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¡Qué modos!

Por Cecilia Lavalle

Cuando escucho -generalmente en voz de un extranjero- que las y los mexicanos somos complicados, me río porque creo que cada pueblo tiene sus particularidades; «sus modos», diría mi abuelita. Desde luego, si una persona pretende vivir o invertir aquí, tiene que conocer nuestros modos. Por fortuna, esta semana la vida política nos regaló dos ejemplos de nuestros modos para resolver asuntos. ¡Y qué modos!

Para empezar, he de aclarar que la palabra «resolver» debe tomarse con distancia. De hecho, lo primero que debe saber alguien que desee vivir en México es: Las palabras contundentes tienen un significado relativo. Así pues, en general, y en política en particular, resolver es un verbo que admite varios matices. Un asunto puede estar apenas en fase de negociación y dirán que está resuelto. O bien, puede haberse pospuesto y dirán que está resuelto. Es más, pueden apostar al hastío o al olvido… y dirán que está resuelto.

Lo segundo que debe saberse es que lo frontal no es lo nuestro. No se deben esperar respuestas o acciones claras, francas, directas. No. Aquí se prefieren las sutilezas, las vueltas, los rodeos. Esto es cierto, insisto, especialmente tratándose de política y gobierno. Y he aquí los dos ejemplos de cómo funcionan (¿funcionan?) nuestros modos.

El primer caso tiene que ver con un hotel. Hace unos días, 16 empresarios y funcionarios cubanos fueron desalojados del hotel María Isabel Sheraton, ubicado en el Distrito Federal, donde sostenían una reunión con empresarios estadounidenses para intercambiar puntos de vista respecto al mercado petrolero en la isla. El desalojo obedeció una la orden del gobierno norteamericano en el marco de la ley Helms-Burton, que prohíbe -incluso a inversionistas o gobiernos extranjeros- las relaciones comerciales con Cuba.

¿Cómo reaccionaron nuestras autoridades? La cancillería resolvió (le digo que es una palabra de aplicación ambigua) que como era un asunto entre particulares, no iba a intervenir. Pero si están aplicando una ley norteamericana en nuestro país, se le increpó. Asunto entre particulares, insistió. Luego declaraciones fueron y vinieron. Finalmente, el secretario de Gobernación, tras sesudos análisis, concluyó que sí, en efecto, se trataba de la aplicación extraterritorial de una ley.

Mientras el gobierno federal dilucidaba tan «complicado» asunto, las autoridades del DF decidieron hacer su parte. Realizaron una inspección al hotel para saber si cumplía con las leyes (léase: para ver por dónde podían «castigar» a la empresa). Y… van a clausurar el hotel. No porque hayan tenido una actitud discriminatoria, sino porque se encontró que tres mil metros cuadrados de construcción carecían de permiso de la autoridad, dos bares no tienen licencia de funcionamiento e incumple con el número de cajones de estacionamiento, entre otros asuntos.

Lección uno: En México lo obvio nunca es obvio… sino después de varios análisis, escándalos en los medios, cierta presión ciudadana y, en el caso de este gobierno, algunas declaraciones desafortunadas que pueden correr a cargo, sin mayores esfuerzos, de nuestro canciller.

Lección dos: De lado es preferible que de frente. ¿Para qué clausurar un hotel por haber expulsado a 16 ciudadanos cubanos al aplicar una ley norteamericana en nuestro país, si se puede clausurar porque no tiene suficientes cajones para el estacionamiento? Podría preguntarse por qué esas irregularidades no habían causado antes multas o clausura. Y la respuesta es simple: así es aquí.

No importa que tan legal o ilegalmente funcione una empresa o una persona, a menos que a) cause algún problema que trascienda a los medios, o b) afecte los intereses de alguien poderoso. Un compatriota promedio diría: «se lo buscó».

El segundo caso tiene que ver con un puente. La Huasteca Potosina, zona indígena ubicada en San Luis Potosí, necesita un puente. El dinero para su realización puede aportarlo el gobierno federal, el estatal, o ambos, si se llega a un acuerdo. Se podría pensar que todo depende de la planeación anual, o de agotadoras reuniones para encontrar suficiencia presupuestaria. Error. Puede depender del humor de un funcionario, de la simpatía o antipatía de un gobernante, o… de un partido de futbol.

La comisionada nacional para la Atención de los Pueblos Indígenas, Xóchitl Gálvez, le dijo en diálogo radiofónico al gobernador de San Luis Potosí, Marcelo de los Santos: «si gana el San Luis la federación construye un puente más para la Huasteca, pero si gana mi Cruz Azul, entonces tú, gobernador, construyes el puente», y De los Santos de inmediato aceptó el reto.

Queda claro entonces que: a) el verbo resolver -como otros- tiene muchos matices; b) las soluciones laterales siempre se privilegiarán a las frontales, y c) mis compatriotas nunca perderán la oportunidad de apostar. ¡Qué modos!, ¿verdad? (Y eso que no estamos hablando de los dislates de mi presidente).

Apreciaría sus comentarios: [email protected]

*Periodista mexicana

06/LC/YT

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