Mujeres insumisas, atrevidas, libres; mujeres que trasforman la realidad en humor; mujeres que con el trazo de su lápiz gritan sin hablar, critican sin discutir, opinan sin escribir; así son las moneras, mujeres que incursionaron en un oficio que se creía vedado, con calidad plástica, belleza en sus trazos y gran originalidad.
En el marco de las actividades realizadas durante la Séptima Feria del libro del Zócalo capitalino Voces de Mujeres, fue presentado el pasado sábado el libro Siete Moneras, segunda edición de la publicación Las moneras llegaron ya, informa un boletín del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal (Inmujeres-DF).
El libro reúne una muestra del trabajo de siete mujeres caricaturistas con presencia constante en la prensa y con el común de incluir en sus dibujos temas de género.
Siete moneras incluye las caricaturas de Cintia Bolio, Cristina, Gallut, Guadalupe Rosas, Jatave, Pego y Palmira, y es resultado del trabajo realizado por el historiador y escritor Agustín Sánchez, durante más de seis años en el rastreo de la caricatura humorística hecha por mujeres.
En 2002, la propuesta fue apoyada por el Inmujeres-DF, que publicó la primera edición del trabajo convencido de que habría que reconocer el aporte de las mujeres en la caricatura y que «la osadía de incursionar en ámbitos tradicionalmente vedados para las mujeres debía de servir como ejemplo del ejercicio del derecho de las mujeres a decidir sobre sus vidas».
LAS ESCASAS MONERAS
¿Por qué hay tan pocas mujeres moneras?, fue la pregunta obligada y generalizada durante la charla sostenida con las caricaturistas Cristina Martínez del Campo y Mari Cruz Ruiz Gallut, así como con el historiador Agustín Sánchez; la Coordinadora de Difusión y Comunicación de Inmujeres-DF, Dolores Rojas, y más de cincuenta personas interesadas en «los monos».
En la carpa Café Literario de la Feria del Libro del Zócalo y ante risas del público, cada quien intentó explicar la razón a tal pregunta: «Porque los hombres somos más masoquistas», «porque a las mujeres nos cuesta trabajo ver la realidad y todavía tener que trasformarla en humor», «porque las mujeres no hemos tenido acceso al humor», «porque de lo bueno poco…»
«Pero también hay hombres sin humor», replicó la caricaturista Cristina Martínez, quien aprovechó para hacer un llamado urgente a reírse del autoritarismo, de la vida diaria, de la realidad, a quitarse la censura, «vámonos riendo un poco más», porque «el humor es la salvación del cuerpo».
Para el historiador Agustín Sánchez, las dificultades que encuentran las mujeres para incursionar en el ámbito de la caricatura puede deberse a que, «en una sociedad patriarcal y machista, es difícil que los hombres acepten la burla de las mujeres y más aún si se trata de los hombres en el poder».
Por su parte, Dolores Rojas, Coordinadora de Difusión y Comunicación de Inmujeres-DF, opinó que en estos días la tecnología muestra nuevas posibilidades para incursionar en el humor; recomendó revisar esas posibilidades y abrir más espacios al talento de las mujeres.
Ante los dilemas, quizá la mejor burla a los obstáculos colocados frente a las mujeres caricaturitas es que –aunque pocas– ellas siguen haciendo reír a quien mira su trazos o más bien a quien los lee, porque los dibujos de la caricatura suelen decir más que mil palabras, informa Inmujeres-DF en un boletín.
A Cristina, actual monera del periódicoLa Jornada-Morelos, alguna vez alguien le dijo «no hay ni habrá mujeres caricaturistas, porque ese es un don divino»; hoy, en alguna de las páginas de Siete moneras, las y los lectores pueden carcajearse con singular alegría de Don Divino, a quien Cristina dibujó en un pedestal lleno de cuarteaduras.
07/GG/CV
