Inicio Propuesta terapéutica para mujeres que vivieron la guerra salvadoreña

Propuesta terapéutica para mujeres que vivieron la guerra salvadoreña

El psicodrama es una metodología apta para elaborar los traumatismos de guerra, las huellas de violaciones, de abusos incestuosos y duelos congelados en tragedias vividas por las mujeres, así lo considera Ursula Hauser, quien fue guía de los procesos psicodramáticos con dos grupos de mujeres feministas, madres e hijas que vivieron de 1981 a 1992 el conflicto armado entre el Gobierno salvadoreño y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

En su opinión, esta propuesta terapéutica creada por Jacob Leví Moreno en la que se utiliza el psicoanálisis y las técnicas teatrales, sirve para trabajar con las mujeres en el contexto del síndrome «stress» postraumático, sobre todo en forma grupal y con un encuadre bien definido y durante largo tiempo.

Ursula Hauser, psicóloga social y clínica de la Universidad de Zúrich y doctora en etno-psicoanálisis, de la Universidad de Klagenfurt, señala lo anterior en «Grupo psicodrama: abrazando la vida, desafiando el dolor», donde se expone parte de la iniciativa feminista impulsada a partir de 1996 por la Asociación Movimiento de Mujeres Mélida Anaya Montes, Las Mélidas, con grupos de mujeres que vivieron la guerra y la posguerra en este país centroamericano.

Dos años es el tiempo mínimo para que las mujeres puedan recuperarse, de modo que sea posible que ellas rompan el silencio y empiecen a hablar de las experiencias traumáticas, señala la especialista de origen suizo quien actualmente vive en Costa Rica.

Para Hauser, en el psicodrama el grupo tiene una función terapéutica importante al lado del equipo de profesionales coordinadores, ya que alivia la amenaza que puede surgir dentro de un encuadre bipersonal (terapeuta-paciente) y, de este último, la intimidad de «tú a tú» puede ser vivida como repetición de la situación traumática con el violador, torturador u opresor en la cárcel.

Así, «el grupo de compañeras ayuda a multiplicar las relaciones transferenciales y, de este modo, disminuye la fantasía terrorífica del poder de la o el terapeuta» y puede ayudar activamente durante el proceso de psicodrama repartiendo «roles» y funciones, transformando el drama singular en una trama social, señala.

Un paso significativo, aclara, es la integración del movimiento y de la expresión corporal, pues en el esquema corporal la violencia que vive una mujer deja no sólo una huella psicológica sino también física y simbólica con relación al sentimiento de identidad.

En este momento, la manifestación físico-emocional y verbal de los odios y enojos son importantes, dado que muchísimas enfermedades de las mujeres tienen su causa en las «cóleras tragadas», agrega.

Por último, está la función terapéutica de la creatividad y el humor pues «los procesos grupales demuestran que en los más terribles momentos el ser humano es capaz de transformar la realidad, de mover y conmover lo exterior y lo interior», afirma.

Con relación a su experiencia con los dos grupos de mujeres feministas integrantes de Las Mélidas, Hauser considera.

«Catástrofes de toda índole, violencia y abusos sexuales son una lamentable realidad para miles de mujeres salvadoreñas. No existe casi ninguna posibilidad de psicoterapia para la gente pobre y el campo de la ‘salud mental’. Hasta muy recientemente está reconocido la urgente prioridad de ayuda por parte de algunas organizaciones de la sociedad civil.

«Se necesitaban decenas de años para superar la resistencia en contra de la psicoterapia, sobre todo si se trata de la corriente psicoanalítica. Sabemos que esta situación lamentablemente existía en todos los países socialistas y tiene todavía una fuerte repercusión en el seno de las organizaciones revolucionarias».

Para Ursula Mauser, las mujeres del Movimiento de Mujeres Mélida Anaya Montes fueron las primeras en El Salvador que rompieron esa resistencia y se comprometieron como organización feminista y revolucionaria con esa tarea.

«Primero tenían que independizarse del FMLN, bajo el liderazgo de compañeros hombres, e instituirse como organización feminista autónoma», considera.
Un plus del trabajo con el segundo grupo fue su efecto en las comunidades.

«La multiplicación del trabajo psicodramático a nivel nacional en las diferentes regiones empieza tímidamente a ser una realidad. Las mujeres que fueron protagonistas en su propio grupo se están formando como ‘promotoras de salud’ en sus pueblos, grupos de mujeres, espacios donde se puede hablar y elaborar los problemas, que suelen ser similares, y con el mismo hilo temático».

En Swissinfo.ch, noticias al ritmo del mundo, se informa que desde los años 70 Ursula Hauser inició un programa de formación en psicodrama en países como El Salvador, Cuba y México. En los años 80, a invitación del gobierno Sandinista, impartió cursos de psicodrama en Nicaragua. Es también fundadora de la Asociación de Psicoanálisis y Psicología Social (ASPA) y el Instituto Costarricense de Psicodrama Psicoanalítico (COPSI).

Las Mélidas, es una organización que forma parte de la Red feminista frente a la violencia contra las mujeres, integrada además por Las Dignas y Ormusa, desde esta instancia se impulsa en El Salvador la Campaña Regional por el Acceso a la Justicia para las Mujeres que se presentó en México en febrero de este año y en Centroamérica en abril pasado.

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