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Trabajadoras mexicanas: necesarias pero discriminadas

Por Lourdes González García

En los últimos 20 años, las mujeres son fundamentales para el desarrollo productivo del país. Representan la tercera parte de la fuerza laboral, pero esto no se refleja en mejores condiciones de trabajo, que continúan siendo profundamente desiguales, inequitativas y discriminatorias.

Durante el gobierno de Felipe Calderón, esta situación tiende a agudizarse, en términos de la precariedad del trabajo, de menor acceso de las mujeres a la seguridad social, la salud y la vivienda, advierte la diputada y sindicalista Rosario Ortiz.

En pleno siglo XXI, en México y en el mundo existen millones de mujeres inmersas en trabajos mal retribuidos. Cada vez es más común que ingresen en la economía informal, con poca o ninguna seguridad social y con un alto grado de inseguridad laboral.

Según el informe Tendencias Mundiales del Empleo de las Mujeres 2007, realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el número de mujeres en la fuerza laboral del mundo es mayor que nunca. En 2006 había 2.9 mil millones de trabajadores en el orbe, de los cuales 1.2 mil millones eran mujeres.

Sin embargo, puntualiza la OIT, la persistente brecha de género en la seguridad laboral, el salario y acceso a la capacitación contribuyen a una feminización de la pobreza entre los trabajadores.

Datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) indican que de las 16 millones 20 mil 833 mujeres trabajadoras del país, el 63.4 por ciento son asalariadas, lo que significa que alrededor de seis millones están al margen de prestaciones sociales, como seguro médico, vacaciones, fondo de vivienda y pensión al llegar a los 60 ó 65 años de edad.

Ellas se dedican a una gran variedad de actividades: desde la venta de comida, ventas por catálogo, comercio ambulante, hasta los pequeños negocios familiares donde las relaciones de parentesco dan lugar a que no se pague ningún salario.

El INEGI señala que 23 por ciento de las mujeres que laboran obtiene ingresos mediante actividades por cuenta propia, mientras que otro 12 por ciento realiza trabajo de apoyo a la familia sin recibir remuneración alguna.

Carmen Arzate, por cuenta propia, prepara y vende tacos de guisado en las cercanías de alguna obra en construcción, de lunes a sábado, lo que le permite sobrevivir junto con sus dos hijas, Clara de 12 años y Sara de 11, quienes le ayudan, asisten a la escuela primaria.

Gana un promedio de 50 pesos diarios, que apenas le alcanzan para la renta de un pequeño cuarto, para medio comer y medio vestir.

«Luego que mi esposo falleció, hace dos años, me tuve que enfrentar sola para sacar a mis hijas adelante, sin saber trabajar, sin estudios, sólo me quedó vender tacos», platica Carmen.

Alma, en contraste, inició la venta de tamales como una «ayudita» para los gastos de la casa, pero se ha convertido en un buen negocio que da empleo a su esposo, sus tres hijos y a otras 5 personas más.

Todas las noches, de lunes a viernes, vende entre 600 y 700 de sus «super tamales», como se les conoce, y 50 litros de atole, lo que representa una ganancia aproximada de 3 a 4 mil pesos diarios.

«Estos ingresos, platica Alma, nos permiten vivir con cierta holgura, puedo pagarles la preparatoria y universidad a mis hijos y cubrir por lo menos nuestras necesidades básicas. No me quejo, creo que nos ha ido bien con este negocito».

Para las miles de mujeres que anualmente pierden su trabajo, el autoempleo se ha convertido en la solución más recurrente. A nivel mundial, México ocupa el cuarto lugar en ventas directas ?la comercialización de bienes de consumo y servicios directamente a los consumidores- sólo por debajo de Estados Unidos, Japón y Corea.

Según datos de la Asociación Mexicana de Ventas Directas, en 2003 había en México un millón 200 mil personas dedicadas a las ventas directas, de las cuales el 80 por ciento eran mujeres, en su mayoría amas de casa, quienes no son consideradas trabajadoras y sólo perciben el pago de comisiones sin ninguna prestación social.

Desde hace 20 años, Socorro se dedica a la comercialización de cosméticos por catálogo, actividad que le deja una ganancia segura de dos mil pesos mensuales, que le sirven para «completar» el raquítico salario que percibe como secretaria en una oficina de gobierno.

«La verdad es que la venta de cosméticos me ha representado un buen ingreso y me ha ayudado a salir de compromisos, pero es sólo eso, una ayuda, porque no contamos con ningún tipo de prestación social ni generamos antigüedad en la empresa, somos sólo vendedoras, la compañía no nos considera sus empleadas», expresa Socorro.

REFORMA LABORAL

Frente a esta situación, la reforma integral a la Ley Federal del Trabajo (LFT) con perspectiva de género está prácticamente paralizada, asegura la diputada Rosario Ortiz Migallón, integrante de la Red de Mujeres Sindicalistas.

Ortiz Migallón explica que para la mayoría de las y los diputados que integran la LX legislatura, la reforma integral, tal como se presentó, «no va a pasar, por lo que la estrategia ahora es priorizar algunos temas y nos estamos concentrando en el Artículo quinto de la ley, que se refiere al trabajo de las mujeres».

La reforma, dice, implica una reconceptualización de los derechos laborales de las mujeres, en donde se reconozca que su mercado de trabajo se ubica cada vez más en el sector informal y en condiciones de mayor precariedad como: trabajos por mes, contratos muy cortos, jornadas de más de 8 horas, sin seguridad social.

«Necesitamos lograr que la aplicación de esta nueva ley sea realmente viable para todas estas mujeres que se desarrollan en lo informal, o en lo formal sin derechos», puntualizó.

Rosario Ortiz advirtió que la reforma integral a la LFT se mantendrá como un posicionamiento político, sin embargo, «tenemos que construir otras iniciativas para reformar puntos que son fundamentales para nosotras y que nos permitan entrar al debate y no quedarnos fuera de una reforma, porque si no, nos vamos a quedar sin nada y los diputados van a legislar lo que se les dé la gana».

07/LG/GG

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