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Proveedoras y cuidadoras: nuevo perfil femenino

Por Carmen R. Ponce Meléndez*
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En más de la cuarta parte de los hogares de México la mujer es la principal proveedora (28.2 por ciento), son 28.9 millones de mujeres con una edad promedio de 48.8 años y están revolucionando los roles tradicionales de la familia y de la sociedad mexicana.
 
Con relación a los hombres como proveedores, tienen mayor nivel de educación en media superior y superior, dato que es fundamental para la determinación del monto y tipo de consumo en los hogares.
 
El número de proveedoras que son viudas, divorciadas o separadas supera considerablemente al masculino, 19.0 frente a 4.0 por ciento masculino; también  presentan una mayor disponibilidad de internet, pero tienen una carencia muy grave: la cuarta parte de estas mujeres están sin acceso a servicios de salud.

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El tamaño del hogar es de 3.4 personas en las proveedoras y 4.0 para el proveedor, mientras que los ocupantes por vivienda es menor en la jefatura femenina (3.5 personas).
 
Son resultados de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (Engasto), correspondientes a 2012. Su objetivo es obtener estimaciones del gasto de consumo en los hogares mexicanos y el gasto medio por hogar y por persona; entre otras cosas se trata de conocer cuáles son los rubros más afectados por la inflación.
 
¿CUÁNTO GASTAN LOS HOGARES Y EN QUÉ?
 
El gasto de consumo anual promedio por hogar fue de 146 mil 682 pesos; pero hay una enorme diferencia entre los hogares urbanos y rurales. Los primeros tuvieron un consumo 92.7 por ciento superior al de los hogares rurales.
 
Este escalón de desigualdad obedece a la gran diferencia de ingresos que existe entre la vida rural y la urbana, y se traduce en los componentes del consumo. Por su parte los hogares donde el proveedor principal es femenino registra un gasto promedio inferior a la media nacional con 137 mil 379 pesos.
 
Las tres divisiones a las que los hogares mexicanos destinaron un mayor gasto durante 2012 fueron, en orden descendente: alimentos y bebidas no alcohólicas preparadas y consumidas generalmente dentro del hogar; vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles; así como transporte, todos gastos de supervivencia.
 
En conjunto, estas tres divisiones significaron 65.4 por ciento del gasto de consumo anual promedio de los hogares en las zonas rurales y el 57.5 por ciento en las urbanas.
 
Al analizar esta información por entidad se aprecia una desigualdad regional muy significativa. El mayor gasto se registró en cuatro entidades: DF, Baja California, Coahuila y Nuevo León; en tanto que las de menor gasto se ubican en Chiapas, Guerrero, Zacatecas, Hidalgo y Tlaxcala.
 
Una persona residente en Chiapas tuvo un gasto de consumo que representó la tercera parte del de una persona residente en el Distrito Federal.
 
En el mismo tenor están las brechas de consumo promedio según ocupación del proveedor principal del hogar. Los funcionarios, directores y jefes o jefas reportan un consumo de 389 mil 287 pesos anuales, 4.4 veces más que los 87 mil 622 pesos del consumo de las y los trabajadores en actividades elementales y de apoyo. A mayor calificación laboral mayor consumo, una sociedad de clases. 
 
Hay que hacer hincapié en que más de la cuarta parte de los hogares (37.6 por ciento) cuentan con dos adultos trabajando y con niñas y niños, muy probablemente esos dos adultos son hombre y mujer. La gran mayoría de los jefes o jefas de hogar (83.6 por ciento) están en edad de trabajar.
 
DIFERENCIAS EN EL TIPO DE CONSUMO
 
El gasto de consumo promedio de los hogares se incrementa conforme se eleva el nivel de instrucción escolar del proveedor principal del hogar, es el caso de las mujeres proveedoras.
 
Los hogares cuyo proveedor o proveedora principal tiene escolaridad media o media superior, gastaron 3.2 veces más, en promedio, que los hogares con proveedor con primaria incompleta.
 
Pero estas diferencias crecen sustancialmente cuando se revisa el tipo de gasto en cada uno de estos hogares. En educación (13.3 veces más); recreación y cultura (6.9 veces más), y restaurantes y hoteles (4.7 veces más), así como el doble del gasto en alimentos como leche y bistec de res.
 
Estas diferencias en el consumo se traducen en calidad de vida y pobreza intergeneracional, tal es el caso del rubro de educación,  que tiene la brecha más amplia.
 
De hecho los hogares donde el proveedor o proveedora tiene el nivel educativo más bajo –y por lo tanto los ingresos más bajos–, destinan el 37.3  por ciento de su consumo a lo básico: alimentos; mientras que los del nivel educativo medio superior y superior sólo el 18.9 por ciento. Es obvio, los más pobres son los que resienten en mayor medida el incremento en los precios de los alimentos.
 
En el DF los hogares presentaron la menor proporción de gasto en alimentos y bebidas no alcohólicas con 20.8 por ciento; en contraparte, los hogares de Chiapas (los más pobres del país), fueron los que mayor gasto destinaron a alimentos con 38.4 por ciento.
 
Proveedoras del hogar y cuidadoras es el nuevo perfil de las mujeres.
 
Twitter: @ramonaponce

*Economista especializada en temas de género.
 
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