores y proveedores y las mujeres cuidadoras de su hogar a pesar de su edad avanzada.
El documento recomendó garantizar una adecuada protección social y un ingreso mínimo a los adultos mayores sobre todo aquellos que viven en pobreza.
Salgado Snayder dijo que es necesario diseñar estrategias gubernamentales y comunitarias que garanticen un ingreso sostenible para los adultos mayores más pobres y su acceso adecuado a los servicios básicos de salud, como una prioridad impostergable para los ancianos rurales sobre todo para las mujeres que reportan un mayor número de enfermedades.
Además se requiere aumentar la capacidad de las familias y las comunidades para brindarles apoyo, y llevar a cabo acciones de los servicios públicos para complementar y no sustituir los sistemas informales de atención.
En la inauguración del foro destacó la ausencia del secretario de Salud del estado de Morelos, Antonio Campos Rendón, lo que evidenció la falta de interés de algunas autoridades por el tema.
2003/SM/LLH/MEL
