La frase «Alguien me piensa», del poeta Arthur Rimbaud, la podemos leer en la cara de una modelo que aparece en un cartel publicitario de la ciudad de Grenoble en Francia.
La publicidad sexista, por sus imágenes, por sus mensajes, es parte de la construcción de las normas sociales de género nos hacen hombre o mujer a lo largo de nuestra vida.
La humanidad separa en dos categorías bien diferentes por un lado los varones, dominadores, activos, poderosos y violentos; y por el otro lado las mujeres, dominadas, pasivas, débiles y seductivas.
En contacto con miles de imágenes publicitarias, todos los días, el individuo urbano no puede escaparse: ciego, escuchará; sordo, verá porque la publicidad está en todos sitios y se impone a través de sus imágenes y frases, sencillas pero pensadas para inscribirse en nuestro inconsciente.
Los estereotipos vinculados no son inofensivos, modelan nuestras identidades y nuestras relaciones sociales. Por eso, para romper con el sexismo, para provocar el cambio de mentalidades, unos activistas decidieron diversas formas de resistencia .
Especialmente vamos a hablar de dos: los movimientos «anti-pub» de desobediencia civil en Francia y la contra-campaña «soy totalmente de Hierro» de la artista feminista mexicana, Lorena Wolffer.
«Soy totalmente de Hierro», contestó Lorena a la campaña de publicidad del Palacio del Hierro caracterizada por la frase «soy totalmente palacio».
«Hay dos cosas que una mujer no puede evitar, llorar y comprar zapatos», «sólo una frase separa a la niña de la mujer: no tengo nada que ponerme»… afirmó la campaña del Palacio del Hierro, presentando una concepción humillante y estereotipada de la mujer de la campaña, cuya existencia se reduciría a la seducción gracias al consumo.
«Lo curioso es que creas que puedes controlar mi imagen» contestó Lorena Wolffer, comprometida a favor de la dignificación de la imagen pública de la mujer; pero «Ninguna campaña publicitaria es capaz de silenciar mi voz».
Ella eligió como forma de contestación las armas de la publicidad: unos diez carteles espectaculares de resistencia, presentando una mujer que habita, actúa, piensa y se expresa, en sus lugares cotidianos: escuelas, microbuses y calles.
De esta manera cuando el espectador atrapado en el tráfico veía un cartel de «Soy totalmente de Hierro», comparaba instantáneamente el contenido e imagen de este mensaje con los del almacén, usando de esta forma la memoria del espectador para provocar la propuesta contestataria.
La iniciativa de Lorena Wolffer es una manera original de resistencia, mientras que las jóvenes francesas proponen otra: la acción directa. Desde hace tres años, armadas de envases de pintura en aerosol hacen frente a la invasión de la publicidad.
«¿Que te hace ser el blanco?», dicen sus grafitis, con ello las jóvenes hacen visible la publicidad e impiden el proceso de influencia. De cierta manera es el principio de una legítima defensa.
La forma de expresión del graffiti está pensada también para provocar la reflexión o reacción del otro, el que lo va a leer, e impulsar el debate cuando no existe.
Frente al sistema deshumanizado del consumo que se impone en los lugares cuotidianos, las francesas luchan de frente a favor de la libertad de expresión y por la reapropiación del espacio público, de sus calles, sus colonias, sus ciudades.
A la uniformidad de los mensajes publicitarios oponen la diversidad de mensajes y la tolerancia a todas otras formas de acción. Alejadas de las grandes ideologías, recuerdan que la ciudadanía es un compromiso personal, que no se limita a las urnas que empieza a nivel local y todos los días.
A pesar de la represión ciega de la policía, los militantes se acuerdan de la frase de Gandhi: «La desobediencia civil es un derecho intrínseco del ciudadano. Éste no puede renunciar a tal derecho sin dejar de ser un ser humano».
06/CF/LR
