La insuficiencia renal aguda (IRA) es un conjunto de síntomas que se caracteriza por la disminución repentina de la función normal de los riñones. Aunque este padecimiento no es exclusivo de las mujeres es posible que se presente durante el embarazo.
Según un estudio de la revista Medigraphic Artemiza, publicado en 2006, hay evidencia de IRA en uno de cada 10 mil a 20 mil embarazos en los países industrializados, con una considerable diferencia en las naciones en vías de desarrollo: uno de cada dos mil a cinco mil.
Es posible que este trastorno se presente en dos momentos: en las primeras semanas del embarazo cuando hay complicaciones en un aborto o a finales del tercer semestre del embarazo.
En el tercer semestre sucede luego de dos complicaciones. La primera es por preeclampsia severa, también se le conoce como toxemia del embarazo, asociada con hipertensión durante la gestación y con elevados niveles de proteína en la orina.
La segunda es el choque hipovolémico secundario a placenta previa o desprendimiento de placenta, al cual se le relaciona con cualquier pérdida de sangre que pudiera causar un cambio fisiológico que amenace la vida de la mujer embarazada.
Hay también otras posibilidades, se explica en Medigraphic Artemiza.
Se presenta en uno de cada 13 mil primeros embarazos (mujeres primerizas) cuando hay hígado graso. Los síntomas puede ser: fiebre, dolor abdominal, náusea, disfunción hepática hasta insuficiencia renal; hay un aumento del ácido úrico y el amonio.
En este caso se recomienda la interrupción del embarazo y dar un tratamiento para la insuficiencia renal y hepática.
Otra situación es cuando, desde el primer día hasta varias semanas después del parto, exista lo que se denomina insuficiencia renal postparto idiopática o nefroesclerosis maligna postparto.
La causa de estos dos padecimientos son varias: puede ser secundaria a una infección viral previa, a retención de restos placentarios o a la administración de fármacos como los anticonceptivos orales.
En general para tratar la insuficiencia renal aguda o IRA, se expone en la revista, existen varias recomendaciones que si se aplican a tiempo es posible prevenir complicaciones en la mujer embarazada.
El primero y fundamental es que el manejo de cada paciente sea individual.
Para ello hay que tomar en cuenta varias situaciones: el cuadro de síntomas que se presente, la gravedad y las complicaciones que existan en los riñones con un control de líquidos y de la tensión arterial, modificaciones en la dieta y ajustes en la dosis de fármacos, controlar las alteraciones del metabolismo ácido-base, entre otros aspectos.
Las complicaciones más frecuentes durante el embarazo son la hipertensión, restricción del crecimiento intrauterino, parto pretérmino y sufrimiento fetal.
Por ello es importante que se lleve a cabo un control prenatal correcto cada dos semanas –hasta la semana 32–, y posteriormente cada semana.
En Medigraphic Artemiza se recomienda, por último, que para evaluar la función renal, de cuatro a seis semanas se deben solicitar los siguientes estudios: biometría hemática, albúmina sérica, pruebas de función hepática, depuración de creatinina y excreción de proteínas; evaluar al feto a través del ultrasonido, hacer un perfil biofísico, madurez pulmonar, prueba sin estrés y flujometría Doppler.
* Periodista mexicana, narradora oral, facilitadora de grupos, terapeuta con Enfoque Centrado en la Persona y Gestalt e instructora asociada del Sistema Tao Curativo.
11/CV/RMB
