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Se abandona el financiamiento para salud reproductiva

El Banco Mundial alerta sobre el hecho de que fondos e iniciativas mundiales han dejado de lado el financiamiento para la salud reproductiva, lo que traerá como consecuencias altos niveles de fecundidad y retraso en la metas para un crecimiento demográfico sostenible.

En su nuevo informe titulado «Cuestiones de población en el siglo XXI: La tarea del Banco mundial» el organismo advierte que los países pobres, los donantes adinerados y los organismos de ayuda están perdiendo de vista la utilidad de los anticonceptivos, la planificación familiar y otros programas de salud reproductiva para ayudar a promover el crecimiento económico y reducir las altas tasas de natalidad, que están fuertemente vinculadas con la pobreza endémica, la inadecuada educación y las elevadas cifras de muertes maternas e infantiles.

El estudio, realizado en 35 países, sobre todo de África al sur del Sahara, indican que estas naciones tienen tasas de natalidad de más de cinco descendientes por madre.

Y de los 210 millones de mujeres que según se estima quedan embarazadas cada año en el mundo, más de 500 mil fallecen durante el embarazo y el parto, y alrededor de una de cada cinco recurre al aborto provocado, por inadecuado acceso a los anticonceptivos.

Según el informe, alrededor de 68 mil mujeres fallecen cada año como consecuencia de abortos intencionales no seguros, 5.3 millones padecen discapacidades temporales o permanentes y muchas terminan siendo objeto de ostracismo en sus propias comunidades.

Añade, no obstante, que las tasas de fecundidad se han reducido significativamente en la mayoría de los países no africanos de ingreso medio y bajo.

Joy Phumaphi, vicepresidenta de la Red sobre Desarrollo del Banco Mundial, ex directora general adjunta de la OMS y ex ministra de Salud de Botswana en el periodo 1999-2003, afirma que «las mujeres pobres soportan una carga desproporcionada en cuanto a inadecuada salud sexual y reproductiva por efecto de barreras financieras o sociales para obtener acceso a esos programas básicos pero cardinales».

Agrega que «la plena e igual participación en el desarrollo depende directamente del acceso a cuidados de salud sexual y reproductiva. El Banco Mundial está resuelto a ayudarlas, junto con el Fondo de Población de las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud y organismo técnicos de salud, para que adopten decisiones voluntarias e informadas sobre la fecundidad».

NO SÓLO SON PROGRAMAS

Phumaphi dice que no puede lograrse la disminución de las tasas de natalidad exclusivamente a través de programas de salud. Se requiere, indica, una mejor educación para las niñas, la igualdad de oportunidades económicas para las mujeres en la sociedad y la disminución del número de familias que viven por debajo del umbral de la pobreza. Estos son también componentes esenciales de una estrategia tendiente a lograr una reducción sostenible de las tasas de natalidad.

El mundo está experimentando importantes cambios demográficos. En los últimos decenios, las tasas de fecundidad disminuyeron mucho más rápidamente de lo proyectado por la mayoría de los demógrafos, incluso en los países más pobres del mundo.

Por ejemplo, en 1970 Bangladesh registraba algunos de los más insatisfactorios indicadores sociales y menores niveles de ingresos de todos los países, con una tasa de fecundidad de alrededor de siete descendientes por mujer. Ahora esa tasa es de aproximadamente tres.

Disminuciones similares se observan en países de Asia oriental, América Latina, Oriente Medio y Norte de África.

En la segunda mitad del siglo XX la población mundial se duplicó con creces, hasta llegar a 6 mil millones de personas, lo que supone un asombroso incremento de 3 mil millones de personas en apenas 40 años. Aunque esa tasa se ha desacelerado, hasta llegar al 1.2 por ciento anual, cada año de la presente década se

agregan 75 millones de personas más.

Según las proyecciones, la población mundial llegará a 9 mil 100 millones en el año 2050 y es probable que la mayoría de esas personas habiten los países más pobres del mundo.

De acuerdo con el informe, las tasas de natalidad más elevadas del mundo se registran en África, al sur del Sahara, donde la tasa promedio de fecundidad sigue siendo de cinco hijas e hijos por mujer.

FECUNDIDAD Y EMPLEO

Análogamente, en el informe se sostiene que la fecundidad puede también afectar al empleo de las mujeres. Un estudio comparado entre países ha inducido a pensar que el porcentaje de mujeres económicamente activas está directamente relacionado con las tasas nacionales de natalidad y que en Bolivia, por ejemplo,

existían fuertes lazos entre utilización de anticonceptivos por las mujeres y número de puestos de trabajo femeninos fuera del hogar.

También en Filipinas, el incremento medio de los ingresos de las mujeres con uno a tres embarazos duplica el de las que habían tenido más de siete. Esto lleva a pensar que el número de hijas e hijos que da a luz una mujer afecta sus ulteriores perspectivas de empleo e ingreso, con el riesgo de creación de adicionales desigualdades de género y perpetuación de la pobreza.

El Banco Mundial sigue cumpliendo un papel capital en el fomento del acceso a todos los programas reproductivos a través de recomendaciones de políticas y asistencia financiera, dice el organismo.

En sus debates de políticas con sus países clientes seguirá afirmando su duradero y fuerte compromiso con el Consenso de El Cairo, el acuerdo de 1994 sobre planificación familiar y salud sexual y reproductiva, y proporcionando a los países la asistencia financiera y técnica que soliciten en esa esfera.

Ese compromiso, dice el informe, es una piedra angular de la nueva estrategia de salud, nutrición y población del Banco, que ayudará a los países en desarrollo a fortalecer sus sistemas de salud para mejorar la salud y el bienestar de millones de las personas más pobres del mundo, acelerar el crecimiento económico, reducir la pobreza atribuible a enfermedades catastróficas y proporcionar el «cemento» estructural que combine programas múltiples relacionados con la salud dentro de los países clientes.

Según el nuevo informe, la planificación familiar forma parte integral de los servicios de salud reproductiva y actualmente se reconoce cada vez más que la prestación de servicios integrales de salud reproductiva actúa como un indicador sustituto de un sistema de salud que funcione adecuadamente.

MORTALIDAD INFANTIL

Además, un eficaz sistema de salud reduce también la mortalidad infantil, indicador que a su vez se ha asociado con la disminución del nivel de fecundidad.

Por otra parte, es más probable que se logre abordar la «protección doble» (contra las enfermedades de transmisión sexual y el VIH/SIDA, así como los embarazos involuntarios) y asimismo ofrecer programas de planificación familiar y asesoramiento sobre VIH de manera sincronizada, a través de un sistema de salud que funcione adecuadamente.

Los programas de planificación familiar han sido especialmente susceptibles a recibir menos financiamiento del que necesitan, advierte el Banco. Ni los gobiernos ni los donantes han cumplido sus compromisos financieros de respaldarlos y, como consecuencia, la insuficiencia de suministro de anticonceptivos plantea un creciente problema.

Por ultimo, Joy Phumaphi dice que «la baja jerarquía social de la mujer suele representar un escollo, porque en muchas sociedades las mujeres carecen del poder de adoptar decisiones autónomas sobre uso de anticonceptivos y otros medios de atención de salud reproductiva».

De ahí su insistencia en que «educar a las niñas, mejorar las oportunidades económicas para las mujeres y a la vez darles control sobre el diseño, la gestión y la supervisión de programas de salud reproductiva que son vías muy importantes para fomentar un acceso más expedito a esos programas de salud esenciales», finalizó.

07/LPB/GG

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