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Reclaman justicia al Estado traidor: Mujeres en Resistencia

Por Soledad Jarquín y Miriam Ruiz

Mujeres líderes de movimientos sociales de México acusaron hoy al Estado Mexicano de alta traición, «porque los impedimentos para conquistar nuestros sueños se gestan en sus incumplimientos y violación a nuestros derechos fundamentales».

En la declaración emitida al finalizar el Encuentro de Mujeres en Resistencia, que reunió a 200 mujeres líderes de 10 estados mexicanos, migrantes e invitadas de diez países de Latinoamérica, declararon que no cejarán en sus denuncias y advirtieron que seguirán reclamando justicia, democracia y fin a la impunidad.

En un documento leído por la feminista mexicana Pilar Muriedas al culminar el evento callejero intitulado la Calenda de la Tlayuda en el centro de Oaxaca, las mujeres acusan al presidente ilegítimo (Felipe Calderón) de ser representante de la derecha lacerante, «pretende amputar nuestras libertades, ha sustituido la legitimidad por la mano dura, quiere imponerse criminalizando y reprimiendo la protesta social».

Tras dos días de trabajo, «en que se tendieron lazos que fortalecen y que permiten desde la diversidad construir el mundo que queremos», declararon que en Atenco y Oaxaca la represión policiaca a los movimientos sociales se ha recrudecido sobre los cuerpos de las mujeres.

Mientras que en Castaños y Zongolica, los responsables de las atrocidades y vejaciones han portado uniforme militar, en Ciudad Juárez y el país entero el feminicidio ha contado con la complicidad de las autoridades y se ha cobijado en la impunidad.

«La presidencia, la milicia, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), el Instituto Federal Electoral (IFE), el autoritarismo y sus diversos rostros no tienen para nosotras ninguna máscara más, ante ello levantamos nuestras voces para decir que nuestra paciencia se acabó,» apunta la declaración del Encuentro de Mujeres en Resistencia, convocado por el Espacio Feminista y el Colectivo Huaxyacac, instancias que engloban a activistas tanto de Oaxaca, como de todo el país.

Las mujeres «tenemos derecho a volver tangibles los sueños, lo sabemos porque estos dos días hemos dialogado y escuchado con dolor y coraje los atropellos sistemáticos cometidos por los gobiernos estatales y federal hacia las mujeres que organizadas luchamos por agua, por tierra, por luz, por maíz, por trabajo, por democracia, por justicia, por decisiones libres, por igualdad. Por la autonomía de nuestros cuerpos y de nuestra nación.»

La resistencia de las mujeres, precisó, es «a la pobreza, al patriarcado, al machismo, al neoliberalismo, a la violencia feminicida, a la falta de democracia y justicia.»

Y para transformar esas situaciones, se reunieron en la ciudad de Oaxaca para intercambiar «lo que hemos aprendido de las diversas y creativas formas de la resistencia que tenemos, la fuerza para construir el país y el continente que deseamos y para enfrentarnos al sistema económico y de gobierno que nos atropella y que en ocasiones nos obliga a migrar.»

UN SUEÑO COLECTIVO

El documento final acompaña el planteamiento estratégico con el horizonte que estas mujeres del continente han buscado «Nosotras, todas, comenzaremos cada día, decidiendo a dónde ir: ir la universidad, a estudiar el planeta o las plantas medicinales, la computación y las artes, en náhuatl o en inglés.»

Apunta a una vida con dignidad, recursos suficientes y capacidad de decisión.

«Optaremos para ir al centro de salud o con la curandera, gozaremos de nuestra sexualidad y decidiremos con quién, cuándo y cómo tener o no tener crías. Y también «saldremos a caminar por las calles sin miedo, sonriendo porque la vida vale la pena vivirla».

El sábado por la noche y sin permiso de las autoridades, se realizó la Calenda de la Tlayuda por el centro histórico de la ciudad de Oaxaca y concluyó hasta la plaza del Carmen Alto, donde tuvieron un convite popular y la participación de artistas invitadas, como Jesusa Rodríguez, Gabriela Serret, Marta Toledo, Marta Saenz y Miriam Ladrón de Guevara.

Esta calenda, reminiscencia de las procesiones religiosas en esa ciudad colonial, se destacó por su ambiente festivo en el que las consignas políticas se mezclaron con los floridos trajes de las tehuanas o los saltos de los coloridos «niños del maíz» que brincaban de un lado a otro del contingente.

La gente, locales y turistas, se detenían para ver con empatía al contingente ?las marchas son en sí mismas una tradición en la ciudad– no solo por los gigantes de papel que la adornaban sino por estar constituida por mujeres que cargaban como pancarta una tlayuda, esa tortilla redonda y grande, que cada quien había pintado con mariposas, rostros o la palabra libertad.

07/MR/SJ/MR

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