Las mujeres que viven en comunidades de extrema pobreza, en la ciudad o el campo, son quienes padecen la escasez del agua y su privatización de manos de empresas refresqueras y de agua embotellada. Así lo denuncia la asociación civil Promedios de Comunicación Comunitaria mediante un documental, presentado la semana pasada en la Ciudad de México.
El documental Agua: Nuestra Vida, Nuestra Esperanza, dirigido por Nicolás Défossé y Daniela Contreras, se proyectó en las instalaciones de la Universidad Obrera de México «Vicente Lombardo Toledano», ubicado en el Centro Histórico capitalino.
Entre otros aspectos, la producción muestra la situación de mujeres que habitan en comunidades de extrema pobreza ante la escasez del fluido, también denominado «oro blanco».
Entre las entrevistadas se encuentra una ama de casa que habita en la delegación Iztapalapa, la más poblada de las 16 que existen en el Distrito Federal, mostrando a los realizadores las condiciones en que recibe la poca agua que llega a su hogar y que tiene que utilizar para la limpieza diaria, así como la preparación de alimentos.
«Yo no sé si en las Lomas de Chapultepec, en el Pedregal o en cualquiera de esas zonas tan elegantes salga igual el agua, yo no creo», declaró.
Puesto que el escaso líquido que llega a diversos domicilios no es apto para el consumo humano, algunas personas entrevistadas señalaron que deben comprar agua embotellada o pagar el servicio de las pipas a pesar de que el servicio lo envían las autoridades capitalinas de manera gratuita, mientras que aquellos que no cuentan con los recursos económicos para pagarla, la hierven.
Una mujer que radica en el estado sureño de Guerrero manifestó su rechazo a la construcción de la presa La Parota, ante el temor de que, en caso de que se realice el proyecto, seguramente el gobierno llevaría el líquido a quienes tengan los recursos para pagar el servicio.
También manifestó su preocupación de que a ella y su familia los saquen de su pueblo y sus costumbres.
Otro caso presentado en Agua: Nuestra Vida, Nuestra Esperanza fue el del Ejército de las Mujeres Mazahuas, habitantes del centro del país, quienes exigen su derecho a disfrutar de dicho elemento.
«Si tenemos derecho al agua porque no solamente debemos conformarnos con ver los tubos que se llevan a la Ciudad de México, cuando también lo debemos tener en nuestras casas», señala una de las entrevistadas en el documental.
Por otra parte, se mostró cómo viven algunas mujeres en otra entidad sureña: Chiapas; ellas recorren varios kilómetros para llegar a los ríos y así poder lavar ropa y llevar agua a sus hogares en varias cubetas.
Los realizadores denuncian como la comercialización del agua se realiza en todo el mundo bajo el control de la Organización Mundial de Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, así como otros bancos y tratados de libre comercio.
Además, expusieron mediante el documental que grandes empresas refresqueras y de agua embotellada han represado más del 60 por ciento de los ríos alrededor del mundo, tras tomar el líquido, embotellarlo y venderlo a altos costos a las mismas zonas donde lo obtuvieron.
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