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¿Qué ha pasado en Tabasco?

Por Angélica de la Peña Gómez*

¿Qué está pasando en Chiapas, qué ha venido pasando en este país que se disputa ser el miembro número 9 entre los países más ricos del planeta? …y no puede ser capaz de tomar medidas elementales para la prevención de desastres naturales que han sido anunciadas desde años atrás.

En el caso de Tabasco, más de 20 mil millones de pesos se necesitan para su reconstrucción, cifra que resulta conservadora si visualizamos la magnitud de la tragedia respecto de la cual, algunas voces dicen, hoy no es tiempo para reclamar culpables e investigaciones sobre las presuntas responsabilidades que funcionarios públicos tanto federales como estatales de los últimos sexenios, tienen frente a la situación devastadora de este estado, hasta hace poco el edén del sureste; estas voces evidencian una franca ingenuidad o la consumación de una alevosa cortina de humo ante situaciones que no pueden obviarse: el resultado de la crisis de Tabasco es una crónica anunciada.

La ayuda y las muestras de solidaridad a través de donaciones deben estar presentes en los próximos meses para apoyar a las personas de todas las edades de esta zona del país, aunque más de la mitad de las personas donantes piense que estos recursos no llegarán a su objetivo.

Ahora hay que hacer llegar a todos los espacios que se han destinado, desde agua, medicinas, latería, café soluble, leche en polvo o en tetra-pack, pañales para bebés y para personas adultas y toallas sanitarias –no hay que olvidar que de los casi 2 millones de habitantes de Tabasco más de la mitad son mujeres y de ellas alrededor de medio millón están en edad fértil.

Aunado a esta ayuda por parte del resto del país, es necesaria la reconstrucción de cada una de las colonias y pueblos, el restablecimiento de todas las actividades productivas que garanticen el montaje de toda la infraestructura dañada y la generación de empleos.

E insistimos, también es necesario que se investiguen las causas de la tragedia y las responsabilidades por omisión o comisión de quienes han tenido en su momento el manejo de los recursos para obras hidráulicas, la decisión de la planeación y edificación de zonas urbanas inadecuadas y peligrosas, y la no reubicación a las personas que se han ido asentando a la orilla de los ríos, todas estas situaciones de impunidad con los resultados que conocemos a través de los medios de comunicación.

Esta zona del país, que comprende el sur de Veracruz, Tabasco, Chiapas, sur de Campeche, junto con Oaxaca y Guerrero, es la más pobre del país, donde se asientan las cifras más altas de mortalidad materna, de morbilidad infantil, analfabetismo, desnutrición, feminización de la pobreza y la falta de oportunidades.

En contraparte en Tabasco la presencia de recursos derivados de la explotación petrolera demuestran al mundo la enorme desigualdad social imperante en nuestro país que tiene un denominador común: corrupción en la autorización de la urbanización en zonas peligrosas y una obra hidráulica integral inacabada que debiese abarcar no solo a Tabasco, sino también a Chiapas y el sur de Veracruz, recursos del erario público que no se sabe dónde quedaron.

En conclusión: la presunción de una alta corrupción de autoridades estatales y municipales de los últimos dos sexenios.

Por lo tanto, es necesario ayudar, apoyar en todo al pueblo de Tabasco y de Chiapas que hoy necesitan nuestro apoyo que debe ser permanente en los próximos meses, porque aún no se enfrentan las reales consecuencias de esta adversidad resultado de las lluvias y el desborde de 9 ríos, entre ellos el Grijalva que han ocasionado inundaciones severas, derribo de árboles, inundaciones de sembradíos, derribo de bardas, daños incalculables de viviendas, daños a la infraestructura carretera, derrumbe de edificios públicos, entre ellos escuelas.

Y sobre todo ha dejado a un millón de personas en una situación de franca depresión y desilusión ante el desastre que –nos informa la Oficina de Estrategia Internacional de Reducción de Desastres de la ONU– pudo haberse prevenido y evitado con medidas sencillas de alerta, planes de desalojo para llevar a la población a lugares seguros, educación a la población vulnerable y planeación del uso de la tierra evitando que las personas se asienten en lugares de peligro como lo son las cercanías de los ríos.

Este tema me recuerda que en Aguascalientes, una ciudad en el centro del país con un clima seco y poca lluvia, apenas algún riachuelo sobreviviente por ahí, observamos la propaganda de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) llamando a no construir viviendas a las orillas de los ríos (sic)

Se esperaría que no prevalezca el abuso nuevamente y que quienes tienen que responder por la falta de previsión ante la emergencia anunciada y también de la rendición de cuentas sobre los recursos que se han destinado para el plan hidráulico, manejados tanto por la entidad como por la Conagua y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) sean llamados a dar cuentas.

En este sentido también es necesario que se informe fidedignamente de cómo se administran las presas, especialmente se señala la presa Peñitas instalada en Chiapas que se sospecha abrió las compuertas para desalojar agua indiscriminadamente y contribuyó, junto con las lluvias, a que los afluentes de los ríos se desbordaran sin ninguna previsión.

Muchas zonas del país pueden ser los tabascos del futuro mediato, nadie quisiera que esta tragedia o la vivida en la Ciudad de México en 1985 se vuelvan a repetir. Sin embargo las respuestas no son suficientes y certeras que deberían y el ejemplo más fehaciente es la respuesta que se tuvo en Nueva Orleáns y que no se observa en Tabasco; por el contrario ya hay una desesperación de la población que ha perdido todo y no tiene expectativa de cual vaya a ser su futuro.

El dolor y la desesperación de los damnificados nos recuerdan de nueva vez que este país lleva a cuestas la «definición» de programas y planes de gobierno cada tres años y/o cada seis años, según sea el orden de gobierno.

La dilapidación de recursos económicos y humanos es verdaderamente irresponsable porque no se resuelven de fondo, integral y sustentablemente los problemas de este país que se van haciendo añejos, como lo que acontece en Tabasco. Ojalá se puedan encontrar las pautas para que la expectativa de vida de niñas y niños de las zonas más pobres del país, sean más favorables a su desarrollo y al respeto de su dignidad humana.

* Ex diputada federal, integrante del Partido de la Revolución Democrática (PRD), consultora de Unicef.

07/APG/GG

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