La contratación de la mano de obra femenina ha sido históricamente flexible debido a que ésta tiende a contratarse en ocupaciones de medio tiempo, de bajos ingresos, sin las prestaciones de Ley, en el trabajo por cuenta propia, a domicilio y en actividades familiares no remuneradas, aseguró la investigadora de la Universidad Obrera de México (UOM), Laura Juárez Sánchez.
Para la especialista, la población femenina vive esa situación porque dichas actividades han sido estrategias comunes para completar el ingreso familiar. Actualmente en México, el 51.5 por ciento de los hogares –24.7 millones-, cuenta con al menos una mujer que percibe ingresos.
En su estudio Reestructuración Económica y Trabajadores del campo y de la ciudad, revela que las oportunidades de acceso a un empleo para las mujeres, no ha mejorado su calidad de vida, al contrario, ha profundizado la desigualdad entre trabajadoras y trabajadores.
La población femenina que recibe hasta tres salarios mínimos o no recibe ninguna percepción por su trabajo, aumentó en 1993 de 8.1 millones de personas a 10.8, en 2004.
Esto significa -agrega el estudio-, que 10.8 millones de mujeres en el 2004 no podrán acceder a una canasta básica indispensable (CBI) de 40 productos, debido a que se requieren cuatro salarios mínimos para poder adquirirla.
En cuanto a las mujeres ocupadas que no cuentan con seguridad social, la cifra aumentó entre 1993 y el 2000, al pasar de 6.3 millones a 9.3 millones, lo que significó un incremento del 47 por ciento.
En su balance, la investigadora de la UOM, resalta que las mujeres ocupadas que trabajaron más de 56 horas aumentaron 56.7 por ciento entre 1993 y el 2004, al pasar de 4.8 millones a 7.5 millones.
La investigadora Juárez Sánchez destaca que la población femenina ocupada que trabajó a destajo aumentó 66.7 por ciento entre 1993 y el 2004, al pasar de 415 mil a 691 mil. Además, se incrementó en términos relativos la que trabaja por su cuenta, en ese mismo periodo de años, al pasar de 2.3 millones a 3.4 millones, lo que significó un aumento del 52.4 por ciento.
Su estudio concluye: Para que el minisalario esté al nivel de 1994, se requiere de un aumento no menor del 296.3 por ciento, ya que se necesitan cuatro salarios mínimos para adquirir una canasta básica de cuando menos 40 productos.
2004/RG/GV