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Religión-mujer-derechos

Por Fabiola Calvo

Una democracia no puede confundir las leyes religiosas con las que emanan de las instituciones elegidas por su constituyente primario. Ello separa de una manera clara Estado y Religión.

La religión cualquiera que sea, debería practicarse en la privacidad, a fin de cuentas es un acto de relación o comunión con un Dios o un ser supremo, un encuentro consigo mismo, consigo misma. No obstante dos de las religiones más importantes, el cristianismo en toda su gama y los islamistas, compiten para que los Estados sean teocráticos y si en muchos países no lo han logrado, es por la tradición democrática que les asiste.

Conocemos de las violaciones de la libertad individual, y la visión arcaica sobre la mujer que ambas religiones mantienen en la actualidad. El Papa, jefe de la cristiandad católica se opone al aborto, a la utilización del preservativo, al matrimonio de parejas homosexuales y aboga por una mayor incidencia en la educación.

Y aunque intenta estar acorde con los tiempos, El Vaticano olvida que las mujeres han conquistado derechos y ganado espacios en la vida social y política, sin embargo en esta iglesia continúa la primacía masculina ¿Qué hacen los sacerdotes? ¿Qué hacen las monjas?

Por fortuna, las exigencias de Roma no son vinculantes para los Estados en los que la religión católica es predominante; no obstante es la que más beneficios económicos reciben, en detrimento de la libertad de culto, en referencia a otras creencias.

Por su parte los musulmanes, han utilizado a las mujeres (ese utilizado sin comillas), para enviarlas a casa en cada crisis económica y dar el empleo a los varones, siempre amparados en el Corán, además de convertirla en invisible tras un velo que puede ser pañuelo, burka o chador, expresión que podríamos interpretar como ella se encuentra detrás del varón y/o como pérdida o falta de derechos.

En el caso de los países islámicos impera en la mayoría una teocracia, con lo cual el concepto de estado moderno con ciudadanos, ciudadanas con derechos individuales y deberes constitucionales pierde su sentido, al fundir las leyes de su libro sagrado con las leyes que debería promulgar el pilar legislativo.

Lo dicho o escrito es sólo un preámbulo para entrar por la puerta de la expectativa con las nuevas relaciones entre el Estado español y las diferentes confesiones religiosas que pretenden desembocar en el impulso a los acuerdos de cooperación firmados con musulmanes, evangélicos y judíos en 1992.

Sin duda, la clave está en el respeto a los derechos humanos y constitucionales, y parece que por ahí apunta Mercedes Rico, Directora General de Asuntos Religiosos, la primera mujer que ocupa ese cargo.

*Periodista colombiana residente en Madrid. Premio 2003 La Mujer en la Unión Europea

2004/FC/GV/SM

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