Sólo diez por ciento de la población en México tiene una orientación definida en cuanto a prácticas sexuales, es decir, pueden ser homosexuales, heterosexuales o bisexuales, y el resto vagabundean en la diversidad sexual.
Lo anterior lo afirmó Gloria Careaga Pérez en entrevista, investigadora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), quien agregó que en América Latina la institución que ella encabeza es el único espacio formal, dentro de una escuela de educación superior, que cuenta con investigaciones acerca de la comunidad lésbico-gay.
Explicó que las categorías para definir la orientación sexual son insuficientes, ya que las prácticas son varias. Por ejemplo, una persona puede decir que es homosexual, pero llega a tener relaciones con una persona del otro género; eso también ocurre con los heterosexuales declarados como tales que han tenido alguna experiencia con personas de su mismo sexo.
Respecto de la tolerancia social hacia el movimiento lésbico-gay subrayó que se ha impulsado mucho sin llegar todavía a un marco de respeto. «Una cosa es tolerar y otra cosa es el respeto», aclaró.
La investigadora del PUEG recordó que por el hecho de tener prácticas homosexuales una persona es desacreditada en cualquier ámbito de su vida, lo cual brinda una clara idea de la centralidad de la sexualidad dentro de la sociedad; su importancia es tal, que elimina los demás aspectos.
Reconoció que en la sociedad mexicana es más frecuente la tolerancia que entre las propias autoridades, ya que éstas al sentirse responsables de cuidar la moral, tienden a ser mucho más represoras.
Sin embargo, esa misma tolerancia hacia ese sector de la población provoca, también, que la gente tenga una especie de distancia social, agregó. Careaga mencionó que el trabajo desarrollado por ese sector de la población como movimiento político o social, ha sido muy importante en el impulso de una cultura de derechos humanos en el país, mismo que ha redundado en la existencia de comisiones especiales al interior del Poder Legislativo.
Aunque reveló que la cultura de derechos humanos en México todavía es bastante pobre, a pesar de los avances, la mayor parte de la gente rehuye a los trámites para llevar a cabo una denuncia. Eso, dijo, también es una muestra de que el gobierno no ha facilitado los procedimientos ni promueve el conocimiento de la sociedad acerca de sus garantías.
Explicó que el movimiento homosexual en México tuvo su punto de partida en los años setenta, específicamente en el año 1979 con la Marcha del Orgullo Gay y la Semana Cultural Gay, la cual se mantiene desde hace 22 años.
En los primeros años, su objetivo fue parar la fuerte represión al ser exhibidos sus integrantes, posteriormente lo que buscó fue mayor visibilidad social mediante manifestaciones públicas y hoy su lucha se ha centrado en la búsqueda del respeto a sus derechos, lo que ha costado mucho trabajo, explicó la investigadora.
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